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NOSTÀLGIA DE FUTUR  / OPINIÓN

Garantizar la seguridad de ser nosotros

26/03/2020 - 

“La falta de familiaridad con las muertes en masa, con la peste, la guerra y el hambre, me parece algo nuevo en la historia de la humanidad. Estas últimas décadas (…) en las que las guerras estallan en manchas en lugar de consumirlo todo, y la agricultura ya no evoca los miedos elementales, y las variaciones estacionales en el clima no son presagios del hambre, es una anomalía en la historia de la humanidad. Somos los primeros seres humanos que no estamos preparados para el desastre. Es peligroso vivir en un mundo seguro.” Esas palabras salen de Julius, el médico psiquiatra que protagoniza Open City (Ciudad Abierta), novela del escritor afroamericano Teju Cole, publicada en 2012 y editada en castellano por Acantilado. Es peligroso vivir en un mundo seguro. 

La seguridad es la protección ante el daño potencial que nos pueden causar otros. Pero esa seguridad puede tomar distintas formas. En la situación de emergencia creada por la pandemia del COVID-19, las medidas de respuesta se están centrando solamente en una parte del abanico de la seguridad. 

Por razones evidentes la prioridad de las políticas y acciones está siendo la seguridad sanitaria. Se está poniendo por delante la salud de las personas y reforzando el control policial para garantizar el cumplimiento de las medidas publicadas en el decreto de alarma. Las medidas de control de movimientos y datos, aún temporales, son peligrosamente totalitarias e están insufladas por un lenguaje bélico, cuando esto es una situación muy distinta a una guerra.

Hay un tipo de seguridad, más allá de la seguridad material, física o de nuestra salud, que el sociólogo británico Anthony Giddens definió como Seguridad Ontológica en su libro Modernity and Self Idendity: Self and Society in the Late Modern Age (Modernidad e Identidad del Yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea) que vio la luz en 1991. La seguridad ontológica, la seguridad del ser, es un estado mental estable derivado de un sentido de continuidad en el orden de los eventos, en relación a las experiencias individuales. La seguridad ontológica es necesaria para que le demos sentido a la vida y tengamos emociones estables libres de la ansiedad. Significa tener una percepción positiva del mundo y del futuro. 

El análisis de la seguridad ontológica se ha aplicado al cambio climático, que la pone en peligro, o a la cuestión de la vivienda. En su libro In Defense of Housing (En Defensa de la Vivienda) —al que hice referencia en este artículo—, David Madden y Peter Marcuse utilizan el concepto de seguridad ontológica, explicando que el actual mercado de la vivienda y la especulación inmobiliaria la ponen en peligro, especialmente para una parte vulnerable de la población. No hay seguridad de ser nosotros si estamos amenazados con una subida repentina e inasumible del alquiler o por un desahucio. No hay manera de mantener un sentido de continuidad si el techo sobre el que nos cobijamos amenaza con desvanecerse de un momento a otro. 

La situación actual supone una amenaza a nuestra seguridad ontológica más allá de la la seguridad sanitaria: ingresos e inversiones penden de un hilo y se abre ante nosotros una incertidumbre increíble ligada a la dificultad futura para muchos de mantener un mínimo nivel de vida o seguir teniendo un espacio digno que habitar. Aún no temeos idea de la magnitud del daño psicológico que el confinamiento generará en multitud de personas. 

Por eso, se hace necesario que las medidas que se implementen protejan tanto nuestra salud como que ayuden a garantizar que podamos seguir estando seguros siendo. 

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