Es más probable que el conflicto comercial que siguen librando americanos y chinos se acabe resolviendo en la mesa de negociación que en los mercados de divisas
MADRID. Continúa el conflicto comercial entre Estados Unidos y China sin perspectiva de mejora a corto plazo. Washington mantiene su postura de dos pasos para adelante (intensificación del conflicto) y uno para atrás (relajación del conflicto), aunque los 'pasos para atrás' han consistido básicamente en posponer las medidas punitivas más allá de las fechas anunciadas inicialmente. Esto se debe, en parte, a que cuanto más se prolonga el conflicto, más evidentes resultan las consecuencias económicas negativas, y no solo para los protagonistas.
Otros países también se están viendo muy afectados, sobre todo aquellos cuyas economías dependen en gran medida de los sectores industrial y manufacturero, puesto que la disputa comercial entre EE UU y China se ha centrado en los bienes destinados a la exportación.
En el caso de China, el tipo de cambio parece estar amortiguando las consecuencias a corto plazo, al menos desde el punto de vista chino. En las últimas semanas, el yuan se ha depreciado aproximadamente un 6% con respecto al dólar estadounidense, pasando de cotizar a 6,7 yuanes por dólar a 7,15. Como resultado, el valor de las exportaciones chinas a Estados Unidos ha caído un 6% en términos de dólar pero se ha mantenido prácticamente estable en términos de yuan, como puede verse en nuestro 'Gráfico de la Semana'.
No obstante, a largo plazo la devaluación de la divisa es una espada de doble filo. Un tipo de cambio más débil incrementa la competitividad porque abarata los productos del país para los clientes extranjeros pero encarece los bienes y servicios extranjeros para los consumidores nacionales. Y ahí precisamente está el quid de la cuestión: parte del conflicto lo están pagando los hogares y las empresas nacionales, que ven reducido su poder de compra de productos importados, como el petróleo.
Por su parte, los hogares y las empresas estadounidenses también están sufriendo las consecuencias, porque la devaluación aún no ha compensado por completo los aranceles impuestos recientemente. Este doble efecto de la reciente, y moderada, pérdida de valor del renminbi es uno de los motivos por los que no esperamos que la divisa china sufra una pronunciada devaluación a largo plazo.
El efecto combinado de los aranceles estadounidenses y la devaluación del yuan perjudica a los consumidores y a las empresas de ambos países, una situación que debería animar a sus dirigentes a volver a la mesa de negociación. Eso, a su vez, reduciría la presión sobre la divisa china, evitando una nueva devaluación.
Equipo de Análisis de DWS