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mutatis mutandis / OPINIÓN

Frente a lo inimaginable

Foto: SILVIA FABREGAT
3/10/2024 - 

Saben esa típica frase que todos hemos dicho u oído “Si pudieses hablar con tu yo de cuando eras niño, ¿qué le dirías?” Les propongo un juego para el que ni siquiera hace falta irse tan lejos. Imaginen que no es el usted niño, sino el usted de hace 15 años. 

Imagínese que le cuenta usted a su yo de hace 15 años todo lo que se le viene encima. Le explica que dentro de poco asistirá a la crisis más grande del capitalismo desde el crack del 29. Le explica que los bancos han estafado a millones de ciudadanos por todo el mundo con hipotecas basura. Le explica que el Estado, lejos de penalizar a los estafadores, les ha perdonado 60.000 millones de euros de deuda y a puesto a su servicio a los cuerpos de seguridad del Estado para ayudarles a desahuciar de sus casas a centenares de miles de familias estafadas y en paro. Le explica que no solo en lo económico y lo social el Estado perdió el norte, que afecta a todos los estamentos: corrupción en la política, el rey abdicado y fugado, los jueces inmiscuyéndose en política de forma activa, la policía usada para fabricar pruebas falsas contra rivales políticos... 

Le explica que los jóvenes han normalizado ser pobres a pesar de tener un trabajo, o dos. Que hubo protestas, sí. Pero ya no. Porque toda una generación ha asumido como normal que vivirá peor que sus padres, toda una generación no conoce otra cosa – no recuerda otra cosa – que la precariedad. 

Imagine que le explica que la temperatura sube y sube y nadie parece preocupado mientras las catástrofes naturales se intensifican y la industria del petróleo gasta millones de dólares en campañas de desprestigio contra una niña sueca ecologista de 13 años. Que hubo una pandemia mundial y nos recluyeron en nuestras casas durante semanas y que íbamos todos con mascarilla por la calle durante un año. Que le explica que la extrema derecha no solo crece en todo el mundo sino que gobierna muchos países. Imagine la cara de su yo de hace 15 años cuando le diga que en la primera potencia del mundo, hay ciudades invadidas por muertos vivientes, personas que viven en la calle enganchadas a una substancia llamada fentanilo. Imagine explicarle que hemos vuelto a los tiempos de la OTAN contra Rusia, que el estado que se reclama heredero de las víctimas del Holocausto está perpetrando un genocidio contra otros. Imagine que le explica que para mucha gente el miedo, el peligro, es el comunismo, a pesar de que no existe ni un solo régimen puramente comunista o socialista en todo el globo y de existir alguno es un chiste de país. 

Imagine que le explica que hay fundaciones, partidos, corporaciones invirtiendo millones de dólares en intentar hacer ver que el mundo no es machista y que los asesinatos de mujeres no responden a un problema sistémico, corporaciones invirtiendo millones de dólares en convencer a hombres para que teman la igualdad de género. Imagine que le explica que los niños viven enganchados a las pantallas y que el evento más visto de internet en España en 2024 fue un debate entre científicos y terraplanistas, porque claro, ahora hay cientos de millones de personas en el mundo que creen que la Tierra es plana, que nos gobiernan extraterrestres con forma de cocodrilo y que nos inyectan microchips en las vacunas.

Foto: SILVIA FABREGAT

Imagine que le explica que en 2024 la mitad de la población vive medicada contra la ansiedad o la depresión, que la gente es capaz de imaginar mil formas de que el mundo se acabe pero ninguna forma de acabar con este sistema que tanto dolor les está provocando. 

Podría seguir durante horas, pero creo que lo más relevante está dicho. Yo no sé a ustedes, pero a mi yo del pasado, a mi yo de 2009, o bien le estaría dando un ictus o se echaría a reír y me respondería que le estoy mintiendo. 

No tengo la más mínima duda de que mi yo de 2009 vería todo lo que le cuento como imposible, mi yo del pasado diría que todo lo que le he explicado es inimaginable.Y es que él, o sea yo hace 15 años, no era capaz de imaginar todo esto ni en la peor de mis pesadillas y vería tal relato de los hechos como el argumento de alguna película de ciencia ficción apocalíptica, como esas en las que un meteorito gigante llega a la tierra o el 99% de la población se convierte en zombie. Una paja mental, una frikada, una distopia.

Y es que, señores y señoras, así es. Vivimos en una paja mental, en una frikada de mundo, en una distopía. Y me enseñó a mi un terapeuta que lo primero que hay que hacer para solucionar un problema es aceptar que se tiene un problema. Así que asumámoslo, vivimos dentro de The Walking Dead, Civil War, El día de mañana, La Ola, etc... pero todas juntas y a la vez.

Y yo, que llevo un tiempo viviéndolo así, como si estuviese viendo una película de terror o ciencia ficción – porque solo así se me hace soportable y porque cada uno nos lo gestionamos como podemos –, que llevo meses abatido por una resignación que oscila entre el pesimismo, el nihilismo y los podcast suicidas de Esty Quesada; el otro día me dije a mi mismo – a mi yo de ahora, al de 2009 lo he dejado descansar ya, pobre –: oye que igual si la distopía puede convertirse en realidad, a lo mejor, y solo a lo mejor, también las utopías pueden ocurrir. Que digo yo que si hemos sido capaces de traer a este mundo todo lo inimaginable puede que seamos capaces también de traer lo imaginable y lo deseable ¿no?

Pero claro ¿quién soy yo y qué capacidad tengo para cambiar las cosas? Pues poca, porque no soy yo Juana de Arco. Pero sí puedo trolear un poco a este sistema distópico desde mi posición: ¿Que el sistema quiere que consuma más? Pues me esfuerzo en consumir menos. ¿Que el sistema me quiere individualizado, solo y temeroso? Pues me preocupo por tejer redes de apoyo mutuo, por asociarme, sindicarme, por conocer gente y estrechar lazos ¿Que el sistema quiere que entre a la red social de Elon Musk a insultar a gente que no conozco y a encabronarme? Pues entro a X solo a compartir mis artículos y ya ¿Que el sistema quiere que use el coche? Pues lo uso lo menos posible. Y así con cosas cotidianas, poco a poco.

Foto: MONIKA SKOLIMOWSKA/DPA

Si, como yo, andan ustedes un poco hastiados de esta distopía y les interesan estas reflexiones les recomiendo a la doctora en humanidades y politóloga Alicia Valdés, que ha escrito recientemente un libro llamado: Política del Malestar. En él analiza en profundidad cómo este sistema nos tiene inmersos en una distopía y nos quiere incapaces de imaginar alternativas y como esas alternativas ya existen y están al alcance de todos y todas nosotras.

Permítanme acabar el artículo con otra frase típica y naif, como la de qué le dirías a tu yo niño: sé el cambio que quieres ver en el mundo. Que si tiene que venir a visitarnos nuestro yo de dentro de 15 años, al menos, pueda sentirse orgulloso de que lo hemos intentado. 

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