Hay que ver las pocas miras que tienen muchos de nuestros gestores y el egoísmo que les mueve. Son así. Sólo les gusta figurar, aparentar y aparecer como si fueran únicos e irrepetibles. Máximos. Sin miramientos y con un descaro a tener en cuenta. Son capaces de pegarse por aparecer en una lista electoral o de ejecutar al alba tras un abrazo previo. Todo sea por continuar disfrutando de lo impropio, pero consideran suyo.
Miren si no. Cuando vean que un cargo hace declaraciones y detrás de él hay un montón de caretos que mueven la cabeza al ritmo de sus palabras, recuerden que todos esos están ahí para rellenar bulto y sus sueldos salen de nuestros bolsillos; pero son simplemente atrezo que un día pueden convertirse en enemigos públicos. No se crean siempre las grandes noticias ni las extenuantes exclusivas de hoy en día. Están amañadas. Son producto, por lo general, del fuego amigo.
La tarde de la Crida, en los balcones de las torres había más políticos que falleras. Tal cual. Cuenten, cuenten. Las cámaras no se ocupaban de ellas. No. Los primeros altos cargos estaban muy bien posicionados en el centro del plano de tal manera que cualquier imagen a las denominadas reinas de la Fiesta los convertía en protagonistas. Como si ellos pagaran en realidad la fiesta. El resto de la plantilla política ocupaba el balcón superior de las Torres de Serranos, que no estaba nada mal. Pero allí no había familiares ni gente de a pie. No. Allí se entorpecían unos y otras de todos los colores para mantener el mejor sitio y no moverse en todo el acto. Tenían zona de privilegio y por supuesto las cámaras también les enfocaban sin parar porque el resto de las falleras de la Corte simplemente habían sido ubicadas en laterales y sin mayor protagonismo. Pero estaba lleno de concejales/as de cualquier ramo para hacerse la foto de rigor y aparentar luego en RR SS y televisiones locales financiadas con lo público.
Esas imágenes icónicas de Serranos son para guardar como ejemplo hipócrita de nuestra realidad social, festera y política. No estamos en Fallas sino en pre elecciones. Aquí ya vale todo y de todo. Pero sobre todo figurar.
Cuesta entender que los propios gestores que se han de ocupar de lo público nos adviertan con cierta distancia que la semana fallera va a ser un caos; según sus palabras, un éxito porque hay ganas. Lo saben, pero no pondrán remedio más allá de un bando o unas normas que no salen de aquí ni están amplificadas. Somos muy tolerantes. Luego dirán que el pueblo tenía ganas de fiesta, aunque nos dejen un año más la ciudad hecha unos zorros con nuestros jardines arrasados y nuestros monumentos bien meados. Estas fallas tengo la sensación de que van a ser muy permisivas con la denominada fiesta. Y que los resultados serán muy buenos económicamente, pero también complicados en orden, ruido, limpieza y desmadre.
Al menos el que tenga posibilidad de salir de la ciudad lo hará. Ya se sabe que estas fiestas permiten a los ciudadanos de a pie una escapada. Pero también habrá que estar atento a las agendas de la semana fallera de todos esos políticos que ocupaban un lugar protagonista en la Crida a ver si se mantienen al pie del cañón con sus obligaciones o también salen corriendo porque lo de las Fallas no es lo suyo, como así ha manifestado más de uno/a.
Siempre he considerado que el ejercicio de la política debería de ser un tránsito momentáneo y nunca ser ejercida como una profesión. Esto es, que debería tener un tiempo acotado. Como mucho dos legislaturas, o sea ocho años. Más tiempo conduce al nepotismo y a empezar a creer que los cargos son vitalicios y que uno está siempre en posesión de la verdad porque ha creado a su alrededor un denominado clientelismo y maneja el dinero público a su antojo. A las pruebas me remito cuando aparecen manifiestos o campañas de apoyo inesperadas a un candidato o a una concejala arrinconada debido a su nefasta gestión. Siempre firman los mismos.
Esa es la idea o la consecuencia de un mal control de la cosa pública o de una relajación en las exigencias ciudadanas por mucho que en los círculos más cercanos de cada uno la opinión sea de verdadero hartazgo aunque las RR SS ayuden a disimular con falsa realidad.
No sé si será la consecuencia del propio ejercicio de la política o la gestión pública, pero lo bien cierto es que el tiempo parece que no ha pasado y que los vicios se repiten. Como el tú más.
La imagen de la Crida de hace unos días me ha dado la razón como telespectador. Los que se quejaban o hablaban de actos anacrónicos o necesitados de cambios han terminado sucumbidos a la exagerada vanidad mediática. Con el pueblo de nuevo a los pies, apelotonado y convirtiendo el acto en un macro botellón, como alguno lo ha definido, mientras el resto gozaba de “sus” privilegios, esos mismos que se han dotado sin ofrecer nada a cambio y menos aún, consultarlo. Salvo con encuestas institucionales manipuladas producto de nuestra idiosincrasia.
Estamos en Fallas. Todo vale. Está comprobado. Aunque la fiesta, realmente, sea de los falleros -son quienes la pagan y organizan- y de la ciudadanía que se escapa.