El director de So She Doesn’t Live, ganadora de la Palmera de Oro de La Mostra de València, desgrana su propuesta visual y expone el contexto bosnio
VALÈNCIA. Faruk Lončarević se alzó ayer con la Palmera de Oro de la 36º Mostra de València gracias a su último film, So She Doesn’t Live. Una película que conmociona a través de su trama pero también por su propuesta formal. Pocas horas después de recibir el anuncio del galardón, el director bosnio responde a las preguntas de Culturplaza para descifrar la película en primera persona.
- La Palmera de Oro está dotada con 25.000 euros, que no será mucho más de lo que costó la película en sí…
- ¡El premio es más dinero que el presupuesto de la película! De hecho, seguro que lo reinvertiré en hacer otra película. So She Doesn’t Live costó unos 18.000 euros, pero eso no se lo recomiendo a nadie. Porque el trabajo de las personas y la dedicación que le dieron hace que la película en sí valga mucho mucho más. Creo que es algo bueno para debutantes porque te permite hacer la película que quieres, cometer errores; también es positivo que haya una tecnología que haga posible hacer una película, porque si no sería imposible.
Definitivamente, hago películas más baratas de lo normal, pero también es porque participan muchos alumnos y exalumnos míos. Pero creo que el presupuesto se ha de calcular con todo, y si esta película hubiera costado 100.000 euros en vez de 18.000, la gente se sentiría más realizada y valorada. Claramente, no recomiendo hacer una película tan barata.
- La película es muy provocadora, como iremos cuestionando en la entrevista. Pero la primera pregunta sería: ¿qué querías provocar al público con la película?
- La película está basada en un caso real que conmocionó al país justo después de la guerra. Fue un crimen sin sentido que provocó un shock en la gente. Y yo estaba conmocionado por la conmoción de los demás, porque para mí solo era cuestión de tiempo que esta falta de empatía y la relativización de las vidas humanas fuera latente. Lo que quiero provocar es poner el crimen en un contexto que no sea el habitual: si solo mostrara el crimen contra una mujer, solo hablaría de un feminicidio (¡que lo és!). Pero también era importante mostrar el arresto, y como los policias no les hacen caso mirando en la televisión la resolución del juicio del genocidio.
En Bosnia, estas personas fueron condenadas a la máxima pena, que son 40 años de cárcel, por matar a una persona. El otro personaje de la película, que es un criminal de guerra, también fue condenado en primera estancia a 40 años de cárcel. Así que matar a 100.000 personas y a una sola parece ser lo mismo. Quería utilizar una especie de referencia kielowskisiana para decir que no es una cuestión de justicia, sino de meter los problemas bajo la alfombra para no hablar de ello. Quería provocar a las personas conmocionadas entonces para preguntarles si acaso se acordaban de esto, porque el crimen se acabó olvidando, y creo que es muy importante para nuestra sociedad lo que ocurrió. No quiero recordar a dos psicópatas matando a una mujer, sino hablar de su mentalidad y sus valores en el contexto de la sociedad bosnia.
- Sobre la violencia de las imágenes. Es un debate muy amplio. En tu caso, las agresiones son muy explícitas. ¿Por qué creiste importante enseñarlo?
- Bueno, mi cámara suele estar alejada de la acción. Pero en todo caso, aunque es obvio que es un acto violento, no creo que la violencia en sí sea problemática. Las agresiones son parte de nuestra naturaleza. Lo que yo quería mostrar es que, puestos en contexto, las personas agresoras responden a una naturaleza. En ese plano tan complicado en la que la mujer se está arrastrando, ella está totalmente fusionada son esa naturaleza. Por la naturaleza no es nada en sí, es la primera asesinada de este planeta. Nuestra naturaleza es la muerte. Así que mostrar la agresión no creo que sea una cuestión problemática por sí sola. Creo que es más violenta la conversación de la madre, en la que esta le intenta convencer de que vuelva con él y casi le está chantajeando.
