Autónomos y pymes copan ahora la mayoría de operaciones 

La otra cara de la pandemia: los empeños se disparan en los Montes de Piedad 

6/09/2020 - 

VALÈNCIA. Detrás de cada persona hay una historia. Vivencias que se narran a través de las decisiones, de los recuerdos. A veces son pequeños detalles los que perduran en la mente y evocan a un tiempo pasado, aunque muy presente. Olores, sabores, objetos. Desprenderse de ellos duele, aunque sea de forma temporal. Bien lo saben en los Montes de Piedad, donde a diario las historias se entrelazan. Y en tiempo de coronavirus, con muchas familias tocadas por la crisis, cada día se escuchan más. De todo tipo. Algunas son más amables que otras, pero siempre hay un porqué: capricho, necesidad o tapar 'agujeros' . Y todas tienen un denominador común: depositar joyas, oro o relojes para conseguir financiación. 

Instituciones centenarias, los Montes de Piedad nacieron en el año 1400, con vocación de permitir a personas con barreras económicas o sociales obtener un crédito inmediato a través del depósito de joyas. En sus inicios, estas entidades admitían el empeño de prendas, muebles, alhajas y otros bienes, pero en la actualidad están focalizadas en las operaciones con joyas. Eso sí, a diferencia de otro tipo de negocios de empeños, la propiedad no se pierde. 

Y esa garantía es la que ha disparado en estos meses la afluencia al Monte de Piedad de València, fundado en 1898, que ya en su regreso en la desescalada, tras el parón durante el confinamiento, registró importantes colas en su entrada. Porque ese objeto depositado se ‘guarda’, no se vende. 

"En mayo, cuando volvimos a abrir, tras el cierre por el estado de alarma, las colas eran enormes y daban la vuelta a la calle. La gente necesitaba liquidez. Ha sido tremendo. Teníamos que dar números como en la carnicería porque venía mucha gente y teníamos el aforo limitado en el interior del local", rememora Ana Soto, directora del Monte de Piedad de València, perteneciente a la Fundación Bancaja. 

Una afluencia que en junio se ha mantenido al alza. En muchas ocasiones se han sentido desbordados por el trabajo. No solo por la facilidad de conseguir liquidez de una manera rápida, sino también por la subida del precio del oro, permitiendo a los clientes más dinero por el depósito de sus joyas. "En València somos nueve personas y seis tasadores en ventanilla que no han podido parar. Hemos llegado a dar 150 números en cuatro horas", señala Soto. En estos meses han rozado las 400 operaciones diarias. Un trabajo sin descanso.

"Al final somos una alternativa más a la financiación bancaria, pero más rápida y barata. Las operaciones se hacen al momento y en función de la tasación se concede un préstamo que es de hasta un máximo del 60% de la valoración", explica Soto. El crédito se concede a un año con un tipo de interés al 6,5% anual para operaciones de hasta 600 euros y del 8,5% para superiores. Se puede cancelar antes o solicitar renovaciones sucesivas si el cliente así lo precisa. En el caso de no devolver el crédito, a partir de los 35 días del vencimiento, las joyas depositadas en garantía se llevan a subasta pública. Sin embargo, el 97% de los préstamos se devuelve recuperando el cliente su objeto.

Aunque con una menor demanda, también el Monte de Piedad de Caixa Ontinyent ha notado el mayor interés por acceder a este tipo de créditos. “Hemos tenido clientes de nuestra zona, pero también se han acercado de puntos fuera de nuestro ámbito de actuación, más próximas a València”, explica Vicente Ortiz, Responsable de la Obra Social de Caixa Ontinyent. Y es que fue a finales de julio cuando la caja valenciana, 56 años después, recuperó su Monte de Piedad. “Ahora en septiembre auguramos un aumento de afluencia, porque es una forma de conseguir financiación muy fácil y simple y se puede recuperar la joya cuando uno quiere”, explica Ortiz. 

Un nuevo perfil se abre paso: las pymes y autónomos

Tradicionalmente, la mayor parte de los clientes que han acudido al Monte de Piedad de València han sido mujeres de entre 40-60 años, encargadas de la economía familiar, pero las cosas han cambiado. Con la pandemia, un nuevo perfil ha cogido protagonismo: empresas, autónomos y profesionales liberales como abogados o arquitectos se acercan diariamente a esta institución para conseguir financiación. La pandemia ha abierto una nueva brecha en muchos hogares y nuevos pagos a los que hacer frente. "Ahora se acercan muchas pymes que necesitan dinero para hacer frente a pagos que no habían previsto", señala Soto.

También las joyas han cambiado. Normalmente los clientes acudían con pulseras o medallas regaladas en la Primera Comunión o de herencias recibidas, pero en estos tiempos es la brillantería, principalmente los diamantes, la que concentra el mayor número de operaciones. También los relojes de oro. Incluso las alianzas.

Pero no siempre es fácil desprenderse de las joyas. Muchas de ellas guardan secretos inscritos con tinta invisible. "Tuvimos dos casos de clientes que vinieron porque tenían necesidades y estaban muy preocupados por no poder recuperar sus pertenencias por el valor sentimental que tenían para ellos. Estaban muy preocupados, pero se les explicó que no pierden la propiedad", asegura Ortiz. 

"Empeñó su reloj para comprar una tablet a su hijo para el cole"

Los cambios en la rutinas cotidianas que la pandemia ha generado en la sociedad también han hecho mella en las familias. Surgen nuevos problemas. Uno de ellos ha sido la brecha digital en muchos hogares. En estos tiempos de teletrabajo y enseñanza online, no todos han tenido las mismas oportunidades. "Hemos concedido muchos préstamos a familias que necesitaban ordenadores para que sus hijos pudieran seguir con las clases", explica Soto. "Uno de nuestros clientes fue un padre que empeñó su reloj de oro para comprar una tablet a sus hijos. También una señora dejó sus joyas para pagarle a su nieta el Erasmus", relata.

Pero también lo hace gente joven. Un caso reciente fue una pareja una de recién casados que empeñaron sus alianzas para poder irse de vacaciones. "Hay que desterrar la idea de que al Monte de Piedad se viene por necesidad. Esta institución sirve también para afrontar gastos normales como comprar una lavadora, pagar los libros o irse de vacaciones. Ya no se viene solo por necesidad y para poder comer, sino para gastos cotidianos que van surgiendo", remarca.

Cada vez mayor importe en los préstamos

Solo en el mes de julio, en el Monte de Piedad de València las operaciones han aumentado un 10% y la tendencia va al alza. Pese a ser un mes estival, no han dado abasto. “En agosto habitualmente tenemos poca actividad, pero este año no hemos parado. Esto es debido a la pandemia e irá en aumento”, señala Soto. 

De hecho, el volumen de los préstamos se ha incrementado. Si antes de que estallara la crisis sanitaria rondaban de media los 700-800 euros, ahora alcanzan los 1.100 euros, un 25% más. “Antes venía la gente y te traía pocas joyas, pero cada vez el volumen es mayor y, en consecuencia, la cantidad de préstamos”, explica Soto, que defiende esta fórmula frente a otras en las que se vende la propiedad y se pierde esa fuente de financiación. 

El pasado ejercicio, en 2019, el Monte de Piedad de Valencia cerró con 26.000 préstamos activos. Este año serán más. “Pese a los dos meses de parón, ya en julio rozábamos las mismas cifras que todo el año 2019. Creemos que en estos próximos meses aumentará ”, concluye. 

 

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