Consuelo Císcar impuso su autoridad con mano férrea en el IVAM durante su mandato. Ahora, fuera ya del cargo, salen a la luz su arbitrariedad y despilfarro
VALENCIA. «Nene, tú no sabes cómo funciona esto. Aquí se gasta y luego ya lo ponen». Cuenta un extrabajador que se dio cuenta de que tenía que salir del IVAM el día que discutiendo con Consuelo Císcar sobre unos presupuestos y la conveniencia o no de realizar un gasto, ésta le respondió así. No se trató de una epifanía. No le dio ningún rayo de luz en la cabeza y se cayó del caballo. Fue pura lógica. «Sabía que así no se iba a ninguna parte. No me extraña lo que ha salido ahora», comenta.
Se refiere al informe de Intervención de la Generalitat, hecho público este mes de junio, que ha desvelado más de 60 irregularidades y que ha motivado a UGT a denunciar a Císcar ante la Fiscalía Anticorrupción. En el disparadero se encuentran las adquisiciones de obras de arte, en las que las contratasaciones encargadas por los interventores han revelado que se han comprado obras hasta quince veces por encima de su valor de mercado, como es el caso de las del pintor portugués Julio Quaresma, amigo personal de Císcar, o el de la compra más importante realizada por Císcar durante su mandato al frente del IVAM, las esculturas de Gerardo Rueda, que fueron vendidas al IVAM por 2,9 millones de euros. La contratasación encargada por la Generalitat ha valorado estas obras en una décima parte. Son una copia póstuma, legal, sí, autorizada por el heredero, pero en ningún caso se puede considerar obra del artista, quien lleva muerto diez años.
La compra se realizó a José Luis Rueda, pareja sentimental y, posteriormente, hijo adoptivo de Gerardo Rueda, fórmula que se empleaba antes para que las parejas homosexuales pudieran heredar. En ella tuvo un papel importante el periodista madrileño Rafael Sierra, entonces amigo personal de José Luis Rueda y hombre de confianza de Císcar. Sierra, quien se encuentra detrás de otro de los contratos más criticados por Intervención de la Generalitat, el suscrito con la revista Descubrir el Arte para la distribución de Cuadernos del IVAM, tuvo también un papel importante durante los años de gestión de Císcar y fue comisario de varias exposiciones.
Para Intervención de la Generalitat, la mayor parte de las actuaciones de Císcar analizadas durante el informe están llenas de irregularidades. En el caso de Cuadernos del IVAM el contrato supera los 2,35 millones de euros por veinte números en diez años. Intervención denuncia que no se ha ejer cido un control fiable de la distribución de la revista, de los costes, de los pagos... Las dudas son tantas que la nueva dirección, encabezada por José Miguel García Cortés, ya ha anunciado que no piensa pagar el último número, el 20.
Otro tanto sucede con el catálogo razonado de Julio González que estaba realizando el exdirector del IVAM Tomás Llorens, una ambiciosa y costosa obra en cuatro volúmenes, de la cual se han editado hasta la fecha tres volúmenes. La nueva dirección ha cancelado el acuerdo con la Fundación Lalo Azcona para la edición del cuarto volumen.
Hasta la fecha se habían gastado 769.706,25 euros en los tres volúmenes, con un gasto medio por ejemplar impreso de 147 euros. Intervención ha criticado la utilización del convenio para eludir la normativa vigente, que «las liquidaciones de gasto consisten en hojas sueltas que no identifican a su autor» o que no consten justificantes de gastos, «ni siquiera fotocopias», por importe de 39.634,28 euros. Asimismo, el informe revela que de los 2.567 ejemplares del catálogo sólo se han vendido 22 y se han repartido 161 como protocolo. El resto está en los almacenes.
«Diez años de este tipo de gestión han provocado lo que han provocado», comenta este trabajador. De hecho, asegura, lo sucedido ahora no es nuevo sino que es una réplica de la gestión de Císcar en el Consorcio de Museos, el cual dirigió entre 1996 y 2004. Persona sin formación específica en Historia del Arte ni en la gestión museística, Císcar generó una deuda de 14,4 millones de euros que se tuvo que renegociar y se acabó de pagar en 2014. Fue expulsada de la Conselleria de Cultura en 2004 por el entonces conceller Esteban González Pons, quien prefirió despedir a su vez al catedrático Kosme de Barañano y recolocarla al frente del IVAM. La mandó a la jaula de oro, al retiro dorado. «A Consuelo se le consentía todo», se lamenta este extrabajador.
