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el callejero

La reina de los zumos

FOTOS: EDUARDO MANZANA
29/08/2021 - 

VALÈNCIA. Maribel Benito llega a la entrevista caminando y puntual como el sol. Su hija, Paula Mañas, aparece un poco tarde y en patinete. Dos generaciones diferentes que conectan a través de un negocio con cuarenta años de solera: Zumería Naturalia. Un local al que se accede bajando tres o cuatro escalones, los que te llevan desde la calle del Mar al reino de los zumos con esa decoración que les ha caracterizado desde que abrieron en julio de 1981. Allí dentro las lámparas son pamelas de paja y las butacas, sillas de caña alrededor de mesas bajas.

Maribel lo inauguró y lo mantuvo dando dinero durante más de treinta años. Cuando llegó la edad de descansar, le entregó las llaves a su hija Paula y dio un paso atrás sin dejar de llevar la contabilidad y de echarle un ojo de vez en cuando a su obra. La primera tira del hilo de la historia y la segunda mira a su madre con ojos tiernos mientras le deja que lleve la voz cantante.

La vida ha cambiado mucho en estos cuarenta años. Naturalia es un negocio que ha crecido con la democracia. Pero muchos clientes siguen fieles desde la fiesta de inauguración. Allí encontraron un lugar romántico donde reunirse de novios, un lugar que, ya de casados, les traía buenos recuerdos, y un lugar que encuentran ideal para ir con sus hijos, que, en muchos casos, empiezan otra vez el ciclo llevando allí a sus parejas.

 

Maribel trabajaba como administrativa en una empresa. Era una de esas pocas mujeres que a principios de los 80 tenía un empleo y se atrevía a darle vuelo a su carácter emprendedor. Así que, después de viajar a Madrid y descubrir durante un paseo por la Gran Vía que había un bar donde vendían zumos de frutas, a esa mujer de 33 años se le ocurrió que eso podía triunfar en València. "Aunque luego no es tan fácil como te lo has imaginado. Tú te crees que es abrir y ya está. Pero no. Encontrar unas máquinas para hacer los zumos ahora es muy fácil, pero en 1981 no había. Tuvimos que ir a una feria de Barcelona a comprarlas a un precio que ni se sabe...".

Un amigo que trabajaba en una inmobiliaria le encontró ese semisótano que se adaptaba perfectamente a sus pretensiones: era céntrico, totalmente diáfano y quedaba toda la obra por hacer. "Antes no había nada aquí. La finca se construyó un poco antes de abrir nosotros y esto lo habían dejado para hacer un garaje, pero después debieron ver que los accesos no eran muy cómodos y que es un local donde tampoco es que quepan muchos coches. Y lo alquilamos porque, además, como no había nada, pudimos hacerlo a nuestro gusto". 

Los chaperos de la calle

 La calle del Mar de 1981 no tenía nada que ver con la calle del Mar de 2021. "Entonces estaba muy poco iluminada y había muchos chaperos por ahí. He de decir que eran buena gente y te cuidaban el coche y todo. Yo llegaba con mi (Seat) 850, lo aparcaba y ellos me lo cuidaban. Pero era una calle oscura con las cosas que había entonces... De hecho no recuerdo ni si tenía aceras", rememora.

El éxito de este novedoso negocio se puede decir que transformó la calle. La zumería, la primera que abría en València, se puso de moda y había días que se formaban colas en la puerta para conseguir una mesa donde probar esas bebidas de las que todo el mundo hablaba. El gentío espantó a los gais y los prostitutos acabaron desapareciendo. "Me dio pena y todo. Les había cogido cariño", suelta entre risas Maribel, que reconoce que cuando abrió no sabía nada de frutas. "Sabía poco, pero luego vas aprendiendo y conociendo las combinaciones que son posibles y las que no... Cosas así. Aprendí con la práctica. Es imprescindible la práctica pero, además, nosotras hemos apostado siempre, desde el primer día, por una materia prima de mucha calidad. Yo muchas veces alucino de la fruta que utilizamos. Si los clientes supieran la fruta que tenemos, estarían súper encantados. Este año, por ejemplo, es un año muy bueno de melocotón y estamos utilizando unos melocotones con un sabor dulce increíble y unas fresas magníficas. A mí me dan ganas de sacar la fruta y exponerla para que los clientes vean lo que tenemos. Lo único que nos vemos obligados a coger pequeñas son las naranjas porque más grandes no caben en la máquina. Pero el resto es de una calidad extraordinaria".

