VALÈNCIA. Pocas veces puede alguien decir que su semana empieza acudiendo a una reunión de la mafia. Aunque quizás, en estos tiempos que corren, esta afirmación no se aleje mucho de la realidad, sobre todo en el ámbito de la política y los negocios, donde más de uno -y de una- en su agenda cuenta semanalmente con reuniones al margen de la ley. Pero eso es otro tema.
A lo que iba, resulta que este pasado lunes acudía a la primera reunión de Creative Mafia Valencia que celebraba un cóctel en Café Madrid para presentar su manifesto. Creative Mafia tiene poco de mafia y mucho de creativo, se trata de un grupo de jóvenes valencianos de distintas disciplinas que tienen como nexo la creatividad y València como base de operaciones.
Una veintena de artistas, fotógrafos, diseñadores, creadores e influencers seleccionados por sus fundadores, los capos de esta mafia millennial: el periodista de moda y fundador de Chapelle Magazine Eduardo Jayricovich, la diseñadora de 404 Studio, Anaïs Vauxcelles y la periodista e instagramer, Marta Handrich.
Más allá del evento, la idea es crear una comunidad que comparta sus inquietudes y que, durante las reuniones, surjan sinergias entre sus participantes. El grupo irá ampliándose, siempre y cuando sus fundadores y el resto de miembros acepten a los aspirantes a unirse a ellos y acaben siendo “uno de los nuestros”. A ver, esto sí que suena bastante mafioso, no se lo voy a negar.
Los que ya han pasado el filtro y pertenecen a esta “Cosa Nostra de la creatividad” son, entre otros: las fotógrafas Sonia Sabnani o Beatriz Tafaner; la diseñadora de Ballet Team, Marta Llorens y de Design Black List, Isabel Casilda Rincón de Arellano; Nacho Errando de Enredo Films; los influencers Amparo Angoso, Didi de Diego, Enol Blasco y Nuel Puig; la modelo Tamara Caravaca y los periodistas Guillermo Arazo y Ángela Valero de Palma. Los maquilladores Wild Van Dijk o Gala Phillipe y artistas como Guillem Chanzá, también la que aquí suscribe que forma parte de la mafia y actúa como agente doble.
Y así fue como en mi misión de infiltrada, acudí a Café Madrid a la llamada de estos mafiosos, posiblemente los más creativos y también menos discretos que he conocido jamás. Y es que la clandestinidad entre estos expertos en redes sociales no se concibe, es casi inadmisible.
Vestida de negro riguroso cual siciliana de la Camorra me planté cerca de la puerta y de Mr. Arazo -tengo sospechas de que él también es un chivo expiatorio- para observar lo que sucedía entre copa y copa de Agua de Valencia. Si se tratara de verdaderos delincuentes quizás estaría escribiendo estas líneas con un meñique menos.
Por suerte, son gente civilizada, de modales exquisitos y sus disparos se limitan a los selfies y la extorsión la ejercen con unos cuantos likes y a cambio de cócteles. Nada preocupante.
“¡Tú tienes pinta de venir a la mafia, estamos aquí!” se escuchaba de vez en cuando llamar a alguien que cruzaba la puerta del bar con cara de despiste. Muchos de los asistentes no se conocían personalmente y, lo más divertido, no sabían quien podía aparecer por allí. El caso es que siempre que alguien identificaba a un supuesto miembro del club, acertaba.
También es verdad que siendo un poco observador y analizando los estilismos del personal era bastante fácil detectarlos. Por ejemplo, encontré un look que competía con el de Tony Montana en Scarface , ya saben, gafas con cristal ahumado, camisa abierta y cuello por encima de las solapas. También el traje amarillo con pantalones campana me recordó a un colega de Vito Corleone en versión avant-garde. Ellas, en cambio, acudieron más comedidas, apostando por el negro y con ese aire de novia del gángster tan irresistible y que nos encanta. Otras apostaron por un estilo muy italiano del sur, muy Donatella. Después Ángela Valero de Palma, rebautizada por una jovencísima influencer como “la que invita en València” -bendita inocencia y espontaneidad-, desplegó su precioso mantón de Manila vintage herencia familiar para rematar el cuadro. Vamos, que todo encajaba a la perfección.
La fiesta inaugural se animaba por momentos y continuó hasta bien entrada la noche en la terraza del hotel Marqués House con un delicioso catering servido por el chef Nacho Romero -esos dim sum, qué maravilla- y más Agua de Valencia y champagne para brindar por el talento que está destinado a animar la ciudad.
Pues eso que larga vida a iniciativas como Creative Mafia y porque como diría el gran Tony Soprano, “hasta un reloj roto da bien la hora dos veces al día".