VALÈNCIA (EP). El escritor y periodista Juan José Millás ha puesto en valor en su última novela Solo humo los cuentos clásicos de los Hermanos Grimm: "Son el espejo en el que nos miramos y donde comparar nuestras emociones con las emociones de los personajes". El autor considera "nefasto" el proceso de "edulcoración" de estas historias que forman parte de la tradición oral y son "un espejo en el que nos miramos y donde comparar nuestras emociones con las emociones de los personajes". Millás, natural de València, presenta en la Fira del Llibre de su ciudad esta obra. Una ciudad que dejó a los seis años para mudarse con su familia a Madrid y que recuerda mucho porque, para él, es como el "paraíso perdido". "Se convirtió en un hogar mitológico para mí y he fantaseado con qué habría pasado si me hubiera quedado aquí a vivir", ha afirmado en una entrevista a Europa Press.
El autor todavía guarda el recuerdo del cambio "brutal" que supuso abandonar "el Mediterráneo, el mar, la luz, la humedad y la temperatura" para llegar al Madrid de principios de los 60, un lugar "frío y espantoso". "Para mí era incomprensible no poder ir a la playa cada fin de semana y entender que estaba en el interior, donde no hay playas. Era pequeño y pensaba que todos los sitios tenían playa; es más, no concibo todavía que ningún sitio no tenga playa", ha bromeado. En 'Solo humo', el protagonista descubre el día de su 18 cumpleaños que su padre, del que solo sabe que les abandonó a él y a su madre, ha fallecido y le ha dejado de herencia su piso y algo de dinero. Según relata Juan José Millás, Carlos encuentra en esa casa su identidad.
"Él quizá siente que, hasta ese momento, su identidad se ha montado sobre materiales ajenos, es decir, se siente como un hombre enajenado, muy influido por la presencia de su madre, con un padre ausente y del que él se ha tenido que construir una imagen fantástica. Entrar en la casa de su padre, por un momento, parece que le permite ver al padre real", ha descrito. "El dato más importante que tenía sobre su padre es que era un hombre turbio y, de repente, al entrar en su casa y ver sus libros y sus objetos tiene la posibilidad de ver al padre real y de crearse una identidad menos enajenada de la que se había construido hasta entonces", ha aclarado.
El autor cuenta que Carlos busca encontrar respuestas sobre todas las incógnitas alrededor de la figura de su padre y, a través del libro de cuentos de los Hermanos Grimm, que tenía sobre la mesilla de noche, consigue adentrarse en el mundo de la cultura fantástica y de la imaginación. Un mundo desconocido para él. Preguntado por qué los Hermanos Grimm, Millás ha señalado que estos cuentos forman parte de la tradición oral que son "un espejo en el que nos miramos y donde comparar nuestras emociones con las emociones de los personajes". "En esos cuentos hay bondad y hay crueldad, y hay egoísmo y hay solidaridad, porque la vida está llena de esas cosas, y esas cosas coinciden con frecuencia en una misma persona. Los niños son buenos, pero son perversos también; son solidarios, pero son egoístas. Y entonces, si en los cuentos no aparecen todos esos registros, el niño no acaba de verse reflejado". En este sentido, el periodista ha asegurado que el proceso que se está viviendo por el que los cuentos se van "edulcorando" y van eliminado de ellos los aspectos "más feos", es "nefasto".
Durante la obra, el protagonista, Carlos, repite varias veces el concepto "leer por responsabilidad", una frase que, según destaca Millás, es "muy misteriosa" y tiene que ver con el respeto a la tradición oral. "Antes las historias se contaban por responsabilidad, no solo para divertir, porque estos cuentos eran los responsables de la visión de un mundo que iban a tener los oyentes (...) Cuando los lectores leemos le quitamos el dolor de cabeza a los que no leen, es decir, transmitimos los valores de la lectura por una especie de ósmosis al mundo no lector y, por lo tanto, hacemos mejor al mundo". Por ello, el escritor explica que una de las ideas que tenía claras a la hora de empezar a escribir esta historia era tratar de transmitir lo "brutalmente perturbadora" que es la experiencia lectora.
"Yo me disocio cada vez que hay una novela que me gusta porque estoy fuera de la novela y dentro al mismo tiempo. Entonces transmitir esa idea es casi como un servicio público. La masa crítica lectora está haciendo un servicio público a la sociedad en la que vive porque está transmitiendo realidad". Asimismo, el autor ha apuntado que los lectores son capaces de vivir muchas vidas gracias a la lectura. "Esto es fantástico porque te permite ser un día asesinos y otro, policías; otro, enfermos y otro, dependientes de un establecimiento. Leer te permite vivir experiencias con la ventaja de que todas ellas son reversibles, al contrario que las experiencias de la realidad".
Uno de los principales puntos de la novela es la manera en la que se representa el paso del tiempo, un tiempo que dentro de la historia va a un ritmo distinto que el de la realidad. Al escritor le gusta pensar que las novelas están "llenas de vida" y que todos los personajes se reúnen en una página en blanco para debatir, como hacemos las personas, sobre si Dios existe, en esta caso siendo Dios los lectores. "Cuando los libros están quietos en las estanterías los personajes no tienen que actuar para nadie, entonces se reúnen en una de las páginas de cortesía y discuten. Y quizá en una de esas, mientras están en esa discusión, se abra el libro, entre la luz y digan 'Dios existe'".
Preguntado por si Dios son los lectores entonces qué es el escritor, Millás no ve "mucha diferencia entre el lector y el escritor". "Son temperamentos muy parecidos, el escritor es alguien que ha decidido pasar al otro lado, pero no se puede escribir sin leer. El lector cuando lee la novela la está reescribiendo porque aporta su interpretación", ha reflexionado el autor.