El realizador mexicano apuesta por volver a los orígenes del género pero con "una psicología más aberrante y moralmente más ambigua"
16/10/2015 -
Para algunos La cumbre escarlata es la mejor película de Guillermo del Toro de los últimos años. Teniendo en cuenta que no se pone detrás de las cámaras desde Pacific Rim (2013), que sin ser mala no tiene su impronta, puede que sea verdad. Pero lo que sí se puede decir sin faltar a la verdad es que las críticas de las previews han sido excelentes. El mexicano vuelve a su universo, el de El laberinto del fauno (2006), y del que nunca debió salir. A los amantes de los datos les gustará saber que el guión, escrito a cuatro manos, suma a su firma la de Matthew Robbins con quien no trabaja desde Mimic (1997), el título que le lanzó al estrellato.
La cinta tiene un agradable sabor a terror gótico, muy en la línea de la serie Penny Dreadful, que tiene más en común con los relatos de Edgar Allan Poe o H.P. Lovecraft que con la moda actual del gore y los excesos de cámara (léase el sobreexplotado recurso del found footage o a la steadycam).
La trama sigue los pasos de una joven escritora norteamericana, Edith Cushing, que se enamora de un apuesto inglés, Thomas Sharp, que ha llegado a la ciudad en busca de financiación para futuros negocios. Cuando el padre de la joven muere en extrañas circunstancias, Thomas convence a Edith para que le acompañe a su lujosa mansión familiar, Allerdalle Hall, una enorme propiedad de estilo gótico escondida en los montes de Inglaterra y que parece tener vida propia. Allí conocerá también a la hermana del hombre al que ama, y con la que iniciará una batalla psicológica de desgaste.
Un año de retraso
El proyecto inicial era que la película llegara a las pantallas en vísperas de Halloween… del año pasado. Pero no pudo acabarla hasta diciembre, así que ha estado durmiendo el sueño de los justos hasta ahora. En parte, pero solo en parte, el retraso estuvo motivado por el cambio de los actores principales: por motivos que no están claros, aunque parece que sin malos rollos, Benedict Cumberbatch (el televisivo Sherlock Holmes y pronto Doctor Extraño) renunció al papel a favor de Tom Hiddleston (Loki en Los Vengadores). Por su parte, Mia Wasikowska (Alicia en el país de las maravillas) tomó el relevo de Emma Stone (Birdman, The amazing Spiderman).
Por lo visto, la buena sintonía entre la pareja protagonista –que ya coincidieron en Sólo los amantes sobreviven (Jim Jarmush, 2013)- fue fundamental para crear un ambiente en el set que ha llevado a Del Toro a afirmar que ha sido el mejor equipo con el que ha trabajado nunca. Completan el reparto Jessica Chastain (Marte, Mamá) y Charles Hunnam (Jax Teller en Hijos de la Anarquía).
Horror y amor riman
Según Del Toro, La cumbre escarlata quiere ser un "homenaje al romance gótico" en el que apuesta por "mezclar el horror y lo sobrenatural con el drama desaforado" ya que el amor genera muchos fantasmas.
La escena que abre la película, un fantasma que se manifiesta ante una niña, arranca de una vivencia de la madre del director que, cuando era pequeña, recibió la visita del espíritu de su abuela en la cama la noche del funeral: "Cuando éramos niños nos lo contaba y se me quedó grabado en la cabeza", explicó a Europa Press el realizador.
Para él, pese a los elementos sobrenaturales, su película es una "historia de personajes" que aman de forma diferente cada uno de ellos, pasando por el amor de padre, el posesivo y el generoso, mostrándolo al espectador en sus diferentes variantes.
La dificultad de este filme, admitió en la entrevista, fue encontrar el tono, ya que los actores usan un registro no naturalista y "más arriba de lo normal", entregándose a monólogos estilizados y a actuaciones que no quieren ser naturalistas.
Una actualización a contrapelo
"Tu obligación como director es elevar el tono visual a una suerte de melodrama visual que vaya con los personajes", comentó Del Toro, consciente de la fotografía de la película es más estilizada de lo común para poder entrar en este tono. A su juicio, La cumbre escarlata es una actualización del género y va muy a contrapelo de éste: "Sigue fielmente sus principios pero va actualizándolos", añadió.
Por ejemplo, apuntó, está actualizada la mirada sobre la violencia y el sexo, elementos más agudos ahora que en las novelas del siglo XIX, y también contiene "una psicología más aberrante y moralmente más ambigua".
Por su parte, Wasikowska y Hiddleston a Europa Press, señalaron que el reto de sus personajes fue “mantener la complejidad psicológica” de estos, ya que se trata de una historia muy centrada en los personajes.
La protagonista es soñadora, fuerte y curiosa, e idealiza el misterio, “un error común de muchas mujeres”, comentó Wasikowska. Por su parte, el personaje de Hiddleston representa a un hombre carismático y elegante sobre el que disfrutó mucho trabajando, dijo.
Sin embargo, ambos actores, coincidieron en que la distancia entre sus propias personalidades y estos personajes es bastante grande: “¡Sólo me parezco físicamente a Edith!”, aseguró Wasikowska, mientras que Hiddleston únicamente se sintió próximo a su personaje cuando este mira al futuro.
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