El porqué de su ascenso a la cúpula del mundo cultural institucional valenciano ha estado inextricablemente unido al de su esposo, Rafael Blasco. Hombre de confianza de Eduardo Zaplana, gran muñidor en la sombra de pactos y acuerdos, Blasco se encuentra en estos momentos en la prisión de Picassent por el caso Cooperación. Blasco ha sido condenado por delitos de malversación en concurso con prevaricación y falsedad, y tiene pendientes otras dos causas por el supuesto desvío de otras partidas por parte de la Conselleria de Solidaridad y Cooperación a la Fundación Cyes para proyectos en Nicaragua.
La situación de Blasco y el hecho de que a Císcar la esté investigando la Fiscalía Anticorrupción no les parece una triste coincidencia a muchos. Es más, hay quien cree que lo que ha destapado Intervención es la punta del iceberg. Uno de los abogados que denunció a Rafael Blasco, Antonio Penadés, acusación popular a título individual en el caso y presidente de Acción Cívica contra la Corrupción, afirma que «en los últimos años se ha desviado mucho más dinero público de lo que los ciudadanos sospechan». «No cabe mayor deslealtad que la utilización en provecho propio de una institución que es de todos», dice. «Es urgente, por tanto, recuperar el dinero robado y el prestigio institucional perdido, así como instaurar unos controles administrativos efectivos», agrega.
El cómo Císcar pudo controlar durante diez años el IVAM y actuar a su libre albedrío es una responsabilidad única y exclusiva del PP. Así lo cree el crítico de arte valenciano José Luis Pérez Pont, quien fue uno de los que más contrario se mostró a los modos y maneras de la exdirectora y quien se atrevió a denunciarla públicamente, en rueda de prensa, pidiendo su cese, cuando nadie lo hacía. «El modo de actuación de Consuelo Císcar ha estado marcado por el despotismo y el abuso de poder, no sólo en el IVAM, sino también en su etapa en la Conselleria de Cultura», asegura.
Para Pérez Pont, en estos últimos veinte años se ha producido una «confusión» en los responsables políticos que les hacía creer que las instituciones que representaban eran una extensión de sí mismos, «por lo que quizás en algún momento pensaron que los recursos eran suyos». «Esa dinámica política tiene en esa señora [Císcar] uno de sus máximos exponentes en Valencia. Pero también es evidente que sus prácticas se habrían visto frustradas si no hubiera dispuesto de una red de apoyos y silencios, que va de las altas instancias políticas y económicas hasta el propio comité de empresa del IVAM, pasando por el Consejo Rector del museo». Para Pérez Pont, abogado y expresidente de la asociación de críticos valencianos, «son necesarias muchas acciones y muchas omisiones para que ese modelo de funcionamiento se perpetúe en el tiempo».
Hay personas en el IVAM que aseguran que «lo peor está por saberse»
Un comportamiento virulento, que no rehuía la confrontación en público, hizo de Císcar una persona temida, que no respetada. A ello se unía su forma de actuar, que incluía premios y castigos, para quienes se mostraban desafectos. Una tesis, la de las represalias, que comparten antiguos colaboradores en el museo. «Hay gente que nunca ha expuesto en el IVAM ni ha hecho ninguna actividad ni nada. Personas que han hecho comisariados internacionales, algunos de ellos en la propia ciudad de Valencia, pero que en el IVAM no han hecho nada. No había lista negra, pero como si la hubiera», comentan.
Exposiciones, catálogos, compras, toda su actuación al frente del museo de arte moderno valenciano, el primero que se creó en España, está ahora puesta en tela de juicio. Ningún gesto, ningún acto, ningún viaje está libre de sospecha. Son tantas las dudas, las preguntas sin resolver, unido a la constatación de las irregularidades, que han hecho que salten las alar mas. Ya hay en el IVAM personas que aseguran que «lo peor está por saberse».
El último episodio de este sainete se vivió el pasado 1 de julio, cuando se oficializó la marcha de Raquel Gutiérrez, coordinadora de Exposiciones y de la Colección con Cortés, y mano derecha de Consuelo Císcar primero en el Consorcio de Museos y después en el IVAM. «Ella es una pieza clave en el entramado que ahora se investiga. Nunca debió ser incorporada al nuevo equipo si lo que se buscaba era regeneración», dice Pérez Pont. Era la última persona del equipo de confianza de la exdirectora que quedaba en el museo.
Pero su marcha del organigrama directivo no basta para garantizar que el arte vuelva a ser protagonista. «Desconocemos todavía qué pactos o acuerdos puede haber aún detrás. Que Ana Peters [difunta esposa de Tomás Llorens] vaya a tener una exposición en el nuevo IVAM [que se inaugura el 23 de julio], también da algunas pistas», comenta Pérez Pont. Indicios, sospechas, dudas, todo cuanto envuelve al IVAM está cubierto de una neblina enturbiadora.
(Este artículo se publicó originalmente en el número de julio de Plaza)