Por otra parte, nuestra naturaleza pide violencia de manera innata. Se suele decir eso de que “la información es poder” o “la imaginación es poder”, pero no. El poder es el poder, y una persona puede ser violenta a unos niveles insospechados, y eso se hace mucho más evidente en esta cuestión del género, de los hombres contra las mujeres. Los hombres sienten que están perdiendo derechos y eso les frustra y, claro, con capaces de matar a una mujer y lo hacen. Obviamente el crimen también responde a un cuadro psicológico, pero no podemos olvidar lo anterior. Ahora tenemos más información sobre lo importante que son los derechos de las mujeres, y paradójicamente, hay más violencia sin sentido contra las mujeres, más allá de sus casas. La película lo muestra así: un exnovio buscando a un amigo que mata a una persona que no ha conocido en su vida. La violencia es un hecho que debemos afrontar como sociedad.
- En València tal vez leamos la película diferente porque, como tú dices, has intentado hablar de la guerra de Bosnia también, un contexto concreto. En España, la ola feminista ha concienciado mucho a la sociedad y nos hace leer las imágenes con una gran violencia. Además, parece que estamos transitando hacia un lugar de cultura de la reparación, superando estos términos. No sé si me podrías hablar de la violencia de género en el contexto bosnio…
- Obviamente, aquí es un gran problema y siempre lo así. La cultura balcánica es muy específica en ciertas cuestiones. El feminicidio que muestro es un hecho, pero no es lo único que quiero contar, porque creo que no es tanto un fenómeno en sí como un síntoma de un problema mayor. Se trata de la desaparición de los valores y la cultura femenina en la sociedad. De hecho, no la desaparición, si no la no presencia nunca de ello.
Creo que es una buena noticia que se tienda a empezar esta cultura de la reparación, pero la cultura es la cultura, pero no estoy seguro que haya una posibilidad de una alteración social de la condición humana. Mientras podamos provocar tanto la vida como la muerte, y mientras no podamos hacer a las personas inmortales, la gente y la naturaleza será lo es.
En cuanto al contexto, en Bosnia durante la guerra se mató a un 80% de hombres, y en el genocidio de Srebrenica igual, todo hombres. Las mujeres, por otra parte, sufrían violaciones. Era una cuestión sistemática, una estrategia de guerra. Unas 13.000 mujeres fueron violadas por ser musulmanas con la idea también de que se quedaran embarazadas. Es una locura, un pensamiento de la Edad Media de querer algo así como expandir una raza.
La solución a todo esto no es llamar a las mujeres a ser igual de violentas y psicópatas que los hombres. Tampoco decir que podemos superar la etapa en la que se bombardeaba a civiles desprotegidos porque ahora puedes hacer lo mismo que un hombre. Creo que es el mayor de los errores, porque de hecho, a esos poderes que controlan nuestras vidas (el poder social y político) les da absolutamente igual el empoderamiento de la mujer mientras le permitan seguir en las sombras y tengamos cierta sensación de que seamos libres. El problema es que queremos resolver problemas espirituales con intención sociales, y no creo que eso sea posible. Hablo desde mi posición de haberme criado entre mujeres y deberles un increíble respeto, pero hay otra parte de la sociedad que no opina esto.
En todo caso, creo que la solución ha de ser más espiritual que propagandística. He hecho una película que no sé si es buena, pero seguro que es no es propaganda. Y aún así, habla en clave feminista porque el feminismo no deja de ser humanismo. La gente cree que he hecho una película feminista, pero yo muestro a una mujer que no es perfecta, pero que nada de lo que hace es justificación para ser asesinada.
- No quiero dejar de preguntar por tu puesta en escena. 25 planos en 90 minutos. Planos fijos, con la cámara inmovil. ¿Qué papel quieres que juegue esa propuesta?
- La idea es la de fijar a los propios personajes en su contexto y atraparles en esa situación. Todo el público de Bosnia conocen la historia de la que hablo y saben qué va a pasar. Quiero trasladar la idea de que los personajes están atrapadas por su destino de alguna manera. Ella está atrapada, no solo por el imbécil que le va a matar, sino también por las ideas de aquello que cree que ha de hacer: al principio de la película, conduce a no hacer nada, a trabajar una fábrica, y eso también es una cárcel.
He utilizado un aspecto de 1.66:1, que es muy estrecho. No es algo muy habitual cuando el 60% de los planos son en exteriores, pero quería dejar muy claro que están encerrados. Cuando ella está trepando, está encerrada, pero cuando ellos están en la celda, aún lo exagero más. Estrat´gicamente, el espacio se va haciendo más y más pequeño a lo largo de la película. También quiero cuestionar que las posiciones no se han movido en los últimos 20 o 25 años, y eso también nos tiene atrapados.