MADRID. En la última semana hemos asistimos a importantes acontecimientos dentro de la actual crisis geopolítica que sacude a todo el mundo. Las sanciones europeas a Rusia, que se consideró que serían moderadas -a pesar de las declaraciones de carácter voluntarista- resultaron ser mucho más severas y, además, surgieron verdaderas revueltas geopolíticas en Europa.
La onda expansiva psicológica y política de esta crisis se deja sentir en el cambio histórico de la postura de Alemania, que tomó la decisión de propiciar un programa de rearme masivo, implicándose claramente en el conflicto, con el envío de material militar a Ucrania. Pero la reacción europea fue global y no se limitó a Alemania. La escalada se hace evidente con la amenaza nuclear lanzada por Moscú ante la reacción de Europa.
En el plano económico, cabe destacar las cuantiosas sanciones tomadas contra Rusia y sus dirigentes, especialmente por parte de Europa. El sistema bancario ruso se verá muy afectado y la economía rusa en su conjunto está bajo presión. Más allá del sentimiento de repulsa que todos tenemos por esta crisis, los impactos económicos son preocupantes. Son naturalmente negativos para la economía mundial y, en particular, para la europea.
La cuestión de las materias primas y el gas es más importante que nunca, ya que podemos esperar una reacción rusa a este paquete de sanciones y a la implicación europea en Ucrania. Ahora podemos imaginar que el Banco Central Europeo (BCE) tendrá que cambiar su posición y reconsiderar rápidamente su objetivo prioritario de estabilizar los precios. En efecto, la inflación acabará teniendo un efecto recesivo y es probable que el equilibrio entre precios y salarios se complique.
En lo que respecta a nuestras carteras, no están directamente expuestas a Ucrania y Rusia. Consideramos que la visibilidad es aún muy limitada y los últimos acontecimientos exigen una mayor cautela en los mercados. Incluso si los bancos centrales hacen nuevos esfuerzos para mejorar las condiciones financieras, esto sólo tendrá, en el mejor de los casos, un efecto estabilizador en los mercados.
Tras una recuperación de los mercados de renta variable el viernes 25 de febrero, el lunes 28 de febrero se reanudó la tendencia a la baja en la renta variable ante el nuevo deterioro de la situación en Ucrania y las sanciones impuestas por el resto del mundo. Desde un punto de vista sectorial, los valores más cíclicos y que habían alcanzado altas valoraciones están mostrando los mayores descensos, especialmente las acciones de financieras, automovilísticas y empresas de bienes de consumo.
En cambio, los sectores más defensivos están teniendo un buen comportamiento como el sanitario, el inmobiliario y el de utilities, este último apoyado por la inminente crisis energética, que hace que los inversores vuelvan a interesarse por las energías renovables. El sector energético, aunque favorecido por la subida de los precios del petróleo y el gas, se está viendo perjudicado por la relación entre las principales compañías petroleras y Rusia.
Nuestros fondos de renta variable no tienen exposición directa a Rusia o Ucrania, pero sectores como el bancario, el de consumo discrecional y algunos valores industriales se ven muy afectados por el efecto contagio. Seguimos de cerca la situación y hemos reducido nuestra sobreexposición a los sectores más cíclicos. En ausencia de una evolución positiva de los acontecimientos, los sectores más defensivos deberían seguir desempeñando su papel para proteger las carteras. En cuanto a la geografía, es probable que la eurozona sufra por su mayor exposición al conflicto actual.
Jean Luc Hivert es CIO en La Française AM