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crónicas por los otros / OPINIÓN

La movilidad aquí y allí

La Semana de la Movilidad Sostenible y sus acciones en esta semana me han llevado a acordarme de aquellos lugares adaptados e inadaptados para las personas con movilidad reducida. Los lugares adaptados suelen estar relacionados de manera directa con el nivel de desarrollo, educación y concienciación. 

23/09/2017 - 

En el primer mundo en que vivimos el desarrollo ha llegado a garantizar unos mínimos de movilidad. Eso sí, siempre existen puntos donde mejorar, carriles o calzadas que no están preparadas para ello, locales que no están adaptados o ascensores que no funcionan. Quejas y protestas cargadas de argumentos por parte de los colectivos que necesitan seguir reivindicando y alzando la voz para conseguir un nivel de acceso y movilidad básico y digno.

Y pienso en estos colectivos de aquí y en las personas con movilidad reducida de allí. Y me desplazo a esos lugares donde he vivido o visitado en países en desarrollo donde las personas con movilidad reducida son ninguneadas. No existe transporte público adaptado y los locales no se preocupan por adaptar sus centros para que estas personas tengan acceso a ellos.

Movilidad en desarrollo

De esta manera, al no tener en cuenta estos colectivos, las personas con movilidad reducida son más dependientes todavía. Necesitan de la generosidad de su entorno para poder moverse y del buen hacer de los vecinos y de las familias para tener una vida medianamente digna.

Determinados entornos, sin la mínima adaptación garantizada, hace que las personas con movilidad reducida sean totalmente dependientes y viven, o malviven, como pueden.

Aunque generalizar es un riesgo, creo que no me equivoco si afirmo que los lugares en desarrollo tienden a no tener en cuenta los problemas con los que se enfrentan las personas con movilidad reducida. Lugares normalmente con escaso nivel de desarrollo, donde tener algún problema de movilidad es un problema serio porque incapacita y aísla a cualquiera.

Esos lugares de los que hablo son famosos por los atascos tremendos y por el caos que se forma. Normalmente no tienen semáforos bien por su inexistencia, bien porque sus semáforos no funcionan o sencillamente porque son ignorados por los conductores.

En esas capitales africanas y en Centroamérica en las que pienso en este momento, cualquier tipo de vehículo lucha por sobrevivir en esos atascos imposibles de soportar, peligrosos y que acaban con la paciencia de cualquiera. Es una auténtica experiencia adentrarte en uno de esos atascos interminables y observar cómo se desenvuelve cualquiera de los medios transportes. Bicicletas, motos, coches, carretillas, peatones e incluso algún animal de carga… todos juntos en una misma estampa.

Las calles no están asfaltadas, no son espaciosas, no hay semáforos ni aceras y convive cualquier medio de transporte… con el peligro que ello conlleva.

En estos contextos no adaptados, las personas con movilidad reducida tienen serios problemas para poderse mover de manera segura e independiente. Para empezar, no todos cuentan con una silla de ruedas en condiciones o el apoyo que necesitan para moverse de manera digna.

Una imagen dura y dolorosa, que duele solo de mirarla y que en ocasiones estas personas explotan también para conseguir alguna limosna y poder sobrevivir… porque estas personas no cuentan con ninguna oportunidad laboral.

Las estampas más duras que retengo son aquellas donde las personas con movilidad reducida se arrastran por las aceras de la calle. Se arrastran por el suelo y piden limosna.

Y pienso en estas personas, en sus vidas y en su dignidad… y me traslado a Valencia. Y veo una ciudad cada vez más adaptada. Una ciudad que en los últimos años, por empeño de su gobierno, pretende combinar varios medios de transportes y que apuesta por una ciudad más sostenible y con más posibilidades para recorrerla a caminando o en bici. Una ciudad que ha desarrollado un carril bici en condiciones, una ciudad que trabaja por tener menos puntos negros para las personas con movilidad reducida y una ciudad que trabaja para parecerse a otras ciudades europeas que son un ejemplo en su adaptación a personas con movilidad reducida.

Movilidad desarrollada

Países como Holanda, Alemania, Dinamarca… u otro países más desarrollados están a años luz de ciudades como Valencia donde los colectivos con discapacidad siguen denunciando que vamos atrasados y reivindican seguir trabajando para conseguir una ciudad adaptada. Aunque hemos avanzado, queda mucho camino por recorrer.

Eso sí, lo importante es ir en la dirección correcta, trabajar y destinar presupuesto para hacer que las ciudades sean ciudades adaptadas para todos y en eso estamos. Desde hace unos años el gobierno de la ciudad de Valencia trabaja en esa línea. Trabaja para conseguir ciudades adaptadas a las personas con movilidad reducida y adaptadas para el resto de colectivos con alguna discapacidad.

Y es que para ello se necesita voluntad. Voluntad por parte de todos. Voluntad de quien gobierna y voluntad de sus ciudadanos. Y esa voluntad se consigue con un nivel determinado de concienciación, de sensibilización y de educación.

Esa voluntad es una actitud y son unos presupuestos. Presupuestos que se destinen de manera directa a conseguir una ciudad adaptada para todos.

La ciudad con la que sueño, el mundo con el que sueño, es un mundo adaptado para todos. Un mundo donde las personas con movilidad reducida no se arrastren por el suelo para poder desplazarse o un mundo donde las personas que se mueven en sillas de ruedas no se queden atrapados en el metro porque no funciona el ascensor. Un mundo donde se trabaje para avanzar y conseguir un entorno adaptado. Un mundo accesible y adaptado para todos… aquí y allí.

 La semana que viene… ¡más!

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