La exposición colectiva Heteroglosia oscura nace con el objetivo de visibilizar las historias de las mujeres en situación de exclusión social a través del arte contemporáneo, puede visitarse en la Galería Rosa Santos hasta el 18 de febrero
VALÈNCIA. Un nuevo espacio brota en el interior de la galería Rosa Santos. Se trata de un proyecto difuso en el tiempo y sin límite de participantes, nacido a través de una idea germen de Juanli Carrión y Ana García Alarcón… una idea tan grande tenía que desarrollarse a través del arte y de forma totalmente abierta. Todo ello con un objetivo claro: dar visibilidad y apoyo al colectivo de mujeres usuarias de la vivienda Papallona de la asociación ÀMBIT, mujeres en situación de vulnerabilidad con problemas de salud mental que ahora han encontrado un lugar de expresión seguro y compartido. Heteroglosia oscura es un proyecto colaborativo que nace con la ilusión de visibilizar y apoyar a las mujeres expresidiarias de la asociación, para ello se hizo una propuesta en cuatro fases que se se les planteó a las usuarias: una vinculación social a través de la cual se generaría una instalación interactiva (planteada a día de hoy en la sala) y que de cara al futuro se convertirá en una campaña de concienciación (junto al Ayuntamiento de València), considerando también una subasta con motivo de recaudar fondos para el grupo social.
Para la galerista Rosa Santos este concepto es una forma ideal de romper con las estructuras preestablecidas dentro del propio sistema cultural, a través de la colaboración: “En ocasiones la cultura no mira más allá de los mismos agentes que lo componen dentro de un circuito cerrado. Acciones como estos proyectos afirman que el tejido es mucho más enriquecedor”. Santos observa desde bien cerca como este universo se teje gracias al compromiso de las instituciones culturales con los colectivos, dándoles espacios y agencia dentro del sistema artístico. La galería, que desde sus inicios ha buscado la colaboración en la creación del tejido cultural valenciano, comprende este proyecto como una forma de “acogida” y altavoz para las mujeres que participan en este: “La función que tiene la galería es la de intermediario, nosotras cedemos el espacio a este colectivo para que lo utilicen como altavoz para poder expresarse”.
Contando con la idea y el espacio falta incluir las voces en la conversación, y a continuación proyectarlas a través del altavoz cultural que el arte propone. Se define la heteroglosia como la coexistencia de distintas variedades dentro de un único "código lingüístico", lo que vendría a comprenderse como las historias que conforman el proyecto. Carrión, quien prefiere denominarse como artista facilitador o mediador, aclara que se trata de un proyecto totalmente difuso en lo que se refiere a la autoría y la temporalidad: “El proyecto nace de un germen imparable, no tiene final ni límite de participantes. Es una rueda infinita de objetivos diferentes que se compenetran y se ayudan los unos a los otros”. Aunque sin embargo el proyecto sí que tiene una base, Carrión junto a Ana García y Rosa Santos se puso en contacto con 15 usuarias de ÀMBIT, se reunieron con ellas y llevaron a cabo la fase de vinculación, que consistía en desarrollar una serie de talleres para plantear cuestiones desde las mujeres a la sociedad con motivo de ver cómo les ven desde fuera y como les tratan.
A través de este taller se plantearon seis preguntas clave, para plantearlas a los visitantes y generar conversación para derribar el estigma. Entre ellas figuran las siguientes: ¿Qué te he hecho y por qué me discriminas?, ¿por qué tomar psicofármacos genera estigma?, ¿por qué no intentas conocernos?. Una vez planteadas estas cuestiones aparece la oscuridad, para arrojar luz sobre ellas la galería se convierte en un cuarto oscuro en el que los visitantes están invitados a responder a las preguntas planteadas por las chicas. Lo hacen con una linterna, dibujando con luz sobre murales de papel fotográfico que revelarán las respuestas permanentemente. Así lo explica Carrión: “Es una metáfora constante. La cámara oscura simboliza la incertidumbre y oscuridad en la que viven las chicas: muchas veces sus historias se desvanecen en sus propias cabezas por el miedo a expresarlas, porque nunca se les da la oportunidad a hacerlo”, sin embargo la luz es lo que les da fuerza: “Para responder a las preguntas se escribe con luz, como si se hiciera un graffiti, esto queda plasmado en el papel fotográfico, emulando la idea de un mural a través del que se reivindica. El graffiti siempre ha sido una forma de expresión, esta forma de expresarse individualmente es para decirle a la sociedad que estas historias son reales, existen y hay que reivindicarlas”.
A partir de este punto el mensaje se convierte en un mediador y genera un impacto, un golpe necesario para que la sociedad pueda sacar algo de ello: “Todo el mundo hace algo porque quiere algo. En este caso yo hago esto porque para mí es mucho más gratificante”, reflexiona Carrión: “Yo siempre he querido hacer arte y desarrollar el arte y hacer proyectos creativos para conseguir y lograr algo, y creo que con esto podemos hacerlo”. A partir del momento de la materialización de la obra se plantea tanto la idea de la campaña de concienciación social como la subasta de las piezas. Tal y como explica Santos la subasta supone una continuidad infinita de la materia de la exposición: “Gracias a los fondos recaudados en la subasta este colectivo podrá seguir realizando otros programas que estén vinculados con el desarrollo de la creatividad, es una manera de mantener la línea de trabajo”. Sin embargo Carrión ve esta fase como una herramienta para transformar la obra: “El momento en el que esta obra se subasta se transforma en una herramienta que va a generar más programas culturales desde ÀMBIT, es la forma de hacer que la rueda gire sin fin”.
No solo la obra hace este tránsito, también lo viven sus creadores: “Una vez comienzas a experimentar esta magia en este tipo de proyectos no hay marcha atrás, es la mejor forma de participar en el proceso”, aclara Carrión: “El arte objetual el impacto que tiene es muy silencioso y muy lento, eso a mi me frustraba. Empecé a darme cuenta que al trabajar a través de las asociaciones y de esta forma tenía un resultado inmediato y tiene un impacto mucho más inmediato”. El artista contempla ahora la idea de la obra sin una connotación final, sino como una herramienta para un proceso creativo, un proceso que se extiende ancho y largo a través de sus participantes y que no cabe en los límites de una instalación. Es por ello que Heteroglosia oscura podrá contemplarse próximamente en las calles, la historia de ÀMBIT, de los más de 40 visitantes que ya han aportado sus respuestas en el mural y de aquellos que aún están por hacerlo y por formar parte de un proyecto que no entiende de los límites del espacio tiempo.