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tiempos postmodernos / OPINIÓN

La casa sin barrer

Sería de agradecer que nuestros políticos se pongan a trabajar por nosotros y aprueben unos presupuestos, si no es mucho pedir

28/07/2019 - 

VALÈNCIA. El Fondo Monetario Internacional ha modificado las previsiones de crecimiento para España en este año 2019, mejorándolas ligeramente (una décima más de lo previsto). Teniendo en cuenta que se esperaba que la recesión o, al menos, la desaceleración, empezase a notarse más en el primer semestre del año, ha sido una pequeña alegría para comprobar a continuación que en 2020 no está previsto que lleguemos al 2% de crecimiento. Y seguimos sin gobierno. Ya hay quien compara la situación española con la belga, pues allí llegaron a pasar casi dos años con un gobierno en funciones e, incluso, con Italia, quien encabeza la lista de los países europeos con gobiernos más inestables a lo largo de su reciente historia.

Los dos casos anteriores no son buenos ejemplos. Ambos países han resultado difícilmente gobernables en diversas ocasiones precisamente porque, en los dos casos, existe una fractura político-social entre flamencos y valones en Bélgica y entre el norte y el sur en Italia. Ambos países superan o han superado durante importantes períodos de tiempo la cifra del 100% de deuda respecto al PIB. Además, Italia lleva estancada desde la crisis, hasta tal punto que España la ha superado en renta per cápita (si corregimos por la paridad del poder de compra). Como puede verse en el gráfico 1 (más abajo), en los años previos a la entrada en la euro área, la deuda belga (en azul) superaba el 130% del PIB, mientras que la italiana se acercaba al 120%. España llegó a un máximo (durante la década de los 90) del 68% del PIB. Durante los primeros años de la unión monetaria, tras importantes procesos de consolidación fiscal, Bélgica consiguió bajar del 90% pero no Italia, que apenas la dejó en un 100%. 

Un deuda pública cercana o superior al 100% del PIB  no sólo compromete el crecimiento de la economía durante las épocas normales o de ligera expansión, sino que implica que el endeudamiento crecerá rápidamente ante las recesiones y hará aún más difícil la recuperación. Eso es precisamente lo que le ocurrió a Italia en los primeros años de la unión monetaria: con una deuda del 100% en 2009, dicho endeudamiento, además de limitar la capacidad de las autoridades para hacer política fiscal, disparó aún más su volumen, estando previsto que llegue pronto al 140%. Lamentablemente, la situación (en lo que se refiere a la deuda pública) de España ahora mismo se asemeja más a la de Italia que a la de Bélgica.

Más de un año después de la moción de censura a Rajoy, seguimos con el presupuesto de 2018, aprobado ahora hace un año (con más de medio de retraso) y prorrogado durante 2019, como todos recordamos. El presupuesto de 2011 se aprobó a mediados del año siguiente y, con la excepción de las cuentas públicas de los años 2012, 2013 y 2014, los restantes presupuestos no se han aprobado tampoco en el momento en que corresponde (diciembre del año anterior).  

Gráfico 1. Deuda pública respecto al PIB (%). Bélgica, Italia y España. Fuente: AMECO, Comisión Europea

Independientemente de las características del gobierno que vayamos a tener finalmente, los augurios no son buenos en lo que se refiere a la sostenibilidad futura de las cuentas públicas. Si finalmente se formara en septiembre un gobierno del PSOE con Podemos, teniendo en cuenta cuál fue el presupuesto acordado en 2018 entre las dos fuerzas políticas, augura mayor gasto sin que queden garantizados más ingresos que lo compensen, ante la total ausencia de una reforma fiscal. La alternativa, quizá lo más probable, es continuar con la incertidumbre y unas nuevas elecciones en noviembre, con resultado más o menos parecido, y nuevamente sin presupuestos en tiempo y forma. Sin presupuestos no hay se pueden realizar, de manera ordenada, las adaptaciones necesarias para que nuestra economía esté en mejores condiciones de enfrentarse a la siguiente recesión. Porque vendrá, antes o después.

Lo que me indigna, como ciudadana, es que con un poco de sentido común por parte de nuestra clase política podríamos estar entre los países más "serios" y avanzados de la Eurozona. Por si no lo saben, y como se hace constar en el Informe de Seguimiento de la Comisión Europea sobre España (publicado hace un par de semanas) España ha devuelto ya, de manera anticipada, el 43% de los 38.800 millones de euros que nos prestó el MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad) para recapitalizar los bancos. Es una pena que este importante esfuerzo ya realizado no sea acompañado por todas las reformas que aún necesita la economía española. En dicho informe se nos vuelve a insistir en que debemos mejorar el funcionamiento del mercado de trabajo, reduciendo su segmentación, así como el propio mercado de productos y servicios, que está fragmentado (sigue sin existir unidad de mercado), así como invertir más en innovación. La otra recomendación, recién salidos el pasado 14 de junio del Procedimiento de Déficit Excesivo, es lograr la sostenibilidad de nuestras finanzas públicas, en riesgo por la elevada deuda. 

La ausencia de gobiernos estables ha seguido posponiendo las reformas que no hicimos al entrar en la unión monetaria hace 20 años y que tampoco completamos en 2012, cuando el rescate total estuvo a punto de suponer una intervención completa de nuestra economía. 

España es una democracia madura y sus ciudadanos tienen derecho a ser tratados como adultos. Tenemos muchas cosas de las que estar orgullosos (vean simplemente los argumentos que el embajador de Panamá dio recientemente) y nuestro país continúa teniendo un gran potencial. Pero quedan muchas reformas por hacer. Los años desperdiciados entre la inoperancia y la inestabilidad de nuestros gobiernos han supuesto oportunidades perdidas. Sería de agradecer que acabe el espectáculo y la estrategia de corto alcance y que, de una vez por todas, nuestros políticos se pongan a trabajar por nosotros, los votantes, los contribuyentes, los que pagamos la fiesta mientras ellos nos dejan la casa por barrer. Crezcan ya de una vez y váyanse de vacaciones, a ver si descansamos los demás. Y en septiembre, a ver si se les ocurre algo y son capaces de formar un gobierno. ¡Qué envidia Alemania y sus grandes coaliciones! Pero, por favor, aprueben unos presupuestos, si no es mucho pedir. Feliz verano.

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