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el muro / OPINIÓN

¡Fiesta!

18/07/2021 - 

Quienes llevamos en esto muchos años sabemos que las crisis de gobierno, ya sean locales, autonómicas o estatales, son un auténtico dolor de cabeza que no gustan a nadie de los que entran ya que serán examinados cada día por mucha ambición y veneno que tengan, y menos a los que salen. Imaginen pues cómo se quedan aquellos a los que les han prometido algo o tenían lo suyo a punto de caramelo. No quiero imaginar si el que entra, de entrada y valga la redundancia, además, ha de comenzar a aprender sobre lo suyo cuando los plazos se estrechan con un verano de cambio climático y agenda verde por delante y una auténtica zozobra en cuanto al futuro más inmediato. Más aún si se está de prestado y el desconocimiento es notorio.

Esta crisis de Gobierno que nos ha regalado Sánchez, el amado líder, además ha sido un golpe de efecto tal que aún no ha entendido casi nadie, salvo si es para poner firmes a sus ministros salientes y entrantes y advertir a su partido que aquí sólo hay uno que manda y nadie tiene el territorio ni la continuidad garantizada.

Así que, habrá que estar atento a la que se avecina, porque nos vamos a divertir en algunas áreas como la de Cultura y Deporte, a cuyo frente se acaba de situar Iceta, un ministro que viene de la política territorial y quita de en medio a otro que ha durado en el cargo unos premios Goya y unas cuentas inauguraciones de exposiciones, porque de lo demás mejor no hablar, aunque Uribes sea un tipo culto, dialogante e inteligente y también amigo de sus amigos.

Lo que a un servidor más le divierte de este cambio de carteras es lo mucho que podemos divertirnos mientras el nuevo ministro dedica sus meses de veraneo a recuperar temario, o lo que es lo mismo, a aprender a la carrera lo que le ha tocado que es mucho y seguro no está muy al corriente. Más aún con la jauría acechando.

Ministro, como alguien dijo, puede ser cualquiera con cierto poder o confianza, pero yo siempre había imaginado que al frente de puestos claves se solía poner a personas capacitadas o mejor dicho conocedoras de la realidad que la va a tocar lidiar. Y en ese plano secuencia no veo al nuevo ministro muy bien situado, salvo en cuestiones de baile y movimiento.

Pero lo peor no es lo que se la avecina, que también. Porque el sector se ha quedado mudo. Ni le ha felicitado, ni le ha dado la bienvenida y menos ha despedido al saliente, como sí sucedió con Guirao. El gesto es un poco sospechoso porque lo de las subvenciones debe estar al caer y ahí los profesionales de la ayuda pública se la juegan. La llegada de Uribes fue bien contestada, pero esto les ha pillado a todos descolocados o ya de vacaciones generalizadas, que viene a ser lo mismo mientras esperan el maná.

. Al pobre ministro saliente no le ha dado tiempo a comprometerse en nada. O sea, su paso será una nota a pie de página de la historia de la política cultural de este país, algo así como el de Marzá por esta autonomía de la que sólo parece interesarle el poder de partido y la recomendación. La cultureta de por aquí, ahora en armas por las subvenciones, qué iba a ser si no, hasta le ha acusado de no haber hablado con ellos desde que piso su despacho de la Avenida de Campanar, que ya es.

Hace muchos años por no decir lustros, que también, dejé de creer en los ministerios de Cultura. Tanto como cuando aquellas ministras hablaban del gran trabajo conjunto de Ortega y Gasset o de la interesante obra literaria de Sara Mago. Pero que no se preocupe Iceta que “pelotas” y aduladores le van a salir en cuanto ponga los eurillos sobre la mesa.

Pero en todo ese asunto a un servidor lo que le preocupa es que llevamos demasiados Gobiernos plantados como setas. Esto es, ejerciendo el papel de cortesanos cada vez que nos visita un ministro/a/e pero del que no hemos sido capaces de arrancar ningún compromiso por escrito. Y mira que a Uribes le gustaba eso de venir por aquí.

Demasiados ministros/as/es ya en estas dos o tres últimas décadas como para creernos nada nuevo u original. Más que nada porque nuestra autonomía y nuestro autogobierno no estornuda por no salpicar. Se conforma con el paseíllo ministerial de rigor. Pero poco más. Somos o mejor dicho son así de blandos. Mejor no molestar.

En todos estos años de Botànic y Gobierno neo progre y “compromiso autonómico” nada ha cambiado. Ahí continúan las mismas reivindicaciones de siempre: unas lógicas y otras con forma de laguna de Ruidera. Algo así como los debates sobre los trasvases, la lengua y lo símbolos. Echo tanto de menos al tal Consell Valencià de Cultura que casi lo había olvidado. De hecho, no sé si lo han cerrado ya y liquidado su patrimonio o están de ejercicios espirituales pensando y repartiendo dietas.

En todos estos años de coincidencia ideológica no se ha conseguido arrancar un compromiso formal por nada. Algo similar a la derecha respondona. No existe ningún acuerdo firmado. Ningún compromiso formal. Nada de lo que echar mano a la hora de recordar que nos deben una, o dos. Eso es lo que pintamos. Eso es a lo que nos han abocado quienes tienen en sus manos la política cultural autonómica..

Le deseo buena suerte al nuevo ministro. Ya sabe que por aquí somos generosos, simpáticos, dicharacheros y poco beligerantes. Pero eso sí, poner alfombras en el Palau de la Generalitat e invitar a una paella después de una visita protocolaria, contentar a los plumillas y completar book fotográfico de relumbrón está garantizado.

¡Suerte Ministro! Estás invitado. Nosotros sí seremos agradecidos por tu presencia y a los arrocitos nadie nos gana. El resto ya es cosa de Puig y el tal Marzá. O sea, tranquilo. Así que, aprovecha el momento. ¡Fiesta!, que cantaría la Carra.

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