LONDRES (EP). La cotización de la libra esterlina reaccionaba este lunes con caídas al anuncio de la primera ministra británica, Theresa May, de un aplazamiento de la votación sobre el acuerdo para el 'Brexit', que debía celebrarse este martes, alimentando así los temores a una salida no pactada del Reino Unido de la Unión Europea (UE). El cambio de la libra frente al 'billete verde' se debilitaba así hasta los 1,2562 dólares, frente a los 1,2727 del comienzo de la jornada, lo que supone el peor cruce de la moneda británica respecto del dólar desde el 18 de abril de 2017.
"El mercado ya no tiene una hoja de ruta de referencia mientras que la presión sigue aumentando sobre Theresa May", señala Simon Harvey, analista de Monex Europe, apuntando que pese al compromiso de la 'premier' de sellar un acuerdo más favorable, la libra continúa a la baja. En este sentido, el experto recuerda que la UE ya ha indicado que no volverá a negociar los términos del acuerdo alcanzado con Londres, lo que deja a la primera ministra británica "entre un 'Brexit' duro y otro más duro".
"Al retrasar la votación, la hoja de ruta se comprime aún más antes de la fecha límite de marzo de 2019", ha apostillado Harvey. La primera ministra de Reino Unido, Theresa May, ha confirmado este lunes ante la Cámara de los Comunes que solicitará el aplazamiento de la votación sobre el Acuerdo de Retirada de la Unión Europea que se iba a celebrar este martes, en busca de nuevas "garantías" sobre la frontera irlandesa para las que no ha fijado ningún calendario.
May ha sido objeto de presiones tanto desde fuera como desde dentro de su partido para que reclame más garantías a la Unión Europea de cara a la ruptura definitiva, en particular por las dudas que suscita la salvaguarda contemplada para la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte, sin una fecha concreta de finalización. La 'premier' ha asegurado que, llegados a este punto, la "pregunta fundamental" es si los diputados quieren realmente que Reino Unido se salga de la Unión Europea, ya que considera que, en caso afirmativo, es necesario que todas las partes hagan concesiones.
May, no obstante, ha admitido que encaraba sin opciones la votación del martes y ha accedido a buscar nuevas "garantías" que permitan resolver las dudas que suscita el acuerdo sobre la frontera irlandesa, donde ha defendido que son necesarias "soluciones reales y factibles" para evitar la denominada "frontera dura".
May ha asegurado que, durante el fin de semana, ya ha hablado con otros dirigentes sobre la actual situación y ha anunciado que en los próximos días se verá con varios líderes europeos para plantearles su última postura. La Cámara de los Comunes iniciará el 21 de diciembre su receso vacacional, del que no volverá hasta el 6 de enero. El tiempo corre en contra de May si se tiene en cuenta que el visto bueno parlamentario debe llegar, como muy tarde, el 21 de enero de 2019. Además, conforme a lo establecido en el Tratado de la UE, la salida de Reino Unido tendrá lugar -con o sin acuerdo- dos años después de la activación del Artículo 50, es decir, el 29 de marzo de 2019.
Al debate se ha sumado este lunes una nueva variable después de que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea haya dictaminado que Londres tiene derecho a paralizar todo el proceso de forma unilateral, sin contar con el consenso de los otros 27 Estados miembro del bloque. El Gobierno británico ha descartado dar marcha atrás a todo el proceso, al igual que también ha dejado claro que no promoverá la convocatoria de un segundo referéndum. En este sentido, alega que su obligación es cumplir el mandato surgido de la consulta del 23 de junio de 2016, cuando un 51,9 por ciento de los votantes se pronunció a favor del Brexit.
May ha pedido a quienes defienden la repetición del referéndum que sean "honestos" y asuman "el peligro de dividir al país otra vez". Asimismo, ha dicho que aunque ella misma votó en contra del Brexit, ahora entiende que su "deber" es cumplir con el resultado que surgió de aquella consulta.