Hoy es 6 de octubre
VALÈNCIA. Que la mitología está en la base de muchos relatos contemporáneos, bien lo sabemos. Sin ella, podríamos decir que no hay literatura: los mismos mitos antiguos con distintos nombres y desarrollos se encuentran en novelas, cuentos, obras de teatro, películas, series y videojuegos, actualizándose de muchas formas diferentes. Los superhéroes y los seres de fantasía que dominan la producción cinematográfica desde hace años tienen sus raíces en personajes y relatos mitológicos de diversa procedencia. El más obvio es Thor, dios nórdico reconvertido en superhéroe marvelita, pero tenemos amazonas como Wonder Woman, un Aquaman que es un claro trasunto de Poseidón, además de brujas, elfos, walkirias, hadas, gnomos, gigantes, vampiros y demás fauna mágica de todo pelaje y condición, que actualizan historias muy antiguas y ancestrales en las que se mezclan varias tradiciones culturales.
Llega ahora la muy entretenida Kaos, ambientada directamente en un Olimpo tirando a kitsch y protagonizada por el mismísimo Zeus, nada más y nada menos. La serie está creada por la guionista y actriz británica Charlie Covell, a quien debemos la excelente adaptación a miniserie del cómic de Charles S. Forsman, The End of the F***ing World (2017-2019) y Truelove, aún no estrenada por estas tierras.
Un Zeus en chándal, que se comunica por un móvil antiguo y hace barbacoas en el jardín de su palacio, con su delantal y sus pinzas para parrilla, reina en el Olimpo y en la Tierra. Es omnipotente y libertino, tal como nos cuenta la mitología tradicional, pero también caprichoso, inmaduro y un poquito paranoico. Jeff Goldblum le da vida con una interpretación gozosa y exuberante, en la que da la impresión de estar pasándoselo pipa (aunque este hombre siempre parece estar pasándolo bien).
Zeus no está solo. Por la serie desfilan Hera, Prometeo, Hades, Poseidón, Dionisos, Orfeo, Eurídice, Perseo y el Minotauro, Perséfone, Medusa, las Moiras, las Furias y muchos más. Todos ellos habitan los diversos mundos que Kaos recrea: además del Olimpo, la Tierra (en concreto, Creta) y el Inframundo, con su laguna Estigia y su Tártalo. La acción que tiene lugar en Grecia transcurre en un presente atemporal, con elementos anacrónicos, como móviles y ordenadores de hace veinte años, y funciona como un microcosmos que representa al mundo entero. El Inframundo, el Hades, está fotografiado en blanco y negro y, como ya se ha contado por aquí, adopta las líneas brutalistas de la Universidad Laboral de Cheste, donde fue rodado, lo que permita dar forma a la visión de un Inframundo burocrático, gris y rutinario. Y tampoco está solo Goldblum, que le acompañan un puñado de excelentes intérpretes como el gran David Thewlis, Stephen Dillane, Janet McTeer, Cliff Curtis, Debi Mazar o Aurora Perrineau.
Está claro que el mundo de los dioses griegos, tan humanos y tan atrapados por sus emociones e instintos, da para todo tipo de historias: amores imposibles, odios eternos, traiciones, asesinatos, venganzas terribles, batallas, una lucha descarnada por el poder, incestos, parricidios, y cualquier elemento del catálogo de las pasiones humanas, sobre todo si tiene que ver con sexo, muerte y violencia. Kaos coge todo esto para hacer, en principio, una comedia con mucho humor negro, que juega a fondo la baza de la adaptación al presente de cada mito: ese Poseidón con aspecto de mafioso o de nuevo rico hortera en su yate, ese Orfeo estrella del rock o la reina del Hades, Perséfone, perfecta working girl y ama de llaves.
Pero, como pasa con tantas series actuales, es difícil adscribirla a un género concreto, puesto que hay muchos conflictos realmente dramáticos, que logran encajar bien en el marco de fantasía extravagante en el que se desarrollan, y personajes que, partiendo del mito y de su reinterpretación pop, tienen verdadero interés. Además, la serie presenta, en algunos casos con notable profundidad, algunos temas de calado: la perversión inevitable asociada el ejercicio del poder, la amenaza del autoritarismo, cómo el libre albedrío está determinado por la desigualdad, la lucha por la libertad, los riesgos de la exposición pública, el peligro de las creencias y el adoctrinamiento o la identidad sexual y la diversidad.
Hay otra serie que nos lleva al Olimpo, solo que en un tono mucho menos adulto y dirigido a un público adolescente. Se trata de Percy Jackson y los dioses del Olimpo (Rick Riordan y Jonathan E. Steinberg, 2023), sobre las novelas de Riordan, que ya tuvieron una adaptación cinematográfica previa, Percy Jackson y el ladrón del rayo (Chris Columbus, 2010). Pero el mundo mitológico nada naif ni ingenuo que presenta Kaos entronca mucho más con varias series que han acudido a esta u otras cosmogonías y mitos, como la cristiana, para traerlas al presente con espíritu desafiante, provocador y claramente desprejuiciado, creando obras complejas y sofisticadas.
No se trata solo de atrapar al público con su reelaboración mitológica de personajes e historias o con el diseño de producción, los efectos especiales y un innegable sentido de la maravilla, que se expresa tanto en la narración como en la puesta en escena. Estos mitos antiguos reformulados sirven para contar cosas que tienen que ver con nuestro presente caótico y nuestra vida en un sistema que crea ansiedad y angustia: el ejercicio de la libertad, las consecuencias de nuestros actos, la culpa y, por encima de todos ellos, la construcción de la identidad, individual y colectiva.
Por supuesto, entran aquí varias de las series basadas en obras de Neil Gaiman, con o sin otros autores. Me refiero a la estupenda Good Omens (Douglas Mackinnon, 2019-2023) o la muy disfrutable Lucifer (Tom Kapinos, 2016-2021), en las que ángeles, santos, demonios y hasta el propio Dios hacen acto de presencia y expresan visiones complejas y no acomodaticias sobre el bien y el mal. O The Sandman (Allan Heinberg, 2022), con su creativa mezcolanza de mitos clásicos y cristianos y leyendas de cuentos infantiles.
Más allá del mundo de Gaiman, pero dentro del campo de la mitología cristiana, tenemos esa rareza inclasificable y entretenidísima que es Mrs. Davis (Tara Hernández, Damon Lindelof, 2023). Y no nos olvidamos de American Gods (Bryan Fuller y Michael Green, 2017-2021), que crea una nueva mitología para estos tiempos confusos bebiendo de la antigua. Todas ellas, como Kaos, nos sorprenden y retan mezclando cosas de aquí y de allá con sanísima insolencia y ánimo pop, sin miedo a la ira de los dioses paganos o cristianos ni de los guardianes de las esencias religiosas o culturales. Una más que estimulante irreverencia para un mundo caótico.