Empezamos una serie de lecturas estivales que nos llevará de página en página por lo más refrescante del panorama editorial mediante asociaciones tan sanas como la cerveza y el mar
VALÈNCIA. El verano es esa época en que maduran las historias, se hacen gruesas, pesadas, hasta que bien hinchadas, caen de la editorial para gozo y disfrute del lector impresionable, de ese que ante la duda siempre escoge la tapa más dura, el tomo más voluminoso, la campaña más vociferante, el nombre que eclipsa al título de la obra. Para que nos entendamos: el libro grande, ande o no ande. Llega el verano con cara de bestseller a ponerse moreno en la playa, a rozarse con palas en cestas, a disfrutar de sobremesas a la sombra en manos humanas, a escuchar de fondo los partidos del Mundial desde el sofá. Existe una ley no escrita que lleva a gran parte de la sociedad lectora ocasional a salir en busca de un superventas con el que disfrutar de quince días de compañía literaria, y eso, por supuesto, no es nada malo. Pero, ¿por qué no aprovechar el tiempo de asueto estival para salir un poco de la inercia y la influencia de la publicidad y darle una oportunidad a proyectos nuevos, libros poco conocidos, formatos originales? Quien no arriesga no gana, que dicen los coaches.
Por fortuna, las librerías -más las librerías que las secciones de libros- cuentan en sus estanterías con este tipo de propuestas. En esta primera entrega de la serie veraniega Libros factor cincuenta vamos a combatir el calor con libros que contienen libros y otros recipientes novedosos; así, vamos a empezar hablando de la magia naranja que es La biblioteca de Borges que ha editado Paripé Books, un objeto sensacional contextualizado por Fernando Flores Maio -y prologado por María Kodama- con el que los fans de Borges querrán dormir abrazados. Un libro que nos permite ver los libros que nutrieron la vasta imaginación del genio argentino al tiempo que forjaban su erudición. No es demasiado portátil, es cierto, pero es que este libro factor cincuenta es protección literaria para aplicar antes de salir de casa. Para que nos acompañe en nuestras aventuras vacacionales disponemos de un nuevo artefacto con unas dimensiones similares a los de un fornido bestseller y preñado de sorpresas: La Caja de la Nostalgia es un huevo Kinder de cartón editado por La Caja Books, una editorial de reciente creación con sede en València que ha tenido la voluntad de reunir en un recipiente diseñado con muchísimo gusto tres obras breves que pivotan en torno a un tema, en el caso que nos ocupa, la mencionada nostalgia, y en el caso de la otra caja con la que se han estrenado, del fútbol. Pero Paco Cerdà, el editor artífice de la colección, puede explicarnos mejor cómo funcionan estos receptáculos de buenas ideas.
-Existe cierto fetichismo con el unboxing. ¿Cómo es el unboxing de la nostalgia?
-Paco Cerdà: La verdad es que nada tenemos que ver con ese fenómeno del unboxing: gente centrada en consumir y exhibir lo que consume a otras personas ávidas de consumo. Más bien pretendemos hacer más mágico y artesanal el acto de leer, de sentir y pensar con la lectura. En La Caja de la Nostalgia, ilustrada por María Titos, ofrecemos juntos tres libros muy variados en torno a ese sentimiento universal que es la nostalgia. El primero es Votos, una adictiva obra de ficción de Iván Repila que pivota sobre un hombre azorado por la nostalgia, completado con una entrevista monotemática al autor sobre la nostalgia. El segundo es Atrapados en Nunca Jamás, un ensayo combativo y con un estilo impresionante del poeta y periodista Lucas Martín sobre la nostalgia de la infancia, con una mirada especial al "peterpanismo" que marca nuestros días. El tercero, prologado por Álex Zahínos, es un ensayo titulado Tecnostalgia, que reflexiona sobre las causas de la llamada nostalgia de la tecnología antigua. Hay toda una ideología detrás del filtro retro en las fotos o de las series de Netflix que explotan la nostalgia.
-¿Estará el exceso de virtualidad devolviéndonos el gusto por el misterio de los continentes físicos y sus contenidos?
-Desde luego que sí. Vivimos en un mundo al que le van arrancando soportes físicos que estaban asentados con firmeza. El álbum de fotos, los discos para oír música, el periódico de la mañana, las películas en vídeo o DVD... Todo va siendo sustituido por la virtualidad. Y esa carencia de soportes físicos está dejándonos huérfanos de fetiches físicos. Y creo que las personas somos fetichistas por definición. ¡Mira las religiones... aunque ya haya rosarios que se rezan con el smartphone! Por cierto, La Caja Books apuesta por rendir un homenaje al mundo del papel. Una caja de cartón, con tres libros de papel, cada libro ilustrado en su cubierta con un sello antiguo, y en el colofón de cada ejemplar un matasellos de mitad del siglo XIX que certifica que el libro ha sido leído. ¡Fetichistas del papel!
-¿Cómo elegís a autoras y autores de las historias que contienen vuestras cajas?
-Primero elegimos el tema de la caja que vamos a "construir". A partir de él, pensamos en qué escritores, periodistas, dramaturgos, investigadores, etc. pueden aportar una visión interesante sobre él. Porque antes hayan escrito sobre esta cuestión, o porque nos guste su estilo y deseeemos proponerles el reto de enfrentarse al tema que les encargamos. La verdad es que el hecho de escribir para una caja, y no un simple libro de encargo, es lo que ha conseguido sumar al proyecto a plumas importantes como las de Iván Repila, Galder Reguera, Vicent Chilet, Lucas Martín y las que vendrán.
-¿Podéis anticiparme algún tema de los que penséis empaquetar próximamente?
-Estamos trabajando ya en las siguientes cajas. Después de La Caja de la Nostalgia y La Caja del Fútbol llegarán La Caja de la Bicicleta, en septiembre, y, antes de Navidad, La Caja de Las Rebeldes, una caja de hondo calado feminista. La Caja de la Bicicleta será un festín para todo aquel lector interesado en el ciclismo desde un punto de vista cultural, literario, deportivo, sentimental. Tendrá, como siempre, tres libros. Como adelanto, te cuento que el primero será una obra literaria de Éric Fottorino, prestigioso novelista francés que dirigió el diario vespertino Le Monde, con un canto enamorado al Tour de Francia y a los mitos del ciclismo en blanco y negro que lo han fascinado desde niño. El segundo libro lo firma el periodista Carlos Arribas, cronista de ciclismo de El País que escribe joyas en miniatura, con las crónicas de un tour imposible, sobrehumano, que hemos configurado juntos y que hará las delicias del amante de la épica. El tercero es un libro muy especial: un ensayo de la investigadora brasileña Priscila Requiao que bucea en las razones estéticas que explican la fascinación popular ante el sufrimiento ciclista, y una obra de teatro firmada por el dramaturgo de Alcoi Miguel Ferrando Rocher, bajo el título Tourmalet, donde tres mitos del ciclismo como Luis Ocaña, Raymond Poulidor y Gino Bartali se suben a escena para enseñarnos, con sus apasionantes vidas, que el ciclismo es una bella y perfecta metáfora de la vida.
La biblioteca de Borges y la nostalgia envasada al cartón: hasta aquí el primer episodio de protección intelectual intensa: evita las quemaduras cerebrales con estos #librosVPverano.
Toma nota porque a continuación vas a encontrar una lista de muy buenos libros para leer, o como es menester a estas alturas del calendario, regalar
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