Sensacional actriz, activista política, icono pop, pero también madre ausente, con trastornos alimentarios, adicta a la dexidrina y maníaca de la perfección. Así se muestra Jane Fonda en el documental, disponible en HBO, Jane Fonda in five acts
VALÈNCIA. “Intentar ser perfecta es un viaje peligroso”. La sabia reflexión se escucha en boca de la actriz, activista política y evangelizadora del aerobic, Jane Fonda, durante el documental Jane Fonda in five acts, disponible en HBO España. "Detesto la idea de haber tenido que retocarme para sentirme bien. Me gustaría ser más valiente, pero soy lo que soy", confiesa en uno de los momentos más reveladores del film. El documental no se centra en repasar pormenorizadamente la carrera cinematográfica de la estrella de Hollywood sino de descifrar su viaje personal. Jane Fonda in five acts, dirigido por Susan Lacy, habla de aciertos y errores cometidos, de crecimiento como individuo, de traumas de la infancia que resolvió en la madurez y, por último, de la asunción de la vejez.
Símbolo sexual desde la intergaláctica Barbarella, líder pacifista, reina delos calentadores de gimnasia y exitosa empresaria del VHS, confiesa en más de una ocasión a lo largo de la cinta sus imperfecciones. “Odio el hecho de que he tenido la necesidad de cambiarme para sentirme bien”, asegura. “Ojalá no fuera así. Amo las caras viejas. Amo las caras vividas, como la de Vanessa Redgrave”. Sin embargo, asume que llegada a la ancianidad, sucumbió a la presión. “Me cansé de parecer cansada cuando no lo estaba”, explica.También reconoce haber sido presa de la bulimia y consumir dexidrinas diariamente durante décadas. Su extrema delgadez, ya de octogenaria, constata que Jane Fonda insiste todavía en tener una figura envidiable.
¿Quién hubiera pensado que la estrella de Hollywood que vendió 17 millones de vídeos VHS sobre aerobic, provocando el boom de la industria del vídeo doméstico, ocultaba un desorden alimentario para mantenerse delgada? Pero más sorprendente aún es descubrir en el film que Fonda se animó a hacer de la gimnasia un negocio para financiar la ‘Campaña para una Democracia Económica’, la organización sin ánimo de lucro de su entonces marido, el activista y pacifista Tom Hayden.
La presión por ser una de las mujeres más bellas de Hollywood no fue solo social (por ser un icono de la belleza), además de profesional (por la escasez de papeles para las mujeres maduras en Hollywood), sino también auto infligida. La actriz llega a esa conclusión al analizar su agitada vida sentimental: “Ninguno de mis matrimonios fue democrático porque se esperaba de mí que fuera de una cierta manera. Tenía que comportarme no tanto como Jane Fonda, sino con la idea que ellos tenían de cómo debía ser Jane Fonda. Tenía que ser perfecta para ser amada”.
El documental descifra la biografía de la hija de Henry Fonda desde su infancia, marcada por la trágica muerte de su madre cuando ella tenía 12 años (no supo hasta años después que su madre se había suicidado) hasta el momento presente, ilustrado con abundante material gráfico que incluyen películas caseras. El documental se divide en cinco actos, cuatro de ellos titulados con el nombre de los hombres más importantes de su vida: su padre y sus tres maridos (el cineasta francés Roger Vadim, el activista político Tom Hayden y el magnate de los medios Ted Turner). En el quinto acto trata de la Jane Fonda octogenaria liberada de pareja alguna; de la Jane Fonda con la cadera de titanio haciendo todavía yoga o en la marcha de las mujeres contra Trump; de la Jane Fonda implicada como madre, hasta entonces su peor papel, repleto de fallas y de ausencias; y, como decíamos, de la Jane Fonda que confiesa haber vivido con trastornos alimentarios y que sucumbe a la cirugía para seguir manteniéndose “perfecta”.
Hay anécdotas suculentas como la narración de cómo filmó su primer striptease en Barbarella para los créditos iniciales de la película: “Situaron la cámara en el techo, yo estaba tumbada sobre un cristal y tenía que ir quitándome el vestuario. Estaba totalmente bebida. Bebí muchísimo vodka. Estaba aterrorizada”, confiesa. La sorpresa apareció al día siguiente, cuando se dieron cuenta de que el material no valía porque se había colado un murciélago en el plano. Tuvieron que repetirlo esa misma mañana. “Así que en el plano definitivo, yo no sólo estaba borracha de nuevo, sino también con resaca”, se ríe.
Según confiesa durante la promoción del documental, aceptó participar en el film para mostrar al público la importancia que tuvo para ella el activismo político. Su compromiso en la lucha contra la guerra de Vietnam le provocó muchas enemistades. Pero fue en julio de 1972 cuando decididamente enfureció a sus detractores, ganándose el apodo de Hanoi Jane.
En abril Fonda acababa de ganar un Óscar por su actuación en Klute de Alan Pakula. Era la actriz del momento. En esas circunstancias aceptó una invitación para visitar Vietnam del Norte. Durante su mediática estancia, Fonda acusó a EEUU de estar bombardeando injustamente tierras de cultivo, lejos de objetivos militares; imploró por radio a los pilotos estadounidenses que detuvieran los atentados. “Les pedí que consideraran lo que estaban haciendo. No creo que lo sepan”, explica; se reunió con un puñado de prisioneros de guerra estadounidenses; y lo que no le perdonan los veteranos de guerra y parte de la opinión pública, se dejó fotografiar subida en un arma antiaérea vietnamita que se utilizaba para derribar aviones estadounidenses. La ganadora del Óscar del año, bromeó mirando por la mirilla de semejante armatoste y después se tapó los oídos simulando una explosión.
Aquella foto dio la vuelta al mundo. En el congreso, algunos políticos pidieron que fuera procesada como traidora. Y desde entonces, su imagen pública se vio seriamente dañada. “¿Qué diablos pasa con Jane Fonda? Lo siento mucho por Henry Fonda, es un buen hombre”, cuentan que dijo Richard Nixon al enterarse.
“Fue mi error. He pagado y seguiré pagando por él”, explica Jane Fonda al hablar del capítulo más oscuro de su vida, del que se ha disculpado reiteradamente a lo largo de los años. Lamentablemente, todavía hoy, en una firma de libros o en una manifestación, la actriz recibe desaires de quienes no olvidan ni perdonan aquella imagen.
Pero lo que no deja duda es que Jane Fonda in five acts es un retrato sincero de una mujer contradictoria, imperfecta y honesta, con una vida fascinante.