Si ya estás hasta arriba de turrones y polvorones (o no), aquí va un lugar para que degustes sin culpa y sin ardores
VALÈNCIA. Últimos coletazos de este caprichoso 2018 y aquí andamos todos, con nuestro listado mental de buenos propósitos para el año que empieza. Los stories y los posts de Instagram abarrotados. Nada nuevo bajo el sol. Los mismos propósitos que los del año anterior, que aún no han nacido y ya están condenados al ostracismo, pero en fin, esto nos calma la conciencia y nos hace sentir mejor personas, porque sí, amigos, este año lo logro.
Sea como fuere, aún es Christmas Time, así que está permitido todavía, ¡sigamos ganduleando un poco más! Todavía hay tiempo para comidas y cenas, para reuniones de amigos y cuñados o para darte un pequeño respiro alejado de las multitudes y copiosas ingestas navideñas en un lugar tranquilo.
Si ya estás hasta arriba de turrones y polvorones (o no), si tu cuerpo aún te pide marcha marcha (o no), aquí va un lugar para que degustes sin culpa, sin ardores y de paso, le des un poco de verde a tu cuerpo serrano, que después de los cocidos, corderos, cochinillos y todo el marisco del mundo mundial te está pidiendo a gritos ese aporte vegetal.
Hoy nos pasamos por La Lluna, el restaurante vegetariano más antiguo de València. Querías underground, pues toma dos tazas. Porque sí, La Lluna abrió sus puertas allá en los años 80, en un barrio del Carmen que nada tenía que ver con lo que hoy es. Y cuando la gente aún no entendía que no hubiera carne o pescado en el menú, allí estaban ellos, vegeta¿qué?, ofreciendo platos solo de verduras. Y casi 40 años después continúan. Mismo local y casi misma carta. Esto bien merece la visita.
Los hermanos Carlos y Bernardo Garrión están ahora al frente de este mítico local del barrio, se quedaron el negocio en el año 86 y fue toda una aventura porque ellos ni siquiera son vegetarianos. Detrás de cada plato hay investigación, imaginación, pero sobretodo producto fresco. La quinta gama aquí no ha llegado todavía y por favor, que así continúe.
En los tiempos de las redes sociales en los que, si no quieres miraditas de soslayo, tienes que ser (aunque sea un poco) vegetariano, vegano, flexivegetariano o llevar una alimentación planted based puede parecer que no tiene mucho mérito hablar de un restaurante de estas características (aunque en el fondo lo tiene, porque a pesar de que cada vez más gente apuesta por este estilo de vida, son pocos los restaurantes que ofertan una cocina vegetariana real, consciente y saludable).
Cuando vayas a La Lluna tu idea preconcebida de lo que ahora es un menú vegetariano te la tienes que dejar en casa. No esperes encontrar el típico local de maderita y tungsteno, con platas colocadas estratégicamente ni láminas bonitas colgadas de las paredes. La Lluna no es un lugar moderno, ni tiene una decoración a la última, ni tampoco la presentación de sus platos es espectacular.
La Lluna es autenticidad y es cocina tradicional. Tiene ese toque viejuno que lo hace especial. Y digo viejuno no como algo despectivo, sino como seña de identidad de un lugar que ha resistido el paso del tiempo con honestidad y que se ha preocupado más en ofrecer un menú asequible, saludable, de temporada y de calidad que en el resto de florituras. Vamos, no es un lugar instagrameable, de hecho es ahora cuando empiezan a desenvolverse en esta red social aupada por los foodies.
Es un restaurante cálido, acogedor, como muy de estar por casa. Las paredes con sus azulejos valencianos tradicionales y las vigas de madera en el techo. Me recuerda a los típicos restaurantes de pueblos de montaña que reconfortan nada más entrar. Sin duda alguna el ambiente es muy de barrio. Y es que por aquí, como nos cuenta Carlos “han pasado desde mesas de okupas a señoras con sus abrigos de piel que se iban al Principal, vecinas que llevan viniendo toda la vida y traen a sus nietos para enseñarles un vegetariano de verdad, hasta madres con sus hijas, parejas, grupos de amigos, cenas de empresas y algún que otro turista, a pesar de que la calle en la que está no es de las más turísticas del Carmen, pero es lo que tiene ser el restaurante vegetariano más antiguo de la ciudad”.
Pero también ha sido un lugar de famoseo y en sus mesas han comido personajes de la talla de Mick Jagger (¡muy fuerte, Mick Jagger!) o el compositor Philip Glass. El glamour se encuentra hasta en los rincones más pequeños, ¿qué no?
La Lluna lleva toda una vida dando de comer vegetariano y no solo a los vegetarianos y eso es digno de admirar porque joder, en la carta no hay platos con aguacate y huevo poché, no hay productos exotiquísimos, no hay platos que parecen auténticas filigranas. Aquí hay producto local, de proximidad, temporada, ecológico en la medida de lo posible. “Somos un restaurante transgeneracional, de comida muy normal, comida de verdad”, nos dicen, y tal vez sea ese el secreto de su éxito.
Disponen de sus propios distribuidores, que suelen ser agricultores de la zona y también echan mano de los mercados de Mossén Sorell y del Central, por supuesto. La carta no es muy extensa, sin embargo llama la atención la carta de vinos por tener numerosas referencias, algunas muy interesantes y casi todo ecológico. Muy llamativo resulta también su apuesta por los zumos para abrir boca. Entre sus platos más aclamados están la tabla de patés vegetarianos, la lasaña vegetal, el arroz con setas, el cous cous o las croquetas, pero sin duda alguna, lo mejor que tienen es el menú del día.
Por tan solo 8,50€ (esto también es casi un precio de antaño) tienes tres platos y un postre. Si eres vegano, alérgico o intolerante, te adaptan el menú sin problema. Y es que el servicio es excelente. Es como estar en casa de tu iaia. Te tratan bien, te lo cuentan todo con esmero y sacan cada plato con un cuidado exquisito, fruto del trabajo que hay detrás. Y frente a ti una cocina sin milongas ni artificios, real food en toda regla, comida tradicional, platos de toda la vida, recetas caseras como las que podría haberte cocinado tu suegra en casa, solo que con el toque vegetariano.
Así que toma nota y si aún tienes ganas de mambo pero te apetece comida casera, en un ambiente tranquilo y familiar, a un precio asequible y sin excesos de azúcar, grasa o proteína animal, prueba La Lluna y dale esa merecida tregua a tu barriguilla.