VALÈNCIA. Según una investigación realizada por la Universidad King’s College de Londres (Reino Unido) y publicada en la revista científica Psychoneuroendocrinology, la depresión no tratada en mujeres embarazadas puede afectar a los bebés mientras están en el útero. El estudio se realizó entre 106 mujeres a las que se realizaron pruebas de sangre y saliva. Las muestras de sangre de las mujeres con depresión mostraron un aumento en los marcadores inflamatorios, y las de saliva apuntaron a un aumento en los niveles de cortisol -principal hormona del estrés- tanto por la noche como al despertarse. Estas mujeres, además, también dieron a luz en un promedio de ocho días antes que el grupo que no padecía depresión.
A la pregunta de si una mujer embarazada con depresión mayor -los síntomas depresivos son intensos y se dilatan durante semanas o meses- puede tratarse, desde la Unidad de Salud Mental del Hospital Vithas Nisa Valencia al Mar, la Dra. Alejandra González responde: “Sí, de hecho diría que no solo se puede sino que debe, ya que tener una depresión mayor no tratada durante el embarazo se asocia a problemas de salud para el bebé, como aumento de riesgo de parto prematuro, bajo peso al nacer, y una dificultad en establecer un vínculo adecuado entre madre e hijo”.
Según afirma la Dra. González, los últimos estudios demuestran que hay un grupo de antidepresivos que no son teratogénicos (que produzcan malformaciones en el bebé), por lo que se podrían utilizar con cierta tranquilidad para tratar casos que realmente tengan una indicación médica. “Se debe ir con cautela, y evaluar detenidamente los riesgos y beneficios de tomar medicamentos durante el embarazo. El hecho que una mujer embarazada deje de tomarlos por su cuenta sin un acompañamiento medico o psicológico que la ayude a afrontar su depresión, puede producir una recaída en la enfermedad y dificultar su maternidad en los inicios”.
Síntomas
El embarazo supone un conjunto de cambios para el cuerpo y el estado anímico de la mujer que pueden enmascarar una depresión gestacional.
Algunos síntomas se verían en “mujeres que les cuesta mucho más afrontar el día a día, se alimentan mal, duermen mal”, apunta la Dra. González. “En estas situaciones -añade-, sería necesario valorar cada caso, porque se favorece el riesgo de depresión postparto, una mala experiencia en la lactancia materna, y puede verse afectado el vínculo con el bebé”.
En ocasiones, la depresión y su tratamiento farmacológico comenzaron antes del embarazo. “Dependiendo de la medicación que esté tomando y la situación clínica de la paciente, se pueden valorar los riesgos y los beneficios de continuar con el tratamiento, o de suspenderlo, por lo menos en el primer trimestre que es cuando quizás hay mayor riesgo de posibles problemas con el bebé”. A partir del segundo trimestre, sin embargo, “la seguridad con los fármacos aumenta y es mucho más fácil tomar la decisión de pautar un tratamiento y tomar la medicación”, precisa la especialista del Hospital Vithas Nisa Valencia al Mar.
Más allá del tratamiento farmacológico que finalmente se decida administrar, desde la unidad de salud mental del hospital valenciano apuntan recomendaciones conductuales que ayudan en el control de la depresión durante el embarazo como “mantener hábitos de vida saludables, disminuir las situaciones que generen estrés, tener un buen descanso nocturno y realizar algo de deporte adecuado a su estado de salud, además de un buen soporte social (familia, pareja, amigos)”.