el muro / OPINIÓN

Incendios

10/07/2022 - 

VALÈNCIA. Ha leído estos días, y no por la obra de Richard Ford del mismo título, que a nuestros gobernantes autonómicos y municipales les ha entrado cierto pánico escénico, o quieren simplemente demostrar que algo hacen después de tantos años de pasiegos. Hasta son capaces de montar seminarios sobre el sueño en los museos -espero que no quiera decir aburrimiento por lo que nos exhiben- e incluso también han montado simulacros de incendio. Son sus grandes actividades para los tiempos que corren.  

Así que, para eso tenemos a nuestros centros de arte de referencia. No para mostrar o poner en valor el patrimonio mueble sino para convencernos de que todos debemos de estar tranquilos ya que con simulacros estaremos en buenas manos. Como si el fuego aceptara treguas políticas. Han actuado los querubines como en uno de esos cruceros que recorren el Mediterráneo. Ya saben, cuando subes a un barco de tonelaje lo primero que haces es superar unas pruebas de aptitud, pánico y destreza por si por alguna de aquellas el barco se hunde.

Yo creo que hay muchas instituciones valencianas a punto de irse a pique como alguien no ponga remedio. Visto lo visto, convertir en noticia asuntos de tan poca monta pero de absoluta metáfora es sintomático.

Y es que el mundo real es un simulacro en sí. Un día lames el poder y al día siguiente, por sintonía, formas parte de él. Aunque también otro día, abusas y lo pierdes todo por aparentar/ejercer ese mismo poder mientras los que considerabas esbirros le pegan fuego a la insignificante personalidad. Ya lo dijo el genial director teatral Peter Brook, galardonado alegremente por la Generalitat de Zaplana con miles de euros por una foto con él en la Valldigna: "Cuando creas que has hallado lo que buscas, piénsalo bien. Quizás sólo sea un montón de mierda".

Miren si no lo que sucede en el Palau de la Música de Valencia donde todos están alborotados. No es ya simplemente cuestión de calor estival. Más bien, producto de hastío. Eso es que algo no funciona. Algo así como para que el propio comité de empresa del auditorio valenciano, en obras hasta 2023 y que ha perdido un buen número de abonados, se levante en armas contra su concejala -Gloria Tello- y le declare la guerra sindical. No todo es culpa suya. Pero aparenta el principio del inicio del mismo fin. O sea, se acercan elecciones y la descomposición va en aumento.

Por ello pienso que ese ejercicio o simulacro de incendio organizado recientemente como show en nuestro Museo de Bellas Artes -Dios no lo quiera- podemos entenderlo como un símil de la actual situación cultural. Mucho gesto externo, pero apenas resultados. Demasiado reparto, pero escasas conclusiones tangibles más allá de lo que se conoce como funcionamiento ordinario. Apenas nada ha cambiado.

A veces tengo la sensación de que hemos llegado a un momento de tal relajación política que hasta se han secado las ideas. Un simple cambio de nombres en los cargos no es suficiente cuando dejan de brillar las iniciativas/ideas de presente y futuro. El resto es mero atrezo. Incluso muchos/as han desaparecido ya que han llegado al cargo por su bula política.

Es algo así como querer hacernos creer que, de repente, las lumbreras de la cosa pública han descubierto su absoluto desconocimiento de la realidad, pero no el cambio de la sociedad. Por ello nos montaron el concierto ese de Fent País, de miles de euros y escasa repercusión social y política. Cuando conozcan los gastos del evento ya se asustarán, ya.

Ahora nos quieren vender la posibilidad de una ilusa peatonalización o integración de nuestro Museo de Bellas Artes con la ciudad, bien a través de su acceso a través de los Jardines de Viveros o la creación de un subterráneo para el tráfico rodado a sus puertas. No limpian calles, ni jardines, ni alcorques, ni calles, pero piensan en excavadoras.

Estoy realmente sorprendido. En primer lugar, por el desconocimiento que algunos demuestran y la carencia de sintonía con la propia ciudad; y por otra, porque no todo es posible, salvo en sueños o pesadillas. Ahora resulta que los mismos que cerraron el acceso al San Pío V desde Viveros después del traslado de los elementos del Patio del Embajador Vich nos lo quieren reabrir de nuevo al público como gran novedad. Son tremendos.

Y dos, como levanten un subterráneo rodado al tráfico se van a encontrar con una de las principales acequias de Valencia y un patrimonio arqueológico junto al Palacio Real que puede dar miedo. Pero para eso pagan informes externos. Es lo fácil. Deben de estar muy mal asesorados,

Afortunadamente, somos conscientes de que eso es lanzar humo, intentar abrir debates innecesarios, pero justifica cargos y asesores en horas bajas.

Pero aún es peor comprobar que después de pasados tantos años nada ha cambiado, salvo caras, cargos, nombres y siglas políticas.

Por ello los simulacros. La pregunta no es saber qué pasaría si el San Pío V se incendiaria, sino si realmente existe un plan de evacuación y conservación a medida y ¡garantías y protocolos reales que para nada sirven como se demostró en las inundaciones de 1957, mediados de los sesenta y la de los 2000. Al fin y al cabo, por mucho chaleco salvavidas que había, el Titanic se hundió, pero eso sí, sonaban los violines.

Puro romanticismo decadente al que estamos sumidos ya demasiado tiempo.

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