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IA, la nueva brecha digital

24/01/2025 - 

ALICANTE. A finales de los años 90, la irrupción de Internet supuso una revolución en todos los ámbitos de la sociedad. Sin embargo, también marcó el inicio de una de las desigualdades más significativas de la era moderna: la primera brecha digital.

La brecha digital hace referencia a la desigualdad en el acceso, uso y conocimiento de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Durante los años 90, esta desigualdad se hizo evidente con la popularización de Internet, que no llegó a todas las personas ni comunidades por igual.

Hoy en día, poco más de dos años después del lanzamiento de la primera versión de ChatGPT, la inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta poderosa con el potencial de transformar la educación, la salud, el trabajo y otros ámbitos de nuestra vida diaria. Sin embargo, también ha puesto sobre la mesa una problemática que no podemos pasar por alto: la brecha digital.

El coste de la inteligencia artificial

Una de las razones principales que están ampliando esta brecha es el coste asociado a la inteligencia artificial (IA). Las herramientas más avanzadas, como los sistemas de aprendizaje automático o plataformas de creación de contenido con IA, suelen requerir dispositivos potentes, acceso a conexiones de internet de alta velocidad y, en algunos casos, suscripciones costosas. Por un lado, podemos encontrar la versión advanced de Gemini por 21,99 euros, aunque se incluye con todo el paquete de servicios de Google One AI Premium, y por otro lado estaría ChatGPT Pro por 200 dólares al mes, como la suscripción más costosa.

¿El resultado? Muchas familias, especialmente en contextos socioeconómicos desfavorecidos, no pueden permitirse el lujo de acceder a estas tecnologías. Según un informe reciente de la OECD, el 17% de los hogares en España aún no tiene acceso a internet de calidad, lo que limita gravemente su capacidad para aprovechar las oportunidades educativas y laborales que ofrece la IA.

La demonización de la tecnología

Otro factor que exacerba la brecha digital es el pánico social de los últimos años hacia las pantallas y la tecnología en general. En algunos sectores de la sociedad, especialmente aquellos preocupados por el impacto de las pantallas en la salud mental y física de niños y adolescentes, se ha creado un discurso negativo en torno a la IA y su influencia.

Si bien es importante abordar las preocupaciones legítimas sobre el uso excesivo de tecnología, esta demonización puede generar un rechazo hacia herramientas que, cuando se utilizan de manera adecuada, tienen un potencial educativo inmenso. Por ejemplo, aplicaciones de IA como Google Lens o Microsoft Math Solver pueden ayudar a estudiantes a superar barreras lingüísticas o resolver problemas matemáticos complejos con explicaciones detalladas.

Caminos para cerrar la brecha

Para intentar frenar y reducir esta nueva brecha digital que estamos viviendo con la aparición de la inteligencia artificial, podemos y debemos empezar por estos tres puntos:

Educación inclusiva: Los centros educativos deben jugar un papel clave proporcionando formación sobre el uso responsable, ético y efectivo de la IA. Además, deberían fomentar programas que garanticen el acceso a dispositivos y conectividad para estudiantes en situaciones vulnerables.

Políticas públicas: Es fundamental que los gobiernos implementen políticas que promuevan la equidad digital. Esto incluye subvenciones para familias de bajos ingresos, desarrollo de infraestructuras de conectividad en áreas rurales y programas de alfabetización digital.

Cambio en la narrativa: Es necesario equilibrar el discurso sobre las tecnologías digitales, promoviendo una comprensión más matizada que reconozca tanto los riesgos como los beneficios de la IA. Iniciativas de concienciación pueden ayudar a las familias a entender cómo integrar estas herramientas de manera positiva.

Reflexión final

La brecha digital que está provocando la IA no es un desafío insuperable, pero sí requiere un compromiso colectivo. Empresas como Google, Apple y Microsoft ya están desarrollando soluciones más accesibles, pero también es crucial que las comunidades educativas y los responsables políticos trabajen juntos para garantizar que nadie quede atrás en esta revolución tecnológica.

* Javier Yebes es doctorando en Tecnología Educativa en la Universidad de Alicante y profesor de informática en Agustinos desde hace 20 años.

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