VALÈNCIA. Era uno de los eternos debates, pero siempre hablado en voz baja. La posible fusión de Cinema Jove y La Mostra de València no es, ahora mismo, más que un tema de conversación, una puerta que estaba allí desde que los festivales internacionales de cine conviven y que Jose Luis Moreno, concejal de Cultura del Ayuntamiento de València, ha querido abrir para ver qué pasa. ¿Es plausible su intención de tener “un festival grande” en vez de “dos medianos”?
Esta idea no es propiedad de Moreno, sino que se ha sido una comidilla desde hace casi dos décadas, si bien tras el cierre y posterior reapertura de La Mostra de València en 2018 se ha reavivado también esta opción. La pregunta sobre la fusión lleva otras muchas: ¿habrá un choque institucional, al depender cada festival de una administración diferente? ¿Cómo se llevaría a cabo la fusión? ¿Cómo se reorganizarían las secciones?
Si bien las primeras informaciones sobre una posible fusión despertaron primero reacciones que apuntaban a la imposibilidad burocrática de un proceso como este, la realidad actual de los dos festivales es que no tienen una estructura tan desarrollada. Por una parte, Cinema Jove depende del Institut Valencià de Cultura, pero su dirección no es una plaza consolidada, sino una externalización, a través de la cual se hacen otras contrataciones. Carlos Madrid, director de Cinema Jove, ganó la licitación y le renovaron el año pasado para dos ediciones más, tal y como estipulaban los pliegos. A través de él se contratan a otras personas, la amplísima mayoría de ellas no trabajan a lo largo del año, sino los meses previos y durante el festival. Las contrataciones de galas y otros gastos de producción los asume de manera directa del Institut Valencià de Cultura.
Por otra parte, La Mostra de València sí cuenta con una estructura propia, un Organismo Autónomo Municipal, con personal y consejo rector. Sin embargo, esta no está del todo desarrollada: actualmente, hay más personal trabajando en La Mostra y vinculada laboralmente al Ayuntamiento de València que a la OAM. Falta personal y faltan puestos clave para que se pueda considerar la estructura como efectiva y realmente autónoma. Igualmente, otros muchos puestos han sido externalizados. En algunos años incluso se llegó a licitar la asistencia a la dirección de programación.
Obviamente, el debate no solo está en la estructura sino también en la convivencia de los diferentes carismas. Tanto Cinema Jove como La Mostra de València son dos festivales de carácter internacional pero con una temática concreta con la que apuestan: películas hechas por menores de 35 años, y films de países mediterráneos, respectivamente. Bajo estas premisas, los festivales desarrollan una identidad propia que baña, no solo las secciones oficiales, sino otras secciones y actividades paralelas y el público de estas. ¿Cómo podría la fusión respetar estas dos islas?
Esa es la gran pregunta, y la falta de una respuesta clara es de donde nacen las mayores dudas. Teresa Cebrián, presidenta de la Acadèmia Valenciana de l’Audiovisual, lo planteaba hace tan solo unos días en una entrevista a Culturplaza: “creo que sería una tarea muy complicada aunar esos dos espíritus que son tan diferentes. Cada uno tiene un lugar en el mundo y un sentido, y eso debería respetarse. Lo que hay que hacer es trabajar para que ambos sean muy grandes y nos posicionen en el mapa de los festivales con todo el prestigio que cada uno de ellos merece porque cada uno de ellos hace un trabajo importantísimo”. Y añadía: “Un festival internacional potente y grande en València sería maravilloso, pero supongo que al final supondría sacrificar uno de los dos, o ambos. No sé si me gusta la idea”.
Eduardo Guillot, director artístico de La Mostra de València, por su parte, respondía a una pregunta directa de este diario sobre su opinión: “Sin saber en qué condiciones, no puedo contestar a esa pregunta. ¿Estamos hablando de un proceso de fusión, de una absorción,…?”. Antes planteaba que cuando “a nivel cultural se plantean cuestiones de este tipo, sería bueno (y creo que no se hace nunca) hablar con las partes, sentarse, plantear pros y contras… Es decir, no tomar las decisiones a la ligera. Primero hay que conocer qué predisposición hay por parte de las personas e instituciones involucradas”.
La oposición, por su parte, no parece dispuesta a facilitar el proceso. Fuentes consultadas del PSPV-PSOE en al Ayuntamiento de València confirman que no creen que vaya a ser positivo para el festival, y recuerdan que, siendo de dos adminstraciones diferentes, es casi imposible. Pero, ¿por qué esa imposibilidad? Sencillamente, porque se presupone que, en el ejercicio de fusión, nadie va a estar dispuesto a ceder el control sobre el festival resultante. Es decir, lo técnico, ya farragoso de por sí, podría ser el escudo en el que se esconda una falta de voluntad política pura y dura.
La realidad es que pocas voces sin cargos institucionales ven mal la idea de la fusión entre los dos festivales, al entender que unir fuerzas podría multiplicar el presupuesto y la apuesta por marcar la agenda y traer grandes películas (aunque no en el sentido de la deriva comercial de la primera era de La Mostra). Ninguna ciudad de España, cuenta con dos festivales internacionales de cine relevantes; prácticamente ninguna ciudad de Europa. El presupuesto y la estructura de cada uno de los festivales está a muchísima distancia de estar consolidada y trabajar en los estándares de los grandes festivales. Y eso hace que la selección de películas y la programación se configuren en una batalla de David contra Goliat con otros certámenes nacionales, ya que es requisito para las secciones oficiales de la mayoría de estos que la participación de la película sea estreno nacional, lo que provoca auténticas batallas por algunos títulos que destacan en ciertos festivales. Las cartas sobre la mesa puestas por Jose Luis Moreno son las de crecer mediante la fusión. Ni el Institut Valencià de Cultura ni la Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana, por su parte, han emitido una opinión al respecto.