VALÈNCIA.-El de Sedaví ha publicado su novela más larga. Un thriller con ambiente local que es el summum del universo del autor. El creador de Toni Butxana, nuestro Philip Marlowe de L'Horta, se luce desplegando su talento para diálogos trepidantes y sardónicos. Un tema tan sencillo como el atraco a un banco de una banda de excéntricos se convierte en una novela río que recorre el universo valenciano en los lejanos ochenta del pasado siglo. Poder contarlo (Destino). Una historia que comienza en un piso del Eixample de la ciudad de València en noviembre de 1982 y que termina, 463 páginas después, tras una sucesión de trapisondas urbanas, como el rosario de la aurora.
Su inconfundible estilo socarrón se refleja en las mangancias y componendas de delincuentes, políticos y policías. Una novela coral de realismo social indígena. Ferran Torrent es un personaje público y el escritor más leído en lengua vernácula que tenemos en la Comunitat Valenciana. No se lo cree mucho. Sigue siendo el xiquet de Sedaví, aficionado al boxeo y la novela negra, que un día vino a València para conquistarla con sus historias. Amigo y contertulio de diputados y cargos políticos, Torrent se mantiene alejado de la pomada pero sigue siendo un cronista implacable de la misma.
Lea Plaza al completo en su dispositivo iOS o Android con nuestra app
Nos citamos con él en el entresuelo de la Casa del Libro. Un espacio recoleto, con su sofá y silloncitos, que es como la sala de estar de una casa pequeña burguesa, rodeados de libros de poesía. El autor de Un negre amb un saxo, que ha elegido el lugar, aparece puntual con sus bien llevados 68 años. Pequeño y nervioso, como un personaje de sus novelas, viste muy casual y con desparpajo. Han pasado varios días de la cita electoral y toca hablar de política. Ferran anda bien cabreado con los resultados y la emergencia de la extrema derecha.
«¿Cómo puede ser que con una democracia de cuarenta años haya un partido, que se llama Vox, que saque tanto voto?»
«¿Cómo puede ser que con una democracia de cuarenta años haya un partido, que se llama Vox, que saque tanto voto? Un partido nazi no tiene tantos votos en Alemania, pero es que allí hubo ruptura. Pero si tú no derrotas al fascismo, porque no lo derrotaron, y pactaste, pues la pagas. El grave error es ver cómo lo solucionan ahora habiendo dado legitimidad con los votos a ese fascismo español», dice.
«¿Cómo puede ser que con una democracia de cuarenta años haya un partido, que se llama Vox, que saque tanto voto? Un partido nazi no tiene tantos votos en Alemania, pero es que allí hubo ruptura. Pero si tú no derrotas al fascismo, porque no lo derrotaron, y pactaste, pues la pagas. El grave error es ver cómo lo solucionan ahora habiendo dado legitimidad con los votos a ese fascismo español», dice.
Hace unas semanas, antes de las elecciones, me encontré con Torrent por la calle Russafa, y entonces me aseguró que no pensaba votar. Ahora no me aclara si cambió de idea en el último momento. Le digo que solo con la presión de la sociedad civil se puede reorientar una política hacia el progresismo y el futuro. Ferran me mira y lanza una carcajada: «Aquí, ¿sociedad civil? Quizá las peñas taurinas, ¡coño! Mira, el problema nuestro es la Transición. En Portugal, sin ir más lejos, hubo ruptura. Y ¡aquí se pactó! Y lo que es más grave, los viejos mandos fascistas permanecieron en su puesto. Los miembros de la BPS (Brigada Político Social), como Ballesteros, continuaron en la policía, sin llamarse BPS claro. Pero eran los mismos. Así que la policía siguió siendo franquista. Los políticos que se presentaron a las elecciones también tenían un pasado franquista. Alianza Popular, sin ir más lejos. Que no se quejen ahora los progres. ¿Me entiendes o no? A mí me viene ahora la izquierda que pactó quejándose y yo les digo: no tuvisteis la inteligencia política necesaria para rechazar los pactos con las derechas».
* Lea el artículo completo en el número de 62 de la revista Plaza