VALÈNCIA (VP/EP). El escritor irlandés John Banville (1945, Wexford) ha reivindicado la novela negra -que cultiva con la firma de su alter ego, Benjamin Black- y ha abogado por no encasillarla: "No hay género mayor o menor; hay buena literatura, nada más importa". El autor, Premio Príncipe de Asturias de las Letras, se ha expresado en estos términos en la rueda de prensa que ha ofrecido en València con motivo de su presencia en el festival VLC Negra, donde este sábado mantendrá un encuentro con lectores a las 20:00 horas en la Fundación Bancaja.
Banville -que ha estado acompañado por el director del certamen, Jordi Llobregat, y los representantes de las editoriales Alfaguara y Bromera, que publican su obra en castellano y valenciano, respectivamente- ha insistido en que la narrativa policíaca puede ser tan buena, si está bien escrita, como cualquier otra. Lo que hace, ha señalado, es "mirar los hechos y los motivos, observar, coger trocitos" de realidad para construir las historias, como un Frankenstein.
El autor, que ha desplegado jocosidad e ironía durante todo el acto, ha bromeado con que "daría todas las novelas de Camus y Sartre por una sola de Simenon". Además, ha considerado que "de alguna manera, toda novela contiene algún misterio".
Así mismo, al escritor se le ha preguntado por su nuevo trabajo La señora Osmond, donde retoma al personaje de Retrato de una dama donde lo dejó Henry James. Preguntado por si cree que a este autor clásico le gustaría su obra, ha comentado "quién sabe, igual se está revolviendo en su tumba" pero ha aseverado que ha sido "tan fiel como ha podido".
Sobre el "feminismo" de este volumen, Banville/Black ha aclarado que "cuando uno se pone a escribir no lo hace con un objetivo o mensaje", aunque ha señalado que "James fue un homosexual reconocido al que le encantaban las mujeres".
Banville ha agregado que durante años se le acusó a él de misógino por un título como Antigua luz, algo que ha manifestado "no comprender". En este punto, ha recalcado que cuando imagina un personaje no piensa en clave de hombres o mujeres sino de personas. No obstante, ha apostillado: "Me gustan más las mujeres, además de por razones obvias, porque están menos obsesionadas consigo mismas y tienen más sentido del humor". "Todo lo que he aprendido en mi vida lo he aprendido gracias a las mujeres", ha insistido.
Acerca de sus próximos proyectos, ha avanzado que ya está preparando una novela "muy oscura y enfermiza" ambientada en Venecia. Sobre la posibilidad de situar alguno de sus libros en España, ha declarado que sería "interesante", aunque le resulta difícil imaginar a su forense Quirke "en un país que no conoce, con un traje negro, pasando calor y echando de menos la lluvia".
El escritor se ha referido también a su dualidad Banville-Black y ha argumentado que todos, en realidad, tenemos muchas caras. "La idea de que somos organismos de una sola alma viene de la religión: pero nosotros somos veinte, treinta o cuarenta personas diferentes", ha sostenido.
John Banville comenzó a ejercer el periodismo en 1969, oficio que mantuvo durante 25 años, e inició en paralelo su carrera como escritor. Desde 1970 ha publicado veinte novelas con su nombre auténtico, que le han consolidado como uno de los escritores contemporáneos más prestigiosos del planeta.
En 2006, decidió crear un alter ego propio, Benjamin Black, firma bajo la cual ha publicado once novelas, siete de ellas de la serie Quirke, un patólogo-detective hastiado de la vida, lúcido, obstinado y alcohólico, que vive en el Dublín de los años 50 del siglo pasado. Black también ha escrito una novela por encargo de la familia de Raymond Chandler (La rubia de ojos negros, Alfaguara, 2014) con el célebre detective Philip Marlowe como protagonista. Black imitó con gran solvencia el estilo del mítico escritor.
Además del Premio Príncipe Asturias de las Letras en 2014, el escritor, que es miembro de número de la Royal Society of Literature desde 2007, ha acumulado más de una quincena de premios literarios en Europa y Estados Unidos en sus cincuenta años de carrera, entre los que destacan el Premio Guardian de 1981, el American Irish Foundation, el Booker de 2006, el Franz Kafka de 2011, el Premio Austríaco de Literatura Europea de 2013 o el RBA de 2017.