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revisión de su obra

Julio González coge aire en el IVAM

23/03/2017 - 

VALÈNCIA. Más de una veintena de veces se ha emitido en abierto Pretty Woman (1990) en televisión, una emisión que resulta un éxito de audiencia en cada pase. Por cada visionado de una película o relectura de un libro es habitual encontrar nuevas pistas sobre la historia, detalles que en un primer momento pasaron desapercibidos pasan al primer plano y dan otro tono a lo que se creía ya conocido. No quiere decir esto que el amorío entre Julia Roberts y Richard Gere tenga tantas interpretaciones como Teorema de Pasolini, pero por repetición seguro se encuentra alguna más de la obvia. Al grano. Cuestión de matices, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) revisita la obra de uno de sus hits, el escultor Julio González, con una exposición que reorganiza sus piezas con el objetivo de dar un mayor espacio a las más de cuarenta obras que desde hoy se pueden ver en el museo, que conviven con otras de autores como Andreu Alfaro, Martin Chirino o Miquel Navarro.

“La exposición realiza una nueva lectura de la colección de Julio González. El IVAM es un museo que intenta cambiar constantemente, que intenta plantear nuevas relaciones que enriquezcan la visita. La obra de Julio González necesitaba esta nueva visión más contemporánea”, explicó el director del museo, José Miguel García Cortés, durante la presentación de la muestra, en la que estuvo acompañado por el comisario Josep Salvador. Con más de cuatrocientas obras en sus fondos, entre esculturas, pinturas, dibujos y piezas de orfebrería, la colección de artista es la más importante de los fondos del IVAM, que se muestra ahora renovada en la exposición Las constelaciones de Julio González: entre la representación y la abstracción. “En el pasado, el escultor fue capaz de incorporar una nueva lectura de la escultura. En el presente, se plantea la relación con otros artistas del último siglo. Y a través de su obra podemos vislumbrar por dónde irá el futuro artístico”, indicó Cortés.

Esta exposición supone “una visión más calmada y tranquila” de la obra de González, según explicó el propio comisario de la exposición, una muestra que busca destacar los matices derivados de la relectura y dar un mayor espacio a cada una de las piezas expuestas, que puedan ser vistas desde todos los ángulos por el visitante. “El trabajo de Julio González tiene mucho que ver con un diálogo con el espacio, por lo que hemos intentado aligerar la muestra para que la galería quedara más diáfana y así mostrar la destreza técnica y la sensibilidad de las esculturas”. Así, la muestra está dividida en cinco áreas temáticas: ‘la transformación de la mirada y la percepción’, ‘los valores racionales e intuitivos’, ‘las formulaciones arquitectónicas y espaciales’, ‘los procesos y conciencia de la forma’ y ‘la estructura del objeto y su defensa de la ficción’.

Entre las piezas que no faltan en la muestra son las más representativas del denominado “maestro del hierro”, como Mujer ante el espejo (ca. 1936-1937), Los enamorados II (ca. 1932-1933), El sueño/el beso (ca. 1934) o Máscara de adolescente (ca. 1929-1930). En la primera sala las piezas de Jacques Lipchitz y Andreu Alfaro acompañan a las esculturas de Julio González que se caracterizan por un análisis formal a través de planos, con planchas recortadas y soldadas. La segunda sala muestra la dualidad entre las manifestaciones del orden y la naturaleza, dos fuertes componentes también presentes en la obras de Tony Smith y Martín Chirino que siguen el rumbo anunciado por González.

“Conforme avanza la exposición vamos descubriendo la importancia de la creación del espacio en Julio González y la utilización del vacío”, explicó el comisario, mientras que “en la penúltima sala de la muestra las piezas de Julio González se van depurando y se incorpora la técnica del ensamblaje”. En esta misma sala las esculturas de Reiner Ruthenbeck, Miquel Navarro y Georg Herold apelan a formas misteriosas. Las protagonistas de la última galería son la escultura Mujer ante el espejo de Julio González, situada en el centro, de la que este año se cumple el 80 aniversario desde su creación en 1937, además de algunas de sus últimas obras, como la Monserrat. Estas piezas del escultor catalán conviven con las de Joel Shapiro y David Smith, “quien desempeñó un papel muy importante poniendo en valor la aportación de González a la escultura contemporánea con el ya célebre artículo ‘González, el primer maestro de la soldadura’ publicado en Art News en 1956”.

Gracias a su dominio de la técnica de la soldadura, González abrió nuevos caminos a la escultura con la plasmación de las formas más innovadoras, trabajos en hierro que consolidaron su concepto de “dibujo en el espacio” que ha marcado una renovadora vía de la experimentación artística, con una voluntad de búsqueda de los valores más fundamentales de la experiencia estética, basada en la participación del espectador y su visión activa. De esta forma, González quiere dotas de contenido expresivo y humanidad a esta nueva iconografía surgida de las investigaciones llevadas a cabo por los movimientos de vanguardia de las primeras décadas del siglo.

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