Estoy hablando del pequeño restaurante Gula (Blasco Ibáñez, 27; donde almuerzo habitualmente); que, poco a poco, semana a semana ha ido ganando solidez, propuesta y mesas llenas.

Un fantástico menú a 9,90€ (perdona, Eugenio) y las ganas de hacer las cosas bien —eso se nota: “Somos una joven pareja de propietarios, Ana en la sala y Chemo en los fogones. Empezamos hace tres años con una oferta muy popular de cazuelas y tostas; esto ha evolucionado muchísimo desde entonces hasta el punto de ofrecer una carta compuesta de guisos en forma de tapa y pescados de lonja recién cogidos. Es el recorrido que hemos creído conveniente, el de mejorar poco a poco y todos los días.

Hoy estamos muy orgullosos de estar donde estamos, de contar con una clientela creciente, y sobre todo de poder trabajar un buen producto sabiendo que el cliente va a confiar en ti.

Pero esto continúa... en dos semanas inauguramos Napicol, al lado de las Torres de Serrano; un restaurante de mantel, donde se van a ofrecer magníficos arroces, el mejor producto del mar en vitrina y platos de cuchara sabrosos, con el cariño que recibimos de la cocina tradicional”.