VALÈNCIA. Imágenes, la mítica tienda de cómics de València, ha cerrado la última de las cuatro sedes que quedaba abierta. El número 18 de la calle Pelayo lleva un par de meses sin más actividad que la de sacar parte de su fondo, según han confirmado fuentes fidedignas a este diario. Si bien su dueño, Vicente Cuenca, no ha querido dar señales ni advertencias del cierre, este diario ha podido comprobar que la tienda permanece cerrada permanentemente y todo apunta a la jubilación de Cuenca.
Imágenes nació como una de las librerías especializadas en cómic con mejor y más extenso catálogo de toda España, pero además, fue el epicentro de varias iniciativas editoriales, creaciones de fanzines y punto de encuentro entre la juventud aficionada al noveno arte durante la década de los 90. Álvaro Pons, actual director del Aula de Cómic de la Universitat de València, recuerda para este diario algunas de sus aventuras. “Recuerdo quedar con Paco Roca, o hacer la primera entrevista a Salvador Larroca en el piso de arriba de su mítica tienda”, señala. Pons estuvo muy ligado a Imágenes durante cerca de una década, tanto dirigiendo la publicación Otaku Press y otras, como ayudando a curar el catálogo americano.
Durante su época dorada, València contaba “con las dos mejores tiendas de cómic de España” —en opinión de Álvaro Pons—, Futurama e Imágenes. Una era la vanguardia, otra el fondo de catálogo. Una era la élite, otra era el underground fanzinero. Vicente Cuenca acogió las iniciativas que salían de la parroquia de su tienda e hizo de mecenas: y desde el bajo de la calle Pelayo salieron proyectos como El Maquinista o hasta una colección de comicbook.
Tras la primera tienda, abro una segunda dedicada al merchandising, Imágenes Shop, en consonancia con las tendencia del mercado del mundo comiquero. Más tarde haría lo propio con una tienda dedicada al Manga, siendo pionera en la ciudad entonces y recogiendo un público renovado. Imágenes llegaría a tener hasta cuatro sedes de manera simultánea (la última, Imágenes Fantasy), pero las diferentes crisis económicas fueron minando el proyecto progresivamente.
Vicente Cuenca se va sin hacer ruido, tan solo bajando la persiana sin intención de volverla a levantar. “Era la crónica de una muerte anunciada”, señala Pons. Este diario ha intentado, sin éxito, contactar con el propietario de la tienda para recoger su testimonio, pero varias fuentes apuntan a los mismos hechos: el cierre se debe a su jubilación, si bien la situación económica no era buena.
También cabe resolver la incógnita de qué pasará con el fondo bibliográfico de Cuenca, que empezó vendiendo cómics en el rastro y acabó liderando todo un tótem para el noveno arte en la ciudad.