Hoy es 8 de octubre
En el video The True Cost de Andrew Morgan (2016) y en otros cortos de TV (por ejemplo, el emitido por la Sexta en el espacio del Intermedio del 04/09/2019) se acusa a la industria textil de machista y de ser la segunda que más contamina del mundo (entienda el lector que hago referencia a la industria textil como aquella que se dedica a la fabricación y confección de productos textiles, y no a la que se dedica a su comercialización, bien sea en forma de mayoristas o minoristas, que sería la de distribución textil).
La industria textil también ha servido para ejemplificar la globalización y prácticas empresariales devastadoras como el empleo de mano de obra infantil y las deslocalizaciones.
Sin embargo, durante las últimas semanas hemos podido observar que es esa industria la que de momento más está sirviendo para plantar cara al Covid-19. Todos los días vemos en la prensa y noticiarios de TV exitosos ejemplos de empresas textiles que han readaptado y reconfigurado en un tiempo récord sus procesos productivos para fabricar en masa mascarillas, batas, guantes, etc., y ayudarnos así a protegernos del virus.
El resultado de ello es que estamos asistiendo a una más que justa reparación de la imagen de una industria que tanto empleo genera, y que le hace en estos momentos ser merecedora también de algún aplauso.
Los valencianos tenemos suerte, porque a pesar del general desmantelamiento que durante los últimos 15 años ha sufrido esa actividad empresarial (pérdida de alrededor del 50% de empresas y empleos) nosotros concentramos el clúster textil-hogar-técnico más importante de España. Una de las ramas o subsectores fundamentales para dotarnos de protección frente a la pandemia.
Efectivamente, de acuerdo a la Radiografía que del sector Textil-Confección Valenciano estamos realizando el Grupo de Investigación de la UV GESTOR (GIUV 2014-205), los últimos datos disponibles de SABI nos informan que en 2018 nuestra Comunidad lideraba el número de empresas cuya actividad principal estaba relacionada con el subsector del textil-hogar-técnico (33% del nacional, frente a Cataluña el 28%). En ese análisis también estamos observando que tenemos una fuerte presencia en otros subsectores conexos y afines al mismo como son el de Maquinaria Textil y la Hilatura y Acabados.
¿Por qué nuestro textil ha sobrevivido y ahora está siendo tan útil para combatir el Covid-19? La respuesta a ambas preguntas es el clustering.
Mientras que un clúster es la fotografía de un modo de localización de una industria/sector concreto en un territorio determinado (hay otros modos como es un parque empresarial), el clustering es el mecanismo por el que los actores que forman parte de un clúster interactúan entre sí (empresas, personas, instituciones). Una buena lectura sobre ese fenómeno empresarial es el artículo del profesor Michael Porter, publicado en Harvard Business Review en 1998, titulado "Clusters and the New Economics of Competition". En dicho trabajo se caracterizan diversos clústeres que han surgido (no creados) en diferentes partes del mundo, y se plantean propuestas para facilitar su transformación y evolución.
En la literatura económico empresarial uno de los ejemplos más manidos es el del Clúster de Silicon Valley (USA). En esa región estadounidense se concentran muchas de las principales corporaciones de alta tecnología más grandes del mundo (Facebook, Google, Apple, Tesla, Intel, Netflix, Twiter) y miles de emprendedores generando apps, procesadores, videojuegos, etc. para las mismas. Entre esas empresas, empleados e instituciones allí localizadas (por ejemplo, la Universidad de Stanford) hay un flujo continuo de relaciones de competencia y colaboración, y de intercambios de información y conocimientos.
Las tasas de innovación, emprendimiento, supervivencia y rentabilidad que registran las empresas de esa industria que están allí establecidas es significativamente mucho más alta y mejor que la que registran las empresas de esa industria que están dispersas o localizadas de otro modo. En nuestra Comunidad existen notables ejemplos de clustering a sumar al del textil como es el del azulejo de Castellón o el calzado de Alicante.
Es importante destacar que ni todas las empresas que están localizadas en un clúster desarrollan el clustering, ni el efecto del clustering es similar entre las empresas del clúster. Ese efecto depende de las características y comportamiento de las empresas. Salvando las distancias, en eso el clustering se parece la Covid-19.
