VALÈNCIA. Son una de las marcas distintivas de la ciudad, un hándicap que sólo se percibe claramente los días de lluvia. Las losas de mármol rojo que jalonan el suelo de espacios como la plaza del Ayuntamiento de València o la plaza de la Virgen se han cobrado ya más caídas que, por ejemplo, los estanques del Palacio de Congresos, aunque todavía están muy lejos de los inigualables resultados del puente de Santiago Calatrava para Venecia. Pero sus días están contados.
En los últimos años el Ayuntamiento de València tiene contabilizadas más de una veintena de caídas por este motivo. Todas ellas están recogidas en sendos expedientes en la relación de reclamaciones de responsabilidad patrimonial relativas a caídas por la causa “suelo resbaladizo”. No ha habido ningún año sin su correspondiente reclamación y sólo en 2017 se contabilizaron cinco. No consta que se hayan pagado finalmente indemnizaciones.
La preocupación por lo resbaladizo del suelo público viene de antiguo, casi de origen. Ya cuando se planteó la remodelación de la Plaza de la Reina para esta legislatura, la que se iniciará el año que viene, una de las primeras reclamaciones de las asociaciones vecinales fue precisamente que no se dispusiera sobre esta plaza losas de mármol. No querían ni verlas.
Los representantes vecinales citaban entonces tanto la plaza de la Virgen como la del Ayuntamiento como ejemplos de cómo casi a diario se producen resbalones y caídas. De hecho la cifra de expedientes abiertos por esta cuestión, dicen fuentes del movimiento vecinal, son muy inferiores a las caídas reales, que podrían perfectamente ser diez veces más. Las protestas, explican fuentes de la federación de vecinos, se realizaron ya desde el primer día en el que se pusieron estas losas que se incorporaron a la ciudad de manera desordenada.
La llegada del mármol se vincula a los fastos que envolvieron a la Copa América, ya que se produjo de manera casi contemporánea a la elección de la ciudad como sede de la competición. Fueron, junto con la adquisición de por ejemplo las Harleys Davidson de la Policía Local para la visita del Papa, gestos de ostentación por parte del gobierno de Rita Barberá de resultados pocos prácticos. En este caso el responsable del cambio del suelo fue el entonces regidor de Ordenación Urbana, Francisco Lledó. Aunque se intentó probar con productos antideslizantes incluso años después, no se logró un resultado óptimo y esta plaza, como la de la Virgen, se convirtió en terreno propicio para resbalones. Y así se quedó.
Desde la federación de vecinos recuerdan que el caso de la plaza del Ayuntamiento no es único. Y así, además de la plaza de la Virgen, otro de los espacios habituales de patinaje improvisado los días de tormenta, se menciona la plaza de Patraix que los vecinos rehúyen en jornadas como las de esta semana. Cuatro gotas y resbalón seguro.
En el caso de la plaza del Ayuntamiento, sin embargo, esta situación se va a corregir en breve, en cuanto se ponga en marcha la peatonalización de la plaza principal de València. Una de las cuestiones que están sobre la mesa y se dan por segura es que el suelo de la plaza será reemplazado por otro mucho menos inseguro y que no se convierta en una pista deslizante con las primeras lluvias.
Así lo confirmaron desde fuentes de la Concejalía de Desarrollo Urbano, que admitieron este punto si bien no quisieron entrar en detalles. “Obviamente, si se cambia la plaza se cambiará”, señalaron, si bien matizaron que el proyecto aún está por definir. Pero que ya se puede dar por seguro una cosa: en el futuro, los peatones ya no tendrán que rehuir de la plaza del Ayuntamiento cuando llueva; el suelo no dará miedo.