¡Carrozas, coronas, entre 50 millones y los 100 millones de libras, canapés, champán! Da igual que sea una coronación o una boda, en la realeza, se come y se es hortera por igual.
Dicen algunas fuentes que, desde hace años, el rey Carlos III de Inglaterra tiene en su corte un chef vegano que se preocupa por su alimentación. El monarca recién coronado es para The New York Times King un «early adopter de la alimentación orgánica. Para reducir su huella de de carbono, mantiene una dieta vegetariana dos días a la semana, y no consume lácteos otro día más». Esta sensibilidad alimentaria se ha trasladado al menú que los invitados consumieron durante el banquete de la coronación del pasado 6 de mayo: entre los platos había una quiche vegetariana de espinacas, habas y estragón fresco y una berenjena aderezada con yogur y chutney con cebollas fritas. Lo del costillar de cordero asado con adobo al estilo asiático del chef Ken Hom fue por despistar. No conquistas la opinión pública de un país en crisis con una ensalada.
No todos los y las monarcas de la pérfida Albión se apoyaron en las recetas veganas o vegetarianas para saciar a sus invitados: uno de los sándwiches más emblemáticos de Reino Unido, el coronation chicken, surgió de la receta "Poulet Reine Elizabeth", de malnom Coronation Chicken, creada por Le Cordon Bleu London para ser servida en la comida de coronación de la reina en 1953. La receta original consistía en pollo deshuesado con una crema de curry y una ensalada de arroz con pimientos y guisantes. Alguien en algún momento, metió el guiso entre dos rebanadas de pan de sándwich, cumpliendo así con la británica institución del sándwich.
De hecho, la creación del sándwich también está asociada a la realeza. Surgió de la necesidad de encontrar un tentempié fácil de comer con las manos y que no demandara una gran comparsa ni excesivos tiempos. Este hito alimentario, que hoy en día sigue siendo perfectamente válido, data del siglo XVIII. Fue John Montagu, IV conde de Sandwich, quien se encontró en la situación de tener que seguir con una partida de naipes y nutrirse a la vez. El multitasking, en versión decimonónica.
La unión del príncipe Harry y Meghan Markle, una de las más polémicas de la monarquía británica, no decepcionó en cuanto a esa aceptación de la coentor propia de las uniones maritales: langostinos envueltos en salmón ahumado, espárragos envueltos con jamón, croquetas y otra finger-food que recordaba a la oferta gastronómica de la inglesa tradición de los pubs. Si se compara con el enlace de Guillermo, y Catalina, en la boda del pequeño de los hijos de Lady Di hay un mayor acercamiento a los ritos culinarios del vulgo. En las nupcias del príncipe de Gales se sirvió una comida preparada por 21 chefs que incluía más de 10.000 canapés: rosa de salmón ahumado escocés sobre blini de remolacha, rollo de queso de cabra con nueces caramelizadas, ensalada de cangrejo de Cornualles con huevos de codorniz sobre blini de limón, terrinas de pato con chutney, tartaleta de berros y espárragos, chipolatas a la miel, pastel de abadejo, briznas de espárragos pochados, puddings de Yorkshire con carne asada de ternera en miniatura…
En los banquetes reales ingleses, el momento de la tarta recuerda a aquella frase apócrifa de Maria Antonieta: «que coman pasteles». Dice la leyenda que la princesa la pronunció como solución a las quejas por falta de pan de los campesinos. Dado que el brioche es un pan contundente, rico en mantequilla y huevo, la frase expone el desconocimiento —o el pasotismo— de la princesa respecto a la situación del campesinado. En los enlaces de la realeza británica se reciben pasteles de todo el país, pero solo hay dos pasteles oficiales, preparados por los pasteleros designados, que ven la luz pública. El resto de las tartas se donan a organizaciones benéficas de la ciudad de Londres. Qu'ils mangent de la brioche.
La construcción del amor romántico implica el mantenimiento de ritos como los matrimoniales, la perpetuación de un sistema como la monarquía, también. En ambos casos la comida tiene una función instrumental y gregaria. Y bastante hortera.
En nuestra historia hay banquetes casposos como el ofrecido en honor a Francisco Franco en Santa María de Monserrat, allá por 1942. En el “III Aniversario de su liberación”, el Monasterio de Montserrat ofreció al Generalísimo un brindis monástico cantado. A más de la mitad del país le rugían las tripas por la falta de alimentos, pero el dictador se metía entre pecho y espalda un menú de inspiración medieval con platos como los filetes de lenguado Yuste, el pollo en cazuela Bailén o la espuma de ganso de Pavía.
María de los Ángeles Pérez Samper, investigadora de la Universidad de Barcelona, recoge en sus artículos algunas de las caracterizaciones que los distintos monarcas aplican al menú de la corte. En el siglo XVIII, con la llegada al trono de Felipe V se impone la cocina francesa, fruto del origen francés de la dinastía, e introduce vistosos cambios en el dietario. Otro Carlos III, tercer hijo varón de Felipe V que llegó a la adultez, dejó para los anales de la historia menús como el que sigue:
Comida del Rey: tres sopas: 1 de cangrejos con dos pichones, 1 de hierbas con una polla, 1 de arroz con sustancia de ternera. Diez trincheros: 1 de perdigones asados, 1 de criadillas fritas, 1 de mollejas de ternera, guarnecidas de cresta y botoncillos de pollo, 1 de timbal de macarrones, 1 de filetes de gazapos con vino de Champaña, 1 de pichones con chuletitas, 1 de pato cebado asado, 1 de costillas de ternera en adobado, 1 de costraditas de polla al blanco, 1 de pastelitos a la española. Dos entradas: 1 de pecho de vaca cocido, 1 de tres pollos con jamón. Dos asados: 1 de dos pollas de cebo, 1 de tres pollos o tres pichones.
Cuatro postres: 1 de cangrejos cocidos, 1 de tortas de guindas, 1 de artaletes de higadillos de pollas, 1 de buñuelos en serpiente.
Cena del Rey: tres sopas: 1 de caldo claro con dos pichones, 1 de arroz con sustancia, 1 de pasta de Italia. Ocho trincheros: 1 de perdigones asados, 1 de mollejas de ternera en artaletes, 1 de filetes de pato con salsa de naranjas, 1 de dos pichones en matelota, 1 de pavito cebado asado, 1 de rebanadas de ternera con aceite, 1 de jigote de perdices, 1 de polla estofada con vino de Borgoña. Una entrada: 1 de lomo de ternera asada. Dos asados: 1 de pollas de cebo, 1 de tres pichones. Tres postres: 1 de tartaletas de conserva, 1 de rosquillas de pasta Flora, 1 de huevos frescos.
Viva Carlos III «el Vegano».