Vale la pena que veamos con un poco más de detalle esa relación entre el textil, el clustering y la Covid-19, y las reflexiones que de ese trinomio caben extraerse.
El principio básico que explica las interacciones que se dan en un clúster es la proximidad geográfica entre los actores: teóricamente, los actores que están más próximos viven más relacionados entre sí que los que están lejanos. Esa proximidad provoca un mayor número de relaciones por unidad de tiempo y genera confianza y certidumbre entre las partes, así como un sentimiento de pertenencia al territorio. El resultado de ello se traduce en reducciones en los costes de búsqueda y negociación, incremento en los intercambios de información y conocimientos, y atracción de otros actores que ven en esos territorios unas mejores condiciones para desarrollar su actividad.
Hoy en día podemos ver en la desigual propagación del virus de la Covid-19 ese efecto clustering. Sucedió a mediados de febrero en la celebración de Carnavales en la pequeña localidad de Gangelt (Alemania) donde 1.442 personas de 42.000 fueron infectadas (¿el Wuhan alemán?). Algo similar ocurrió en New Orleans (USA) a finales de febrero en su tradicional Festival de Mardi Gras o en el partido de la Champions League entre el Atalanta y Valencia celebrado en Milán.
Como ilustra el artículo publicado en The Guardian de 12.04.2020, la clave que explica esas extraordinarias propagaciones en las áreas de Gangelt, Orleans o Milán es que siempre tienen lugar en celebraciones en las que un gran número de personas pasaron tiempo en estrecha compañía repartiendo y compartiendo besos, abrazos y bebidas.
Siguiendo los postulados básicos de la epidemiología que el profesor Miguel Casares describe en su artículo "Covid-19. Un modelo que simula la evolución de la epidemia y sus consecuencias en España", se podría afirmar que el efecto clustering depende de la combinación de tres aspectos: 1) las (I) interacciones que existen entre los actores (mayores cuando mayor es la densidad del clustering). 2) la voluntad y (P) participación activa en el mismo (si hay una celebración, pero no se participa en la misma y/o el actor se protege o aísla, es muy difícil que se produzca algún efecto). 3) de la diversidad y (C) condiciones de los factores, es decir el tipo de contacto que tengamos (siguiendo el símil, con un infectado o no).
Por tanto, el efecto del clustering será diferente entre los actores de un clúster, siendo su resultado ser susceptible de representarse mediante la siguiente combinación multiplicativa:
I*P*C
Si una empresa textil valenciana tiene débiles interacciones (I) con otros actores del clúster (empresas o no) su clustering y potenciales beneficios serán muy limitados. Todavía lo será menor si además se aísla (P). Y será nulo cuando si tiene algún contacto (C) lo es con actores que no estén 'contaminados' (por ejemplo, que no aporten ningún valor a la relación).
Llegados a este punto cabe preguntarse, ¿Cuál es la situación de nuestro textil-hogar-técnico? De acuerdo a los datos que poseemos, la mejor del contexto español. Hemos ganado peso y cuota de mercado. Nuestras empresas y actores están desempeñando un eficaz clustering y una excelente respuesta a la falta de textil sanitario.
Por tanto, si los clústeres ni se crean ni destruyen, sólo se transforman, ¿qué reflexiones cabe hacerse de cara al futuro del Clúster Textil Valenciano en tiempos de la Covid-19?
Primero, que partimos de una tradición y organización del textil que se antoja competitiva. Segundo, que la situación de emergencia que vivimos lo convierten en necesario. Tercero, que los escenarios de desglobalización que se vislumbran son una fuente de oportunidades.
Por tanto, se pueden plantear tres líneas de acción para su transformación: 1) facilitar las interacciones entre las empresas (romper el aislamiento), 2) crear los canales para que los actores del clúster participen activamente en el mismo (las tecnologías de comunicación e información son un excelente instrumento) y 3) regenerar el clúster a través de las innovaciones en procesos, productos y de mercados (por ejemplo, formación). Sin duda, esa transformación es cosa de las empresas y de los actores claves del mismo (Aitex, Ateval, la Universidad y los Gobiernos locales y autonómico).
Francisco Puig es profesor del Departamento de Dirección de Empresas de la Facultad de Economía de la Universitat de València y coordina el grupo de investigación GESTOR (GIUV 2014-205)