Banco Santander lidera las pérdidas entre las cotizadas bancarias españolas tras dejarse cerca de los 15.000 millones de euros en este nefasto comienzo de ejercicio bursátil
MADRID (EFE). Los principales bancos españoles cotizados han perdido en poco más de un mes unos 18.000 millones de euros en capitalización bursátil, que se han esfumado, entre otras razones, por el descalabro de las bolsas chinas, la caída del precio del crudo y las tibias medidas anunciadas en diciembre por el BCE.
Según datos del mercado recogidos por Efe, en sólo cinco semanas el valor bursátil conjunto de estas entidades -Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Popular, Sabadell y Bankinter- ha pasado de 164.204 millones de euros a 146.293 millones.
La pérdida de capitalización ha sido muy desigual entre las entidades, siendo el Santander el que más se ha dejado en el camino con una reducción de su valor en bolsa de 14.671 millones de euros.
Le han seguido muy de lejos BBVA, que en estas cinco semanas se ha dejado 8.341 millones de capitalización; Banco Popular, 1.382 millones; Banco Sabadell, 778 millones; y Bankinter, 688 millones.
No obstante, ha habido dos entidades, CaixaBank y Bankia, que no han sufrido los vaivenes de los mercados y han elevado su capitalización bursátil en estas cinco semanas. En concreto, CaixaBank la ha elevado en casi 5.000 millones de euros y Bankia, en unos 3.000 millones.
En el conjunto del sector financiero, la pérdida de valor comenzó en diciembre, concretamente el día 3, cuando el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, anunció unos estímulos monetarios para reactivar la economía de la eurozona que fueron menos agresivos de lo previsto y causaron una amarga decepción a los inversores, que llevaban meses esperando.
Según explicó Draghi, la decisión del BCE de ampliar en el tiempo (hasta marzo de 2017) pero no en volumen el programa de compra de deuda pública y privada que inició en marzo de 2015 para reactivar la economía, se debe a que la institución "ya no es tan pesimista" acerca de la recuperación de la economía europea.
Pero la tibieza de Draghi no gustó nada a los inversores, que esperaban que aumentara también la cuantía de las compras de deuda, y ese mismo día comenzaron a huir de la renta variable tras comprobar el efecto que tuvo la decisión en el mercado de divisas, con un fuerte rebote del euro frente al dólar, que pasó de cambiarse de 1,05 a 1,09 dólares.
Las principales plazas bursátiles de Europa cerraron ese día con fuertes pérdidas, las más elevadas desde el mes de agosto, que fueron superiores al 3 % en Fráncfort y París; al 2,27 % en Londres y al 2,47 % de Milán.
Similares a estos últimos fueron los recortes registrados en España, donde el Ibex 35 se desplomó el 2,41 %, lastrado especialmente por las caídas de las acciones de las empresas que tienen negocio fuera de España, debido al citado encarecimiento del euro, según explicaron ese día los expertos.
El mercado de renta variable europeo también se ha visto fuertemente perjudicado en las últimas semanas por el desplome del precio del crudo Brent, la referencia para Europa, que se ha situado por debajo de los 33 dólares por barril por primera vez en casi doce años.
Otro motivo de tensión ha sido la nueva regulación bancaria, que requiere, entre otras cosas, que las entidades tengan cada vez más capital para hacer frente a posibles crisis.
Y la guinda la ha puesto esta misma semana el pánico desatado en las bolsas de todo el mundo por las fuertes pérdidas registradas en los parqués de China, aunque se atenuaron algo el viernes después de que las autoridades decidieran suspender el mecanismo aprobado recientemente para interrumpir las sesiones demasiado volátiles.
Esto ocurrió, por ejemplo, el miércoles, con una jornada de apenas 30 minutos, la más breve de la historia de los mercados de ese país, al interrumpirse la sesión después de que el selectivo mixto con grandes firmas de Shanghái y Shenzen CSI 300 bajara más del 7 %.
El objetivo de ese sistema era evitar que se repitieran debacles como las del pasado verano en esas bolsas, que llegaron a afectar a otros mercados mundiales.
El pasado 8 de julio y tras la primera semana de caídas, el regulador chino prohibió a los grandes accionistas (aquellos que controlan el 5 % o más de una compañía) vender sus acciones durante seis meses, plazo que se cumplió el viernes, lo que suponía que cerca de un billón de títulos iban a quedar desbloqueadas mañana lunes 11.
Aunque las autoridades no esperaban ventas generalizadas, los desplomes de esta semana se produjeron porque los inversores individuales -que son casi el 90 %- temían que los grandes accionistas pudieran vender sus paquetes, por lo que se adelantaron en masa a fin de salvar los muebles antes de que sus acciones perdieran más valor todavía.
Y vistos los resultados, las autoridades decidieron anular la suspensión automática de las cotizaciones, con lo que el viernes las bolsas chinas cerraron con alzas del 1,97 % en Shenzhen y del 1,20 % en Shanghái.