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la ciudad y sus vicios

Generación Berklee: así ven Valencia los alumnos del college de la música

Por primera vez los alumnos de una de las comunidades musicales de elite más trascendentes en el mundo dan su versión sobre la ciutat

26/09/2015 - 

VALENCIA. Un alcalde normcore recibiendo a los chicos 'valencianos' de Berklee y pidiéndoles, como el Papa, que se dejen ver, que hagan suya la urbe. Un ex alto responsable de la New England Conservatory -la otra institución musical señera de Boston- estableciendo su residencia en Valencia… La ciutat, asombrada casi siempre por sus encantos más genuinos, lo tiene ante sus narices: la cultura musical es un atractivo con fundamento, que nadie se ha tenido que sacar de la chistera. ¿Tuvieron que llegar de Massachusetts para ponernos ante el espejo?

Berklee, cuatros años entre nosotros, tiene el aspecto de porción utópica, venida del futuro, insertada bajo una Ciudad de las Artes con pórticos. Un centro de alto rendimiento musical. Bajo esa estampa están posando para la foto Evan de Canadá; Stephanie de Puerto Rico; Veronica de Italia; Maxwell medio francés, medio estadounidense... Generación Berklee.

Quiénes son, qué dan a Valencia, qué les da Valencia a unos jóvenes para los que entrar en esta colonia supone un espaldarazo definitivo a sus carreras. "Una de las ocasiones en que más me emocioné fue cuando conseguí mi máster ('Global Entertainment and Music Business') y mi madre vivió para verlo", cuenta Max Wright, percusionista, llegado en septiembre de 2013 tras cinco años estudiando teatro en Inglaterra y otros doce girando con Ojos de Brujo.

Son vecinos anónimos, estudiantes de un college a pachas con la excelencia. Como en una primera cena de alumnos van a contarnos su vivencia en un lugar en el que muchos de ellos permanecen tras sus estudios.

Sebastian Laverde, 26 años, colombiano, aterrizó en 2012 desde el Reino Unido. "Mi especialidad es la producción musical y como instrumentalista el vibráfono, la percusión latina". Una palabra sobre Berklee: "orgullo". Una frase sobre cómo Valencia modula a esta generación de tipos del mundo: "es una ciudad que aporta musicalidad. Pequeña pero con mucho talento, con mucha oportunidad de inspiración".

Bajo las arcos pasan los estudiantes. Llega Will Lydgate, de Hawaii, alumno de Berklee Valencia desde el último agosto, especialista en reggae. Su rutina, grabar y grabar música en los estudios, producir vídeos. Sus amigos del gimnasio le llaman Pepe de España y él todavía no entiende para qué están los pomos en medio de la puerta. Disquisiciones al margen, una visión sobre su nuevo destino: "la cultura musical, la ciudad vieja, tanta gente joven, es un buen lugar para estar". Y un apunte: "mi contribución favorita de Valencia a Berklee es la arquitectura de Calatrava, ¡y nosotros estamos dentro de uno de sus edificios!". Admiración blanca, una constante. Will pide regular a los taxistas ("siempre eligen la ruta más larga").

La Generación Berklee sirviendo de pálpito de lo que Valencia proyecta. "Siento que es una ciudad en auge donde hay muchísimo por hacer. Tengo la impresión de que la gente quiere que los proyectos salgan adelante", cuenta Max Wright, "se respiran ganas de dotar a la ciudad de una nueva reputación". Con handicaps que se dan la vuelta: "la oferta cultural no es tan variada como en ciudades más grandes y punteras, pero eso es lo que justamente me atrae. La consecuencia de cualquier acción tiene más repercusión, y como artista eso me inspira y motiva".

Verónica Largiu es de Cerdeña, tiene 23 años y estudia el Master of Music in Contemporary Performance. "Soy vocalista y toco la guitarra". Llegó el 14 de agosto. "Lo mejor de Valencia es que se puede llegar andando a cualquier lugar y nunca te pierdes. Es una ciudad que te hace sentir bien. Pero debería mejorar su limpieza...".

El otro día por la tarde Evan MacDonald, 23 años, de Montreal, estudiando música para cine, televisión y videojuegos, fue a la tienda a comprar salmón, algo no iba bien "y al googlearlo vi que había comparado tiburón. Estaba delicioso, por supuesto". Lleva en Valencia mes y medio. Entre sorpresas. "Solemos trabajar con músicos locales, y todos tienen un nivel extremadamente alto. Esta escuela te da algunos de los mejores recursos educativos del mundo".

Berklee y Valencia. Una balanza. ¿Qué parte pesa más? "Creo que Berklee está sirviendo como un centro gravitatorio para músicos internacionales que deciden quedarse en Valencia y eso sólo hace que incrementar la escena cultural y diversificarla", interviene Max Wright. "Siento que es una buena ciudad para vivir en ella, es amable con los extranjeros y es flexible a propuestas innovadoras".

La aportación de Stephanie Hernández, puertorriqueña, graduada en Master of Arts in Global Entertainment and Music Business, es una amalgama de las opiniones que aportan los miembros de esta comunidad musical de elite. "Sería muy diferente estar en Berklee en otro lugar que no fuera Valencia, porque por su ubicación geográfica los estudiantes están expuestos a algunas de las culturas musicales más ricas del mundo. Además, ¿sabes lo que es andar cada día junto a una maravilla arquitectónica como el Palau de les Arts? La atmósfera que tiene Valencia permite estar inspirado constantemente". Aparentes tópicos que funcionan, convertidos en una mitificación en toda regla que imanta a algunas de las mejores promesas de la industria musical.

Pero tras el previsible caparazón de bienvenida, la urbe imprevisible. Está hablando Jing Jing Zhou, de Hong Kong, 32 años, vocalista. "Me encanta vivir en la ciudad vieja e ir a la escuela a las Ciudad de las Artes y las Ciencias. Es como vivir en dos mundos combinados al mismo tiempo. También estoy impresionado como aquí la gente está muy orgullosa de sus orígenes y parece apasionada". En sus primeros días Jing Jing Zhou quiso ir a Segorbe en tren pero acabó en Soneja.

Alejandra Menéndez es una madrileña que creció en Italia aunque su madre nació en Meliana. Tras trabajar en EMI Music Publishing fue admitida en el Máster Global Entertainment and Music Business. "Al llegar a Valencia constaté lo que temía: no conocía absolutamente nada. No sabía que Valencia tuviera tanta diversidad y tantos jóvenes ansiosos por sacar adelante proyectos innovadores". Sigue Menéndez. "Creo que existe una relación simbiótica especial entre la escuela y la ciudad. Y no es de extrañar, puesto que cada fin de semana me despiertan los vientos de alguna banda de música que se cuela por mi ventana".

Valencia vista desde los ojos de una influyente comunidad internacional de músicos. Son la Generación Berklee y están contagiado melodiosamente a la ciudad mientras la ciudad hace lo propio.

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