Petillantes, pet nat y frizzantes

Helarte de la burbuja más liviana

Hoy seguimos entre hedonistas gurbujas, con las más frescales, pequeñas y risueñas. Cosquillitas de nombres varios desde el petillant, al pet nat, pasando por el frizzante, en una copa siempre espumante. Vamos palante.

| 25/10/2019 | 5 min, 22 seg

Hace un par de semanas hablábamos de los ancestrales, unos vinos especiales por cómo se elaboran, ya que realizan una fermentación y siempre en su botella. Ahora lo que traemos son de nuevo espumosos sí, que pueden serlo por el método ancestral, pero también tradicional o simplemente porque han sido gasificados. Aquí lo que los diferencia es la burbuja, más ligera, con menos presión, pero bien juguetona. Con diferentes nombres según lugar y gustos, en fransé o en españó, mueven su cuerpo como una palmera… suave suave, y que esto no pare. Que los hay rebuenos, rarines, seriotes, grasiosos… etiquetas para una y mil ocasiones, casi siempre con un tapón como corona. Y así, sin más dilación, nos disponemos a un largo deschape que con laterío tendrá aún más brío.

Empezando con La Bueilloise 2017 (La Grapperie) que, armando bullicio, dice que sí, que es pet nat y ancestral llegado del Loira. De chenin blanc y un poquito de pineau d'aunis, entre un montón de uvas y millones de acidez. Directo de sílex, pero mimosón y muy suyo, nos hace felices abriendo unas ostras ahumadas. Y a vivir.

Seguimos sin mover las patitas y con el tímido Natür’lich 2015 (Landron Chartier), venido de la misma Francia y dispuesto a ser único. Variedad folle blanch de elegantón porte, con un algo de extraña locura en la puntita de su respingona nariz. Nos solidarizamos con él y, con bastante valentía, nos la jugamos con unos espárragos con mayonesa. Toma esa. 

El Vino Espumoso Blanco Nativo 2018 (6º Elemento) es de nuevo pet nat de ancestrales confecciones que nos retrae al origen, a la Venta del Moro. Porque es de melocotones y ciertopelo, con peritas de San Juan y su textura. Aromas que embriagan y perduran al lado de unas codornices estofadas.

Toma Castanya Ancestral 2016 (Vinyes Singulars) es xarel·lo y su terruño. Varietales que se imponen con su aquel de barriquita curiosona. Cuerpaso con la grasa justa y en su sitio para que apetezca con muchas cosas de relamer platos. Y lo adoptamos en el hogar, con nosotros y unas huevas de merluza.

Moskas revoltosas que risueñan

Menudo de moscatel menudo, el Moska-Tel 2018 (Finca Fuentegalana) no tiene nada de canijo. Que es gordito con sus cosas sabrosonas y en el lugar indicado. Intensidad de compartir largo rato, con amigos en mágicas tardes entre risas y con unas deliciosas anchoas sobre pan y mantequilla.  

De etapa reina del Tour de Francia llega Les Dolomies Tout Pète Pet Nat NV (Les Dolomies). Jura de gamay y chardonnay con el que un amigui nos concederá algunos puntos a la regularidad. Potencia redonda que da vueltas revueltas, entre vainillas y ahumados de los que saben a gusto. Y nos gusta pero que mucho con una perdiz escabechada.

El Domaine Huet Pétillant Brut 2012 (Domaine Huet) se presenta como uno de esos casos de ligero espumante hecho con el método tradicional. Serio, mineral y muy recto, pone la quinta para llegar lejos. Vino de compartir sin prisa en barbacoa y de entrante con una ventresca de atún sobre esos tomates buenos.

El Pétillant Tranquille 2016 (Casa Pardet) es chardonnay ilerdense y naranjosa. Túrbida naturez, fresca y ligera, que se bebe en visto y no visto. Y mientras tanto viene y va, tracatrá. Un largo paseo de acá para allá y en una de esas nos acerca unas latitas de mejillones fritos en escabeche.

El Fuchs und Hase Pet Nat 2018 Volume 1 (Weingut Fuchs Und Hase) es austriaca sorpresa de indómitas uvas con nombres a veces impronunciables. Grüner veltliner, muller thurgau y sauvignon blanc entre naturales manzanos y finura liviana. Frescales e irreverente, hace flús dejando su recuerdo. El que dice que es ideal como comienzo con unas navajas al natural.

Rositas rosas rojas

Nos quedamos en el país alpino con el Schilcher Frizzante 2017 (Strohmeier). Rosadito seco seco de blauer wildbacher con muchas grosellas y alguna morita chicata. Profundidad de montes tan inmensos que nunca se acaban de abarcar. Ácidos de los mejores que se prolongan en mesa de mantel de cuadros y cantidad de sardinas en aceite.

Seguimos apostando todo al rojirosa y así hasta el final. Ahora con el Rebela Rosa 2018 (Slobodne Vinarstvo). Eslovaco mitad frankovka modrá, mitad cabernet sauvignon donde la burbuja pasa tan de puntillas que se nos escapa entre los labios. Diferencia refrescante para esas cálidas noches en las que la juventud baila y que terminan al amanecer con un bocadillo de melva canutera.

J’ai Soif (Anne et Jean-François Ganevat) es la grenache con la que volvemos al Jura. Austeridad de pétrea mirada que se clava como un cuchillo de amargo placer. Refinado educadito que pide paso con la boca pequeña, aunque no le falta carácter. Y como es de esos de buen yantar, se pone serio y lo asegura, quiere unos chipirones en su tinta.

De muy cerquita y uva poulsard es el Tant Mieux (Philippe et Tony Bonard). Travesura rica y tersa que hace sonreír de agradable agrado. Cerradito al conocerte, se va abriendo y empieza a contar sus cosas con dulce voz y pausadas palabras. Le damos su tiempo y acaba por hacerse un hueco en nuestra mesa delante de unos berberechos al natural.

Nos vamos un ratito a Portugal para probar su Phaunus Pet Nat Rosé 2018 (Aphros Wine). Alvarelhão y vinhão de aires atlánticos y su suave brisa. Sutil y de beber y beber, es todo un ejemplo de lo que hoy nos ocupa. Límpida claridad que refleja orden y concierto. Equilibrio con su justa estructura y unas zamburiñas en salsa de vieira.

Y terminamos en tierra patria de esta Valencia nuestra con el Ancestral Bobal by Mariano 2018 (Bodega Cueva by Mariano). El conjunto que conjuga conjunciones. Un saber de sobriedad y algarabía. Pero qué tía, que sí que se queda aquí. Y con una fabada de esas de anuncio a ver quién le dice ni

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