VALÈNCIA. Cuando uno habla del concepto ‘escena artística’ es fácil caer en el error de imaginar una masa unificada que funciona (casi) como un todo mecánico, cuando en realidad es una amalgama de voces distintas que siempre está en movimiento. En esta suerte de puzzle cultural, dos jóvenes voces resuenan en el panorama valenciano, las de Carles Ángel Saurí y Julia Castelló. Mediador y asistente del área de arte en Bombas Gens, respectivamente, se enfrentan ahora a su mayor proyecto -al menos si atendemos al número de metros cuadrados sobre los que trabajar-, pues, de la mano de Vicent Todolí y Nuria Enguita -asesor artístico de la Fundació Per Amor a l’Art y directora de Bombas Gens-, serán los encargados de comisariar las exposiciones con las que el espacio encara 2020. Y lo harán por primera vez. Se trata de Hiperespacios y Botánicas, muestras con las que Bombas Gens presenta un nuevo análisis de su colección, una reflexión que parte de dos de las personas que habitan el centro en su día a día y que, además, generan escena fuera de él. Ambos capitanean dos proyectos culturales independientes que, más allá del ámbito institucional, remueven la base de la cultura en València. Saurí, junto a Paula García Masedo y Néstor García, en Pols; Castelló, de la mano de Ali A. Maderuelo, con el proyecto A10. Sin embargo, entre la escena underground y el gigante artístico hay más vasos comunicantes de lo que uno cree.
“Lo que aprendemos en Bombas Gens lo podemos aplicar en nuestros proyectos y al revés. Hay una comunicación constante”, refleja Julia Castelló. Fue hace exactamente un año que puso en marcha A10, un proyecto pensado para acciones de un solo día que busca ser un espacio en el que “hacer cosas que como espectadores queríamos ver”. Con todo lo que ello implica. Su última cita fue la pasada semana, con un proyecto de Alberto Feijóo y Guillermo Ros. Como en el caso de Pols, del que hablamos hace unos meses en Culturplaza, no se trata de una galería de arte al uso… ni quiere serlo. Se trata de una espacio de experimentación, un local desde el que ampliar la oferta cultural y generar nuevas conexiones a partir de las inquietudes de sus impulsores. No contar con una estructura tradicional les da la libertad de poder avanzar a medida que crean. El largo plazo es demasiado largo. Saurí ya nos hablaba en octubre de un Pols que no nace como “contraposición” a lo que se está haciendo, aunque sí puede resultar consecuencia de un pasado árido. “Había una distancia muy grande entre instituciones y escena artística, que surge de una manera de trabajar muy jerárquica y corrupta. A10 y Pols responden a una escena [actual] que se escucha más y que quiere hacer”. Escuchar es, precisamente, una de las palabras clave de una tarea a la que ahora se enfrentan a gran escala.
El relevo generacional que, en cierta medida, ellos representan, también nos lleva a charlar sobre el papel cambiante (o no) de la figura del comisario. Para empezar, recuperamos una declaración de la propia Nuria Enguita, en una entrevista concedida a Arte Informado. En ella decía: “El comisariado es un acompañamiento, una mediación, una conversación; con el artista, con la institución, con los públicos. Más que nunca es fundamental trabajar de una forma abierta, colaborativa y dialógica”. Sobre esta afirmación, empieza la reflexión. Castelló se refiere a la idea de ‘bricolaje’ planteada por Levi-Strauss, a la idea de la composición a partir de los elementos que vienen dados. Eso sí, aclara: “otra cosa muy distinta es lo que hacemos fuera de aquí”. La catalana habla de dos maneras distintas de enfrentarse al comsiariado de una exposición, aunque no por ello una está por encima de la otra. Son dos caras de una misma moneda. “No hay un decálogo de buenas prácticas para comisariar. Hay distintas maneras de entenderlo y todas pueden ser válidas”, recalca.
"La figura del comisariado es contextual. No creo que haya un comisariado obsoleto"
Sobre esas distintas maneras de enfrentarse al proyecto, explica Saurí: “La figura del comisariado es contextual. No creo que haya un comisariado obsoleto. Hay maneras de trabajar que responden a los espacios que se intervienen”. La línea pasa por el cubo blanco hasta ese Harald Szeemann que El País bautizó como “comisario rock star”, pasando por todos los puntos entre una cosa, la otra y la de más allá. "Plantear una idea de evolución o de historia progresista sería un error", reflexiona el comisario. ¿Quiere decir esto que todo vale? No. “Me interesan las figuras que planteen espacios de no precarización, de respeto y de crítica contemporánea... Me interesa en el comisariado y en todos los ámbitos”, recalca. Coinciden Saurí y Castelló en esa idea de ‘comisario camaleón’, en la importancia de unos contextos que no son antagónicos, sino que sirven para definir un marco de actuación de lo que será el proyecto.
Si de contexto se trata, en Bombas Gens está bien definido: un cubo blanco y una colección que ha ido desvelando poco a poco las piezas que la componen, desde ese ¿Ornamento=delito? con el que inauguraron el espacio en 2016. La muestra ha sido, en parte, clave para el desarrollo de las exposiciones que, a partir de la próxima semana, podrán verse en el centro, un proyecto que reúne algunas de las inquietudes trabajadas tanto en Botánicas como en Hiperespacios, aunque en esta ocasión se presentan con una mirada distinta: la de alguien que, aunque por primera vez trabaja la colección, la lleva digiriendo durante años desde la cotidianidad. “Las exposiciones van pasando pero la gente que estamos en sala somos casi como una arquitectura estática del espacio. Pasamos muchas horas dentro y eso hace que tengas mucha relación con él. Mi cabeza estaba proyectando Botánicas todos los días que recorría el espacio. Eso es una manera de relacionarse que pasa más por el afecto y la cercanía, no tanto una investigación histórico científica", explica Saurí. Resultado de esa exploración es una muestra que parte de la representación de plantas o formas vegetales para generar un todo que se erige como espacio intermedio entre las naves y el jardín del centro, un trabajo que hace convivir enfoques más estéticos como los de Imogen Cunningham o un punto de vista más científico, que se puede ver en obras como las de Karl Blossfeldt.
En su creación es clave el hecho de haber sido actores y espectadores constantes de la pequeña historia del centro, un conocimiento de sus entresijos que ha marcado desde la gestación al proceso del montaje. Tanto Saurí como Castelló se enfrentan así al reto de reinterpretar una colección de la que ya conocemos partes, aunque las piezas no acaban en sí mismas, sino que tienen una vida posterior de acuerdo de quien las interpreta. “La colección tiene esa capacidad de volver a ella, de incorporar voces, capas, que no dejan una colección en estático, sino que la abren hacia muchos puntos vista. No es un elemento estanco”, explican. Botánicas se complementa con Hiperespacios, el proyecto comisariado por Castelló, una exposición que parte de la arquitectura como origen del arte y se vincula con la idea de lo ornamental, “además de mostrar algunas de las adquisiciones recientes, como obra de Irma Blank o Barbara Kasten”, destaca la comisaria. El montaje, que cuenta también con piezas de Inma Femenía, que protagonizará una exposición individual próximamente en el espacio, además guarda una sorpresa, una ruptura del cubo blanco con 'El último grito'. Pasen y vean.