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el tintero / OPINIÓN

La fiesta de la demoscopia

Volveré a asomarme a estas queridas “páginas” cuando ya sepamos el resultado y probablemente quienes gobernarán en la Comunidad Valenciana y en todos nuestros pueblos y ciudades. Mientras tanto, demasiada confusión, demasiada encuesta interesada y demasiadas promesas. 

17/05/2023 - 

Los años pasan, y cada día admiro más la ilusión y el ímpetu de muchos buenos amigos que superan los 70 y los 80 años y parecen mantener intacta su capacidad de emocionarse con muchas cosas cotidianas, pero, sobre todo, de creerse y por ende debatir sobre lo que prometen los políticos en campaña, e incluso pensar que existen esperanzas de que haya políticos en los grandes partidos que vayan a bajar los impuestos de manera eficaz o el más difícil todavía, reducir la estructura política: número de diputados y altos cargos, número de consellerias, concejalías, organismos colaterales y un eterno etcétera de gasto público (no funcionarial). 

Pronóstico reservado

Como suele especificar el parte médico tras una cornada, estamos ante un pronóstico reservado, nadie tiene claro a pocos días de las elecciones quién gobernará la capital de la Comunidad incluso la propia Generalitat, parece que el electorado está muy repartido (como el Gordo de la Lotería) y ninguna encuesta ni gurú del mundillo se ha atrevido a dictar una victoria clara a un partido, es más, ni a un bloque. Estamos ante la vuelta a un bipartidismo imperfecto, con los dos grandes partidos muy consolidados y previsiblemente otros dos que podrían pactar con ellos a ambos lados del arco ideológico. Los dos últimos en salir al ruedo en las últimas elecciones, parece que se van a quedar de sobreros y no pisarán la arena de la plaza. Disculpen los símiles taurinos, pero son impecables y muy adecuados. 

El turnismo 

Ese fenómeno que vivió España a finales del siglo XIX protagonizado por conservadores y liberales, liderados por Cánovas y Sagasta, donde de manera pacífica y pactada, unos y otros se alternaban en el poder. Algo similar parece ansiar el actual Partido Popular, que sólo lanza un discurso ideológico y de verdadera oposición en momentos puntuales y normalmente electorales (como hizo ayer Feijóo en el Senado abroncando a Sánchez y preguntándole si volvería a pactar con Bildu, cómo si la palabra del presidente tuviera algo de credibilidad, consulten la hemeroteca). 

Pero en ese enfado del líder popular se percibe esa lógica teatral que se produce en las Cortes Generales. Sinceramente creo que el PP aspira a sustituir al PSOE, ocupar el poder que ahora tienen los socialistas en nuestra Comunidad y en el gobierno municipal de pacto con Compromís. La diferencia entre renovar una institución cuando cambia el partido de gobierno o relevarse en el poder, estriba en la concepción o cosmovisión que cada formación política tiene de la vida: no sólo los impuestos y la limpieza o alumbrado, la movilidad, la ayuda a las escuelas, etc. Casi todas las cosas que nos afectan parten de decisiones políticas que se nutren de una ética pública, unos principios (antes valores morales), y casi todos ellos impuestos sin ninguna votación, vienen de organismos supranacionales que asumen (con patética alegría) ambas formaciones políticas. 

Las muletas imprescindibles

Las coaliciones de gobierno forman parte de la tradición democrática occidental, varios partidos políticos se presentan defendiendo (aparentemente) propuestas distintas para gestionar la vida de los vecinos de una ciudad o comunidad o país. Cuando ya hemos votado y vemos el reparto de escaños, comienzan a limar (olvidar) lo prometido unas horas antes, y se acercan suavemente en busca de socios de gobierno para lograr el número suficiente de apoyos y gobernar. Pese a que muchos consideran que la izquierda, tradicionalmente, ha estado más fragmentada que la derecha, las coaliciones que gobiernan y han gobernado en nuestra tierra, con hasta tres partidos distintos y uno de ellos formado por varias corrientes (Coalició Compromís) todos en el espectro de la izquierda, no han tenido apenas problema en gobernar juntos. A veces, la unión frente al enemigo es más fuerte. 

La cuestión es que en estas elecciones parece que Compromís y Vox pueden ser las dos formaciones políticas en quien deberán apoyarse PSPV-PSOE y PP respectivamente si quieren formar gobierno, puesto que parece imposible la mayoría absoluta de alguna de estas dos formaciones. En este caso, los pactos son fundamentales porque las propuestas políticas de las dos formaciones que podemos llamar muletas (apoyos, que nadie lo vea como algo despectivo) son mucho más valientes y atrevidas que las de sus socios mayoritarios que comparten espectro ideológico y aceptación a la insufrible normativa europea.  

Los sobreros

Todo apunta a que Ciudadanos y Podemos, por motivos diferentes, pueden quedarse fuera de la representación política en las instituciones valencianas. Hasta que no se escruten los resultados la noche del domingo 28 y como dijo un buen amigo que milita en Ciudadanos, Fernando Mulas: “hasta el rabo todo es toro”, pero parece muy difícil que entren en los parlamentos. Sin duda sería una sorpresa (si entran) y sobre todo ambas formaciones podrían revolucionar los pactos post electorales y la futura gobernabilidad de la Comunidad Valenciana y algunos de sus ayuntamientos. No creo que tengamos que ver ese arco multicolor con seis formaciones políticas. 

Las encuestas que publican los medios nos pueden dar para todos los gustos, se suele decir que son una foto del momento y que muestran una tendencia. Muchas veces pretende más marcar la tendencia que reflejarla, pero eso es un debate complejo y para ello lo mejor es leer (no los programas electorales) sino cualquier libro como ‘Alivio de domingo’ del gran compañero Javier Carrasco y esperar con paciencia que el 28M sea lo que Dios quiera.  

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