otoño en la vall d'alba

La auténtica gastronomía rural se cocina en el Pou de Beca

El suelo se llena de amarillos y los platos de legumbres y calabaza, esta estación tiene algo especial que se potencia después de conducir hasta esta masía ubicada en una zona apartada de La Vall d’Alba (Castelló)

| 29/10/2021 | 4 min, 36 seg

Será la piedra de las paredes o las sillas de madera. Es Otoño, de las mejores épocas para visitar El Pou de Beca: un paisaje idílico de conexión real. Nicolàs Barrera no es chef, si apuramos nos deja llamarle cocinero pero él se define como masover y su misión junto a Sonia Gil es la de avanzar hacia el ideal que marca el camino de los valores del mundo rural.

El Pou de Beca es una responsabilidad heredada. La vida en una masía puede parecer idílica sin embargo, está llena de matices. “Ser masover es vivir en la tranquilidad del entorno, siguiendo los ritmos de la naturaleza pero con la responsabilidad de mantener el patrimonio familiar” Nicolàs heredó un camino marcado por la cuchara y la brasa. No es un tarea sencilla, el vivir alejado de la urbe tiene derechos como la tranquilidad pero muchas obligaciones de subsistencia: “si queremos volver a lo de antes es con todos sus matices”.

El restaurante era la antigua masía: “Si no tenías un producto singular era imposible subsistir, la única opción era el volumen”. Explica que entonces solo tenían un cerdo macho en la zona que preñaba a las hembras, masía a masía. El origen del restaurante viene a ser hacia finales de los 50 para satisfacer la demanda de los comerciales cárnicos que se acercaban para comprar las crías, les abastecían de comida para los animales y además eran taberna. Reconoce que el Pou de Beca de ahora ha sido mucho más fácil: “abrimos las puertas el primer día y ya teníamos lleno y por eso estoy agradecido al trabajo de mis padres a pesar de que esto mismo me ha marcado el camino: es una responsabilidad heredada”. Tras un tiempo viviendo en el pueblo (La Vall d’Alba) en el 89 volvieron a la masía, pero no fue hasta el año 2000 que Nicolàs (con 20 años) se puso al frente junto a tres socios de la nueva cooperativa. Fue una temporada de mucho trabajo y poca conciliación. Sin formación reglada, aprendió desde pequeño en casa, de base tradicional  de mar y de monte de La Plana y cocina de montaña del Maestrazgo como escabeches y conservas. La cooperativa quebró y su pareja Sonia se involucró más en el proyecto: “su toque femenino nos ayudó a organizar y a gestionar el restaurante y con su formación también a ejecutar la sostenibilidad de manera más resolutiva”.

Podrían ser una casa de carnes a la brasa evocando el instinto ancestral pero lo de Nicolàs es la integración, la filosofía y los movimientos sociales. En su lugar, nos presentan platos como los canelones veganos de calabaza y apio y menús donde recupera y visibiliza variedades tradicionales. Volvieron a la carga en el 2009 con el lema Bueno, Limpio y Justo del Slow Food. Así, transmite su verdadera vocación a través de la cocina trabajando para estar a la altura del producto: “he tenido que buscar la forma de tener técnica, mi suerte es contar con Fernando Huguet”. La cocina es un medio más que ayuda a darle vida a la masía y gracias a la experiencia de Fernando desde hace dos años los fogones cocinan más diversidad de platos. Huguet estuvo un año y medio junto a Vicky Sevilla cuando abrió Arrels y luego cambió de rumbo. Encontró otra forma de ver el tiempo en la cocina slow de el Pou de Beca donde casi cada semana cambian al menos un plato del menú por la temporalidad de producto.

El tiempo es el reclamo principal de este entorno y la cocina ha sido siempre la herramienta para conseguirlo. De hecho, aquí el tiempo es diferente incluso para los servicios públicos y los vecinos son la ayuda más próxima. La calidez del personal es un ejemplo de esta lógica rural: la empatía fideliza y te sientes como en casa. Son casi 13 años trabajando para mantener la historia de la gente masovera, explicar su carácter de supervivencia y divulgar sus valores más allá de la cocina.



En el Pou de Beca saben cómo conectar y quieren que la gente se quede a disfrutar del entorno más allá de la comida. Han creado una pequeña ruta que señala la biodiversidad del paisaje, tienen granja con cabras, gallinas y ovejas además de huerto propio. Parte de la masía está destinada al alojamiento pero su sendero llevará próximamente a mesas exteriores ubicadas estratégicamente para conseguir la intimidad del silencio en plena naturaleza y así disfrutar de la comida del Pou de Beca sin distracciones. El ecosistema Pou de Beca te cuenta una historia que es capaz de involucrarte y si estás dispuesta a escucharla te mostrará una realidad no tan lejana que sigue viva gracias a gente como Nicolás, Sonia, Fernando, Arsid, Susana y Guillem.


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