El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno, aportará 1.051 millones de ayudas, en línea con los ambiciosos objetivos europeos, para avanzar hacia nuevas formas de alimentación responsable.
La estrategia europea Farm to Fork (de la granja a la mesa), que es una parte importante del Green Deal Europeo, tomó forma con el objetivo de alentar a los ciudadanos europeos a elegir alimentos saludables y sostenibles.
Europa aspira a ser el primer continente climáticamente neutro en 2050 y el Green Deal constituye una especie de hoja de ruta a seguir para lograr este ambicioso objetivo. Sin embargo, todavía hay muchos puntos críticos que Europa debe superar: desde las emisiones de gases de efecto invernadero hasta la erosión del suelo, pasando por la gestión del consumo de agua hasta el desperdicio de alimentos.
Los objetivos europeos deberían ser adoptados por otros países, más allá de la Unión Europea y extenderse, con el fin de que la población mundial, en imparable crecimiento, pueda aspirar a una dieta sana y nutritiva sin que el planeta tenga que pagar un precio insostenible. De ahí la importancia de adoptar un enfoque holístico que aborde las cuestiones sanitarias, sociales, económicas y ambientales con políticas integradas, involucrando a todos los actores del sistema agroalimentario.
En este sentido y como requisito para recibir 70 mil millones de euros en tres años a fondo perdido del fondo Next Generation EU, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, presentado recientemente por el Gobierno de España y enviado a la Unión Europea, aborda aspectos relacionados con este tema dentro de “Agenda urbana y rural y lucha contra la despoblación y desarrollo de la agricultura”, una de las diez políticas palanca del Plan. Algunas de las reformas de esta componente, con un presupuesto total de 1.051 millones de euros, apuntan, por ejemplo, a marcos normativos para reducir los aportes de nutrientes a los suelos agrícolas, que contribuirían a disminuir la contaminación de aguas por nitratos y fosfatos. Estos cambios legislativos son ejemplos de la voluntad de avanzar hacia una agricultura más sostenible y ecológica.
Los países europeos creen firmemente en la agricultura ecológica hasta el punto de que el 8,1% de la superficie agrícola total se destina a este tipo de agricultura. Pero para que estos datos sigan en aumento, las nuevas generaciones deben participar. Los menores de 35 son sólo el 5% y la edad promedio es de 53 años. Sin duda una mayor presencia de jóvenes empresarios agrícolas sería un factor de renovación de los sistemas agroalimentarios europeos, así como la adopción de tecnologías innovadoras. El Plan contempla también la implementación de estrategias de digitalización del sector agroalimentario y del medio rural, que fomentarían la participación de los jóvenes, dando así un impulso del desarrollo empresarial y de nuevos modelos de negocio. Asimismo, la digitalización es una herramienta para incrementar la participación femenina en la agricultura, que hoy es inferior al 50%, con diferencias considerables entre los países de la UE, y contribuiría a la reducción de la brecha de género en el sector.
El agua en la agricultura es una pieza vital del engranaje. El elevado consumo y uso de agua en la producción agrícola en casi todos los países europeos es preocupante para el desarrollo sostenible del sector. Este punto también se recoge en el Plan, con la voluntad de dar un impulso a la sostenibilidad de las inversiones en los regadíos españoles.
El desperdicio de alimentos es otro punto delicado. Más del 20% de los alimentos producidos se desperdicia con un coste económico de 143.000 millones de euros y el 6% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de la UE.
Las herramientas digitales están demostrando ser cada vez más indispensables y valiosas para fomentar la adopción de comportamientos más sostenibles y reducir el desperdicio. Además, están surgiendo iniciativas en muchas ciudades para reducir el desperdicio de alimentos, apoyar a los más vulnerables y crear nuevos empleos a través de la economía alimentaria circular.
En definitiva, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia pretende transformar la agricultura, la ganadería y la pesca, por medio de la investigación, la innovación y las inversiones para el desarrollo de estrategias, soluciones y herramientas que ayuden a crear sistemas alimentarios más sostenibles.
Esperemos que nuestro país sea capaz de aprovechar la oportunidad que representan los fondos que nos llegan de Europa y las cuantiosas ayudas de las que podemos ser beneficiarios, poniendo en marcha las reformas e inversiones contempladas en el Plan, que deberían ser prioritarias en las políticas de los próximos años.
A fin de cuentas, el sistema alimentario representa una palanca muy importante para mejorar la salud de las personas y el medio ambiente. En Europa, jugará un papel central para la descarbonización del continente y para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (OSD).
Omar Garzesi es socio de Ayudas e Incentivos de Crowe