plato de la semana

La Negri y sus croquetas morellanas

En la calle Albocàsser, 27, esquina con calle Viver, está Bar La Negri.

| 11/02/2022 | 1 min, 49 seg

En las esquinas pasan la mayoría de las cosas importantes, los besos, por ejemplo, y permítanme que me ponga un poco cursi: los sueños. Pero no me voy a desviar mucho de lo importante, porque hoy he venido a hablar de las croquetas morellanas de pollo adobado que salen de las manos de Luzvi Gacayan.

En la media docena de veces que he estado en Morella nunca he pedido croquetas. No sabría decirles el porqué, pues soy como un crío muy fan de las croquetas. En cambio, la primera vez que estuve en La Negri —eso fue el mes pasado—, lo tuve claro: croquetas. Y también tenía claro que no iba a ser como me esperaba, que sería mejor, más lejos. Porque con un par de minutos que uno se pare a observar la carta de La Negri se da cuenta de cómo son las cosas (para bien) aquí. Pero no me voy a desviar mucho de lo importante, porque tengo que contarles lo mío con estas croquetas de pollo adobado.

Son del tamaño de un puño de un niño de diez años. Y eso es importante, porque la primera vez que hundes el tenedor ya sabes que vas a poder repetir un par de veces más. Es crujiente por fuera y de textura accesible, bastante líquida en el medio. El interior es un guiso paciente y generoso. Campan el pollo, algún que otro sabor asiático, la bechamel y el pimentón. De hecho es una receta filipina elaborada con productos de aquí. Cuando la saboreas, te dan ganas de no hablar. Aunque uno de los amigos con los que estoy me dice, “Estas croquetas no son como las que comí una vez que estuve en Morella, ni tienen la misma forma”. “No pasa nada —respondo—, Morella está muy lejos”. 

Estas croquetas son eso, muy buenas, de más lejos, hechas por La Negri. Algo importante que pasa en una esquina, un sueño, por ejemplo.

Comenta este artículo en
next