Foto: ESTRELLA JOVERVALÈNCIA. “Ya está aquí la fiesta de la letra impresa” vocifera con ilusión Juan Pedro Font de Mora, presidente del Gremi de Llibrers, en el acto de presentación de la Fira del Llibre. Del 27 de abril al 7 de mayo el Jardín de Viveros abre sus puertas para acoger a escritores, lectores y centenas de escolares que pasean desde este primer día contando de uno en uno los euros que tienen para comprar nuevas historias: “En este tienen un libro a 2’50€” se oye en boca de un chaval que intenta generar reclamo mientras los organizadores presentan la Fira a la prensa y a los curiosos que se asoman.
Este año, tal y como lo explica Font de Mora, es el de los retos, en el que se pretende adelantar en la carrera a la Feria más popular de España, la de Madrid: “Ya hemos rozado la marca de un millón de euros en las últimas ediciones, y podemos decir que este año es el de superarnos”, explica con optimismo. El camino para llegar a esto es largo, y consiste -entre otras cosas- en añadir factores que hagan viajar a la Fira más allá de València.
Para ello se inaugura la tradición de invitar a ferias del mundo entero, siendo la primera invitada de honor la Feria Internacional del Libro de la ciudad de Nueva York (FILNYC), contando con autores que viajarán a València para vivir la experiencia desde dentro y conectar la ciudad con la de la gran manzana. Entre ellos se encuentran Yuri Herrera, Mayte López y Roberto Wong, quienes participarán en la mesa redonda sobre la literatura en diferentes lenguas en los Estados Unidos y como sobreviven entre "la persecución y la resistencia".
Y con motivo de celebrar la literatura en las lenguas cooficiales en esta 58 edición se plantea también otra actividad nueva, que se repetirá en los próximos años: una jornada dedicada a la promoción de la literatura gallega, asturiana, etc… comenzando este año por la literatura vasca. Tal y como lo ha explicado la presidenta de la Fundació Fira del Llibre, Maria Bravo, la motivación es “acercar las historias” valorando las claves de la difusión cultural y la labor de figuras necesarias como las de los traductores, que son quienes derriban la barrera del idioma.
Sea en la lengua que sea los libros, recipientes de historias, se amontonan en ciento trece casetas (más que el año pasado) a la espera de una mano cuidadosa que vaya a recogerlos. En este primer día las profesoras de los centros escolares que visitan la Fira confiesan haber comprado ya algún ejemplar: “Hoy aún se está tranquilo, es mejor para comprar”, explica la tutora María López, quien acompaña a un grupo que no hace más que generar barullo.
Entre ese ruido y el sonido del aire contra las bolsas -que cuentan con el cuidadoso diseño de Laura Pérez- suena el pregón de la autora valenciana Teresa Broseta, que se compone en versos y dice así: “Todos los libros hablan de la vida. De esa vida que a la vuelta es tan brillante y coloreada como un álbum ilustrado y otras tan opresiva que nos hace falta más que el aire una buena cata de poesía", y sigue recitando, "del mundo real que nos acercan las artes, la biografía, del mundo soñado en el que nos traen los cómics, la narrativa, y el teatro imprescindible como el pan de cada día". Mundos que viajan de las casetas a las estanterías gracias a los trabajadores, escritores y visitantes que pasean por un festival de la lectura en el que la lluvia no resulta amenazante este año.
Siguiendo el discurso de las personalidades que hacen posible la Fira llega el momento de la despedida con Carmen Amoraga, Directora General de Cultura y Patrimonio (cargo que abandona) y “lectora y escritora ante todo”. De momento, por su tarea institucional, recuerda los datos que convertirán esta “fiesta del libro” en un acto líder dentro del panorama nacional: 77 expositores distribuidos en 113 casetas, más de 1000 actividades entre presentaciones de libros, recitales, lecturas de poesía, mesas redondas y talleres de escritura; sin olvidar las exposiciones, los debates y los conciertos... números que explican el poder de las letras.
Unos 112 autores invitados y más de 1200 firmas entre casetas. Todo esto sucede, pasándolo al plano numérico, en apenas 11 días, en los que se pretende superar el millón de visitantes que hacen que la Fira tenga vida: “Al final es lo que se repite año tras año, la visita de los lectores, los libreros y los adictos a la literatura, además de aquellos que les quede este mundo por descubrir aún”, puntualiza Amoraga. Y para los escolares que en el primer día pudiera parecer que vayan obligados... quién sabe si ese libro de precio bajo les engancha al placer de la lectura, que si cuidan les durará muchos más años de los que tiene la Fira.
