VALÈNCIA (EFE). Plásticos con una “huella única” que permiten detectar falsificaciones en juguetes para niños o embalajes para comercio electrónico basados en papel y cartón pero hiperseguros, son algunas de las propuestas de nuevos materiales en las que ya trabajan los centros de la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana (Redit).
Se trata de los proyectos ‘Trace4Fake’ -que desarrolla el instituto tecnológico del juguete, AIJU-, el proyecto ‘Inncelpack’ -liderado por ITENE o el proyecto ‘Metamorph’ - del Instituto de Tecnología Cerámica, ITC-AICE, que busca nuevos materiales a partir del reciclaje de la tinta usada para decorar las baldosas cerámicas, todos ellos puestos en marcha por centros de Redit y financiados por IVACE+i y Fondos FEDER.
Las falsificaciones en el campo de los juguetes infantiles son un problema “de imagen de marca y de pérdida de confianza, pero sobre todo, de seguridad”, explica la coordinadora del proyecto ‘Trace4Fake’, Luisa Marín, que indica que la composición de los juguetes puede entrañar riesgos físicos pero también químicos.
El objetivo del proyecto es crear una serie de materiales con una huella única, solo reconocible por el fabricante de ese material a través de tecnología de lectura y, de esa forma poder demostrar que se trata de un juguete auténtico.
Como explica Marín, los riesgos más frecuentes que entrañan las falsificaciones son el uso de materiales de peor calidad, que se pueden romper en piezas pequeñas que el niño puede tragarse o con las que se puede cortar, por ejemplo, pero también el uso de sustancias químicas peligrosas, como productos cancerígenos o disruptores endocrinos que alteran el sistema inmune y, por tanto, el sistema de defensa del cuerpo.
Ello ocurre porque estos juguetes falsificados no cumplen con la legislación europea, que limita los materiales físicos y los compuestos químicos que pueden usarse para fabricar juguetes.
Por eso, AIJU ha desarrollado compuestos químicos basados en unos elementos de la tabla periódica llamados lantánidos, que no son contaminantes ni entrañan peligro alguno para la salud de los usuarios y que no son visibles a simple vista, sino que requieren de lectores específicos.
Con ellos, en el marco del proyecto ‘Trace4Fake’, han fabricado partes de determinados juguetes, que ya tienen así su marcador antifalsificación, como las ruedas de un carrito de juguete o las baquetas para un tambor infantil.
“Solo el fabricante sabe que el juguete tiene esta sustancia y cómo detectarla, y debe tener las herramientas de lectura para detectarla sin necesidad de destruir el producto”, explica la coordinadora del proyecto.
En una primera fase, el instituto tecnológico ha desarrollado un sistema de lectura basado en fluorescencia de rayos X, un metodología de lectura rápida y no destructiva, pero apuntan a otros desarrollos futuros como la lectura mediante emisión ultravioleta o un lector portátil que haga más fácil y barata la comprobación.
Además, asegura Luisa Marín que el material antifalsificación de AIJU es completamente seguro, lo que evita problemas de salud o riesgos si el niño que juega con los juguetes los chupa o los toca con sudor.
Por su parte, la unidad de Impresión Digital Avanzada del Instituto de Tecnología Cerámica (ITC-AICE) está inmersa en el desarrollo del proyecto ‘Metamorph’, que busca transformar residuos de la impresión digital en nuevos productos cerámicos.
En concreto, este proyecto, financiado por el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE+i) y Fondos FEDER, se centra en recuperar metales pesados presentes en los desechos de la impresión inkjet, una tecnología que aplica imágenes y patrones sobre una superficie mediante pequeñas gotas de tinta expulsadas a través de boquillas.
La tecnología de impresión inkjet se utiliza en el sector cerámico para decorar materiales como baldosas, ya que permite crear de forma rápida diseños complejos con variedad de colores y acabados, si bien genera residuos complicados de gestionar, debido a la presencia de metales que pueden ser nocivos para el medioambiente y la salud.
Por eso, este equipo del ITC busca con este proyecto nuevas técnicas para extraer la mayor cantidad de metales pesados posibles empleando un tratamiento fisicoquímico sobre los residuos de la impresión inkjet.
Posteriormente, trabajan en métodos para poder dar una nueva vida a estos metales pesados y que se puedan reutilizar en la fabricación de nuevos productos cerámicos.
Otros de los sectores con mayor demanda de nuevos materiales con propiedades de seguridad y reciclabilidad son los de la alimentación y la mensajería o el comercio electrónico, y de esa necesidad surge el proyecto ‘Inncelpack’, del centro tecnológico ITENE, que desarrolla materiales celulósicos reciclables con propiedades barrera y de sellabilidad destinados para este tipo de envases.
En concreto, ‘Inncelpack’ tiene como objetivo ofrecer soluciones que permitan cumplir con la normativa estatal sobre residuos y envases que, en materia de reciclado, establece nuevos objetivos para papel y cartón: un 75 % tendrá que ser reciclable en 2025 y un 80 % en 2030.
El proyecto trabaja sobre materiales celulósicos, como el papel, que presentan muchas ventajas para la producción de envases flexibles por su alta disponibilidad, por ser biodegradables y reciclables, pero una de las principales limitaciones del papel es su estructura porosa, que impide que actúe como barrera protectora frente al oxígeno y la humedad, algo importante para conservar alimentos o productos electrónicos.
ITENE trabaja en el uso de recubrimientos aplicados por vía húmeda, es decir, la técnica de aplicación en la que el material de recubrimiento se aplica en forma líquida sobre una superficie. Esta técnica permite mejorar tanto las propiedades barrera como la capacidad de sellado de los envases.
Otro de los ejes de ‘Inncelpack’ es la tecnología de plasma polimerización, es decir, el uso de plasma para crear una capa muy delgada y seca que evita que pasen líquidos y gases a los envases.