Impedimenta edita esta antología de relatos de la maestra de la ciencia ficción, célebre también por la dura historia sobre el aborto ‘Tienes que mirar’
VALÈNCIA. Concluir una historia sin explicación no es lo mismo que ofrecer una explicación extraña. En materia de literatura, igual que en casi todo, es preferible algo que nada, siempre que extraño no sea sinónimo de mentira. La realidad, incluso en lo cotidiano, es bastante extraña, alcanzando cotas de extrañeza máximas en lo más masivo, como los agujeros negros, o en lo más ínfimo, como el mundo cuántico. Sabemos a ciencia cierta que con frecuencia las estrellas colapsan en forma de simas oscurísimas en las que la información simplemente deja de existir, fin, y también que pares de partículas a distancias tales que vuelven imposible cualquier tipo de mecanismo de comunicación conocida, cambian sus propiedades al mismo tiempo, instantáneamente, por medio de un entrelazamiento que en otro tiempo habríamos considerado sobrenatural, y que ahora simplemente no entendemos ni imaginamos.
El tiempo transcurre más deprisa en una montaña que en un llano. Se puede medir. No solo se puede, sino que la tecnología que posibilita el GPS contempla este desfase. Solo tenemos que levantar la nariz del móvil para encontrarnos con un mundo en el que hechos comprobados e incluso explicados ponen en jaque a nuestra mente. Ni siquiera podemos explicar un color a alguien que nunca lo haya visto. A veces un día que parecía desarrollarse con normalidad abandona el sendero de la rutina y toma un camino estadísticamente muy poco probable, o tan poco probable que sería descartable pero no imposible, y nos vemos envueltos en situaciones desconcertantes en las que no logramos situarnos con estabilidad porque nos falta ver el cuadro completo, disponer de la perspectiva suficiente, de la distancia necesaria para una mirada amplia. Esa novela preclara que es La investigación, Lem lo aborda con enorme acierto. El ser es eminentemente extraño. ¿Por qué hay algo en lugar de nada? ¿Qué es la nada? ¿Cómo son posibles las dimensiones inhumanas del universo? ¿Cómo que la geometría del universo se expande? El tiempo, ¿qué es? Sabemos tan poco que el extrañamiento debería ser nuestro estado más común.
De hecho, hay todo un género literario que trabaja con esta sustancia y que ha producido algunas de las mejores historias que podemos leer: este género es el new weird, y una de sus maestras es sin duda Anna Starobinets, a quien mucha gente ha leído en otro registro completamente diferente como es la dura historia sobre el aborto Tienes que mirar. Starobinets, ademas, escribe cuentos infantiles. En La glándula de Ícaro. El libro de las metamorfosis, colección de relatos que publica Impedimenta con traducción de Fernando Otero Macías, estas otras facetas literarias de la autora dan el relevo a su vertiente más extraña, la que es capaz de componer historias como las que siguen: La glándula de Ícaro, relato que da título al libro, nos plantea una sociedad en la que a los hombres se les extirpa una glándula que existe solo de un modo vestigial en el caso de las mujeres, y que genera una serie de impulsos que provocan, entre otras conductas, la infidelidad. En el segundo relato del volumen, Siti, conoceremos un país al que todos quieren ir, y al que muy pocos consiguen entrar.
En Siti se es feliz o no se es, tal y como comprobará una pareja que ha accedido por medio de una beca para escritores. ¿Son los sitizens los habitantes de la Gran Ciudad, o su alimento? En El lazarillo, un guionista es invitado por un productor creativo a una reunión de madrugada: el horario no es habitual, pero no tardará en descubrir que esa rareza será lo más normal que obtendrá de esas ¿personas? que nunca comen frutos del bosque y que en realidad tampoco aprecian su trabajo, salvo por unos pocos detalles, como la capacidad que le intuyen para ver más allá del decorado. El parásito, en el ecuador del libro, nos presenta un gran descubrimiento médico: la humanidad ha albergado un organismo parasitario que ha neutralizado su capacidad para alcanzar su verdadera naturaleza final tras una metamorfosis que ahora por fin, podemos realizar.
La frontera es sin duda uno de los mejores relatos de la antología: en él Starobinets nos presenta una industria vacacional del viaje en el tiempo: hacia el futuro se viaja en avión, y hacia el pasado, en tren. Se dice sin embargo que en cada desplazamiento se corre el riesgo de toparse con la frontera y ser apeado forzosamente por unos inquietantes revisores en un no lugar infinito del que no se vuelve jamás. Delicados pastos es el título bíblico del sexto relato: la digitalización de la conciencia ha permitido que venzamos a la muerte, o más bien que la evitemos saltando de un cuerpo a otro, pero como todo, esto también se paga, de tal manera que los ricos pueden llegar a vivir indefinidamente hasta convertirse en almas caducas y disponer de una conciencia repartida en todo un equipo de cuerpos humanos, mientras que a los pobres solo les queda un último traslado al cuerpo de un ave, como una paloma.
Por último, el libro de Starobinets se cierra con el relato más extraño de todos, Spoki, una consola que causa furor en la sociedad y que ha sido diseñada para cuidar de nuestros hijos: el grado de intimidad que la consola establece con los más pequeños es tal que estos deben hacer una prueba para que se les asigne un modelo concreto de Spoki. Todo va bien con Spoki, demasiado bien, demasiado extraño: la realidad comienza a desdibujarse, y nadie parece darse cuenta. Solo algunas personas, como un niño víctima de acoso al que el resto de niños intentan matar. Cuando una madre intente desconectar a su hija de su Spoki, se dará cuenta de que no puede confiar en sus sentidos, y que ha aceptado los hechos más extraños como normales. Sí: como nosotros.