VALÈNCIA (EFE/Mercedes Salas). La guerra en Ucrania ha dado un nuevo giro a la crisis por el alza de las materias primas agrícolas, con récords en los precios y muchos interrogantes sobre su impacto en España y en la alimentación mundial.
En el ámbito agroalimentario, los ataques de Rusia a Ucrania generan incógnitas e incluso están provocando "situaciones nunca vistas" en mercados como los de cereales, pese a producirse después de dos años también históricos por la pandemia.
Estas son algunas claves para entender las posibles consecuencias del conflicto en el campo y en la producción de alimentos.
Ucrania es un abastecedor fundamental de materias primas para España, país deficitario en cereales y en oleaginosas. En 2021, la balanza agroalimentaria con Ucrania arrojó un saldo negativo de 853,9 millones de euros para España, según datos de la Secretaría de Estado de Comercio.
Las exportaciones españolas a Ucrania alcanzaron 170,5 millones y las importaciones de ese origen 1.024,4 millones. Por su parte, España compra a Ucrania el 27 % de sus importaciones de maíz y el 62 % de sus adquisiciones de girasol. Por el contrario, hay superávit en las ventas de productos pesqueros (37,3 millones).
En cuanto a la balanza agroalimentaria con Rusia, da un saldo positivo para España de 47 millones. España exportó a ese destino alimentos, bebidas y tabaco por 237,3 millones e importó por 190,2 millones de euros en 2021.
Saldos positivos en azúcar, café y cacao (55,4 millones) tabaco (25,8 millones), bebidas (9,6 millones), grasas y aceites (31,3 millones) o productos pesqueros (17,3 millones).
A escala mundial, Rusia es el tercer país con mayor oferta de granos por detrás de Estados Unidos y China, según la clasificación del Consejo Internacional de Cereales (IGC) correspondiente a la campaña 2021-2022.
El IGC sitúa en 129 millones de toneladas las existencias de cereales de Rusia para dicha temporada y en 90,1 millones las de Ucrania.
Las organizaciones agrarias y las cooperativas españolas están preocupadas por las consecuencias de la guerra en un momento de encarecimiento de los insumos, como la energía o fertilizantes.
Un temor compartido por los comerciantes de cereal, representados por la patronal Accoe, cuyo secretario general, José Manuel Álvarez, habla de una situación inédita al terminar una semana en la que durante dos días los mercados españoles de grano no han registrado operaciones y en plazas de referencia como Chicago o París las cotizaciones han escalado hasta cifras récord.
Por el momento, el suministro de cereales está garantizado en España, pero en vísperas de la invasión rusa Accoe ya había advertido de las consecuencias "desastrosas" por la sequía y las inclemencias climáticas en los dos hemisferios.
La patronal de la industria alimentaria FIAB ha mostrado su preocupación por el impacto que el conflicto pueda tener en la importación de ciertas materias primas utilizadas por la industria, así como por la repercusión en el ya castigado escenario energético mundial, y que podría suponer un desequilibrio para la competitividad del sector.
Los exportadores agrícolas españoles ya conocen las consecuencias geopolíticas del conflicto del este europeo. En 2014, Moscú inició un embargo contra los productos perecederos de países occidentales (frutas, verduras, pescados frescos y carnes), en represalia por las sanciones impuestas a Rusia por su actuación en Ucrania.
En 2013 Rusia ya había vetado la importación de animales y carne fresca de la Unión Europea (UE) tras diagnosticarse dos casos de peste porcina africana en jabalíes de Lituania.
Para España, líder comunitario en el comercio hortofrutícola, el veto ruso fue un golpe porque perdió un destino fundamental -y con una logística más fácil que otros mercados como los asiáticos o americanos- para frutas como los melocotones o las nectarinas.
La patronal de exportadores hortofrutícolas Fepex insiste en que no se ha cubierto ese vacío.
La gran pregunta. Las estimaciones previas a la invasión ya apuntaban a que la inflación y la subida del IPC en España iban a durar al menos hasta la primavera y a que los bolsillos de los consumidores iban a notar esta escalada que deriva de las dificultades de la logística de 2021.
"En España llevamos dos años malos para productores de sectores como el porcino o el lácteo, pero si ahora suben las materias primas en un 10 % ¿va a poder repercurtirse en el mismo porcentaje en el coste para el consumidor? Yo creo que no; subirá aún más presión en la cadena", opina una fuente del eslabón comercial.