Paula mete baza por primera vez para bromear sobre su madre: "Viene y se lleva una bolsa entera de fruta". "Una bolsa entera no. Pero sí que vengo y le digo: 'Voy a robar'. Y me llevo una bolsa con un poco de fruta". El diálogo ofrece otro contraste entre ellas. La madre se expresa con un tono enérgico y la hija, más que hablar, susurra.

La calle se fue animando y un tiempo después abrió el restaurante La Riuà. Antes solo existía un negocio de hostelería en todo el tramo que va desde la plaza de la Reina hasta la Glorieta. "La calle, cuarenta años después, no tiene nada que ver. Ahora está mucho más transitada y hay muchos más bares. Entonces solo había, en una esquina antes de llegar al museo, un bar que lo llevaba un hombre prosoviético, que le puso un nombre así tipo ruso, que por las mañanas hacía unos bocadillos buenísimos. Era el único que estaba, pero hacía los almuerzos, las comidas y a la noche ya no llegaba".

La propietaria se esmeró aseando la zumería. Un pintor le hizo los dibujos de las ventanas y un decorador se ocupó de todo lo demás. Un amigo de la empresa se asoció con Maribel, pero poco antes de abrir decidió que él se iba a montar su propio negocio y meses después de Naturalia inauguró Zum Zum, otra conocida zumería de la época, en Cánovas. Necesitaron su tiempo para que los valencianos, acostumbrados a otro tipo de bares, se atrevieran a probar sus zumos de frutas naturales. "Al principio tenía lo justo para ir tirando. La naranja sí porque es imprescindible, plátano, un poco de fresa... Lo que había en aquel momento. La gente, como somos así de fantásticos, miraba la carta y elegía los zumos que llevaban más frutas. Así que a veces no tenía de todo, pero se lo adaptaba".

Sobre gustos

 Los primeros años compraban la fruta en el Mercado Central. Una mujer les llevaba la mercancía cuando cerraba su parada, pero acabó cerrando y entonces comenzaron a nutrirse en Mercavalencia. No tardó en averiguar que las exóticas frutas tropicales, además de ser más caras, se estropeaban antes. Entonces apostaron por el producto nacional. "La procedencia de la fruta depende de la temporada. No tenemos frutas tropicales aparte del mango y el aguacate. Trabajamos sobre todo con fruta de temporada y fruta de aquí. No queremos trabajar con producto congelado y eso te limita. Ahora mismo debemos tener entre 18 y 20 frutas diferentes", aclara Paula, que pone el ejemplo de la papaya, un producto que a veces tienen y exponen para facilitar su consumo pero que no suele triunfar, así que lo acaban retirando. Ahora, obligadas por las estrecheces que trajo la pandemia, han subido la media del precio de los zumos a cinco euros. Han sido meses empinados para los hosteleros. Muchas semanas cerrados y, cuando ya pudieron volver a abrir, se encontraron las calles vacías de turistas. "Nosotros hemos aguantado gracias a nuestros clientes de toda la vida, la verdad, y les estamos muy agradecidos", señala Paula.

El éxito de Naturalia animó a otros a apostar por los zumos y València se llenó de zumerías decoradas con palmeras falsas y collares hawaianos. Pero igual que abrieron fueron cerrando. Solo resiste la primera. "Nosotros es que hemos sido muy puristas de lo que supone esto. Nos hemos mantenido fieles a un estilo y apostando siempre por materia prima de calidad", advierte Maribel, a quien le pirra la chirimoya o los zumos con piña, fresa y naranja. Paula se decanta por el Madagascar, una combinación de plátano, aguacate, piña y naranja. Entre el público arrasa el Haití, con fresa, naranja, manzana y plátano. La base ha variado poco en estas cuatro décadas pero muy sutilmente se atreven con novedades acordes a los nuevos tiempos. Porque cuando Maribel abrió la zumería en 1981 nadie sabía de frutas. Ni ella ni sus clientes. Pero esto ha cambiado y ahora hay mucha más información sobre nutrición. "Hay mucha gente que viene y nos pide un zumo detox. No nos dicen qué les gusta, solo que quieren un detox", añade Paula.

Con mucho cuidado van introduciendo algunas novedades. Como los zumos vegetales con remolacha, apio, espinacas, pepino, dátiles... Y ahora están sopesando añadir los yogures, pero les cuesta retocar la carta porque Naturalia lleva cuarenta años funcionado y viendo pasar a una generación detrás de otra. Ahora, en la puerta, hay un curioso cartel garabateado con los trazos inconfundibles de un niño pequeño. Un dibujo con el nombre de Naturalia que Paula decidió colocar a la vista de todos donde hace cuarenta años circulaban los chaperos en la oscuridad de la noche.

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