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VALÈNCIA. El Museo Fallero de Valencia es el espacio perfecto para conocer a los grandes protagonistas de las Fallas: los ninots, encargados de dar vida a los gigantescos monumentos que, durante la noche del 19 marzo, arden en la Cremà ofreciendo un espectáculo de fuego y color único.
El Museo Fallero de València está situado desde 1971 en el antiguo convento de la casa misión de San Vicente de Paul (C/Monteolivete, 4), cerca del antiguo cauce del río Turia y enfrente del Palau de les Arts Reina Sofía.
Tras sufrir varias remodelaciones en la década de los 90, en 2016 fue homologado como Museo oficial de la Generalidad Valenciana y tanto interior del edificio como sus colecciones fueron reestructuradas con planteamientos museológicos y museográficos actuales.
De hecho, hoy en día este museo alberga piezas de gran valor etnológico (carteles, fotografías, técnicas de montaje, etc.) que nos permiten conocer más sobre la parte artística de esta fiesta, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2016.
Los ninots son cada una de las figuras que componen una falla.
A lo largo del tiempo, se han fabricado con diferentes materiales combustibles, pues en su diseño ya se tiene en cuenta que serán pasto del fuego. Antiguamente, se elaboraban con cera (al menos el cuerpo y la carea), cartón o poliéster, mientras que actualmente la mayoría son de corcho blanco y materiales ecológicos.
Durante las Fallas, las calles de Valencia se llenan de miles de ninots. De todos ellos, solo dos (uno adulto y uno infantil) conseguirán burlar al fuego, consiguiendo un “indulto”.
Los ninots indultados son elegidos mediante votación popular entre los escogidos por las falleras mayores para formar la Exposición del Ninot. Se trata, por tanto, de una elección en la que participa toda la ciudad y que suele basarse en cuestiones estéticas, pero también emocionales y simbólicas. ¿Su destino? El Museo Fallero, donde se guardan (casi) todos los ninots indultados desde 1934.
La colección de Ninots Indultats del Museo Fallero de Valencia nos permite identificar las corrientes estéticas de diferentes periodos históricos.
Así, los años 30 y 40, la mayoría representaban escenas realistas y folclóricas, mientras que a partir de los 50 se prohibió que se indultaran los retratos para potenciar la línea más caricaturesca y cómica de las Fallas. Con los años 60 y 70, predominaron las figuras de temática social, algunas de ellas reivindicativas y provocativas, y desde los años 80 y 90 del siglo XX las escenas costumbristas conviven con diseños “vanguardistas”.
En la actualidad, se opta por indultar ninots que representan escenas sensibles o vinculadas a la cultura local.
En total, la colección del Museo Fallero alberga 750 ninots distribuidos en el diáfano espacio del Salón Arquerías, con casi 3.600 metros cuadrados de superficie.
Además de los ninots indultados, en el Museo Fallero de Valencia puedes ver una colección de ninots infantiles, una colección con los retratos de las Falleras Mayores (principal símbolo femenino de esta fiesta desde 1931), una colección de carteles de fallas (el primero es de 1929) y una colección de insignias falleras.
Todos estos objetos nos permiten conocer más sobre la historia de esta fiesta, su repercusión en la sociedad valenciana y su evolución a lo largo del tiempo desde un punto de vista artístico y asociativo.
Visitar el Museo Fallero de Valencia es sumergirnos en una de las tradiciones más arraigadas de la ciudad. Si quieres, puedes preparar tu visita de manera virtual para ver algunas de las piezas más conocidas.
Desatacamos la “Cacahuera estraperlista” o la famosa “La vendedora de ajos”, que nos transportan a los difíciles años de la posguerra tras la Guerra Civil. La primera tiene, además, una curiosidad: junto a ella aparece un abejorro ("borinot"), que representa a la Policía. La figura “Iaia i neta” de Vicente Benedito es otra de las obras más queridas.
Gracias a esta colección también podemos conocer muchos oficios tradicionales y vinculados a esta tierra, entre ellos la pesca o la agricultura.
Como curiosidad, decir que en el año 1956 se indultaron dos ninots, el Barrendero (perteneciente a la Falla Cádiz-Els Centelles) y la familia de turistas indios (de la Falla José Antonio-Duque de Calabria). Esta última, según algunos expertos, hace referencia a que, en aquel momento, los turistas extranjeros eran vistos como una amenaza.
Otra curiosidad: el primer ninot infantil indultado fue una escena del cuento Pinocho elaborada por Josep Fabra para la Falla San Vicente – Falangista Esteve (actual San Vicente – Periodista Azzati). Aunque la obra original se perdió, actualmente se conservan dos reproducciones de la misma, y una de ellas está en el Museo Fallero.
Si te gusta el mundo fallero y sus obras de arte efímero, también te recomendamos ir al Museo del Gremio Artesano de Artistas Falleros, donde puedes conocer más sobre este oficio tradicional.