Mi amiga Anastasia se queja porque no puede comprar jamón serrano en Moscú. Mira que ha dado vueltas y se ha recorrido todos los supermercados, las tiendas delicatessen, los ultramarinos especializados en productos extranjeros e incluso los viejos economatos soviéticos, que han vuelto a ponerse de moda.
Rusia ha prohibido hasta la sal. No porque se lo haya recomendado el médico, sino que lo que ha prohibido es importar sal de la Unión Europea y algunos otros países que no vienen al caso porque los que nos importa es nuestro club. También ha prohibido importar nuestro jamón y otros productos del cerdo, alguna que otra carne, pescado -excepto salmón del Atlántico- y moluscos. Leche, queso y otros derivados lácteos, verduras, frutos secos y frutas están restringidos para un mercado vecino con más de 143 millones de consumidores. Hasta el 31 de diciembre de 2018. ¿Cómo? ¿Frutas? Sí. También naranjas. Valencianas.
Fruits and nuts. Code 801-813. Dice el Decreto del Gobierno de la Federación Rusa aprobado el 4 de julio de 2014. Prorrogado hasta finales de este año, este decreto se enmarca dentro de "Ciertas Medidas Especiales Económicas para la Protección de la Seguridad Nacional". Es decir, un embargo a nuestro productos agrícolas en toda regla. Pero, a ver, ¿qué tienen que ver nuestras naranjas con la seguridad de una nación tan poderosa como Rusia?
Esto ocurre desde 2014, en respuesta a la crisis entre Rusia y Ucrania, que no pertenece a la Unión Europea pero tiene el estatus de país asociado. El embargo es recíproco. De hecho, el 21 de diciembre de 2017, el Consejo Europeo prorrogó las sanciones económicas dirigidas a sectores específicos de la economía rusa hasta el 31 de julio de este año y que van dirigidas a los sectores de las finanzas, la energía y la defensa, así como al ámbito de los productos de doble uso y la tecnología. Desde hace cuatro años, la UE ha ido imponiendo de manera progresiva una serie de medidas restrictivas contra Rusia, en respuesta a la anexión de Crimea y a la desestabilización de Ucrania. La UE impone diferentes tipos de medidas restrictivas, que implican las diplomáticas o las restrictivas individuales de bienes y de viaje.
Pero no siempre fue así. Desde 1997, el Acuerdo de Colaboración y Cooperación (ACC), ha constituido el marco global de las relaciones bilaterales de la Unión Europea con Rusia. Es más, desde el mismo año, la OTAN y Rusia arrinconaron la guerra fría con un acuerdo para la seguridad europea y mundial basada en la cooperación. El secretario general de la Alianza, Javier Solana, y el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Yevgueni Primakov, acordaron en Moscú el texto de un Acta fundacional de cooperación mutua, que abría la la vía a una ampliación sin conflictos para los países ex miembros del Pacto de Varsovia y hoy miembros de la Unión Europea. El acercamiento ha sido recíproco. En un discurso pronunciado en Berlín el 5 de abril de 2009, el presidente ruso, Dimitri Medvédev, propuso que se revisara la "arquitectura de seguridad europea". Moscú manifestó su deseo de abordar esta cuestión en el marco de distintas organizaciones como la OSCE y la OTAN, o incluso de forma bilateral con la Unión Europea.
Como país europeo, Rusia tenía claro desde que cayó el régimen soviético quienes son sus amigos y vecinos. También la Unión Europea inició este acercamiento con Javier Solana a la cabeza de la diplomacia y la seguridad europeas. En junio de 1994 la UE y Rusia firmaron el Acuerdo de Asociación y Cooperación (AAC), que entró en vigor en 1997. En 2003, en la Cumbre de San Petersburgo, la Unión Europea y Rusia comenzaron a trabajar en el establecimiento de cuatro "Espacios Comunes": economía; libertad, seguridad y justicia, e investigación y educación.
El motivo principal de la confrontación entre la UE y Rusia es el futuro político y económico de los países vecinos: Bielorrusia, Ucrania, Georgia, Azerbaiyán, Armenia y Moldavia. Mientras Rusia considera que son su "zona natural de influencia", apostando por la cooperación dentro del marco de la Política Europea de Vecindad. La militarización de las tensiones por parte de Rusia en las guerras de Georgia (2008) y Ucrania (desde 2014) ha exigido a la OTAN un cambio de estrategia hacia Rusia. En la Cumbre de Varsovia (2016) la OTAN redefinió su postura y, de una Organización de Seguridad Colectiva (1999), volvió a ser en Varsovia la Alianza de Defensa Colectiva. Lo explica Mira Milosevich-Juaristi, en su artículo La UE y Rusia: entre la confrontación y la interdependencia, publicado por el Real Instituto Elcano. Para esta analista también "cabe subrayar que las discrepancias entre los aliados a la hora de definir si Rusia representa un peligro, una potencial amenaza o una amenaza existencial para Occidente siguen existiendo". Y añade que los planes de disuasión de la OTAN "son creíbles, pero los Estados bálticos son el punto más vulnerable y actualmente problemático de defender ante una hipotética agresión rusa".
Bien, pues por explicar estas y otras posiciones respecto a nuestros vecinos europeos de la Federación Rusa, el coronel Pedro Baños Bajo ha sido vituperado en las redes y en los medios de comunicación en una ataque incomprensible e inaudito ante al anuncio de su nombramiento como Director de Seguridad Nacional por el presidente Pedro Sánchez. El ataque fue de tal calibre que en apenas tres días, su nombre fue sustituido en el BOE antes incluso de publicarse. La tiranía de la postverdad en la era del BOE. O viceversa…