Hoy es 14 de octubre
Algunos movimientos de Catalá con el Gobierno o los asesores dejan entrever la posible entrada de socios
VALÈNCIA. Mientras todos los ojos están puestos en la investidura de Carlos Mazón como próximo presidente de la Generalitat con los votos de Vox o en la configuración de su próximo Consell, otras miradas andan posadas en el Ayuntamiento de València. ¿Es posible todavía un pacto en el consistorio entre ambos partidos? La respuesta, cuando se pregunta a las dos partes, deja sonrisas misteriosas, reflexiones abiertas y... bastantes apuestas por el sí. Certezas, por el momento, ninguna y menos oficialmente. Pero la teoría de que Vox acabará entrando se extiende cada vez más. En el cuándo y el cómo, las especulaciones van que vuelan.
María José Catalá es alcaldesa desde el pasado 17 de junio. Lo fue gracias a los votos de los ciudadanos y a la Ley Orgánica de Régimen Electoral General (Loreg), que establece que, si ningún candidato obtiene la mayoría absoluta en la primera y única votación, será proclamado alcalde aquel que encabece la lista más votada. Así quiso ella que se cumpliera en su caso. De hecho, el portavoz de Vox en el Ayuntamiento, Juanma Bádenas, se lo recriminó y dijo que su gobierno era "amoral" por no contar con los apoyos de su partido.
Si se atiende a las declaraciones públicas realizadas por la alcaldesa de València, siempre ha incidido en tratar de dirigir el consistorio en solitario con acuerdos puntuales. Pero tampoco ha descartado un acuerdo global con Vox que suponga que ostenten responsabilidades. "Iremos viendo" es su frase para sortear esa pregunta.
Catalá, al igual que mucha gente del PP, es consciente de que no resulta sencillo funcionar con los 13 concejales con los que cuenta –la mayoría absoluta son 17–. Y para buscar, como ella afirma, la "estabilidad institucional", voces del partido admiten que lo mejor sería dar entrada a Vox de alguna manera. Por mucho que entre los ediles populares existan perfiles con capacidad de negociación, hay quien reconoce que la situación se puede complicar mucho si durante cuatro años han de dedicarse a pelear cada medida que requiera mayoría absoluta de cara a los plenos o sacar adelante los presupuestos. Salvo que, sorpresivamente, Vox decidiera llegar a un acuerdo para dar apoyo al PP desde fuera.
Por este motivo, una de las opciones que circula es que los populares dieran entrada a Vox con competencias menores en lugar de, por ejemplo, con una concejalía completa. Hay quien apunta a alguna delegación o a algunas de las empresas o entidades públicas que dependen del consistorio. Catalá aquí parte de una posición de fuerza superior a la de Mazón en el Consell puesto que ya es alcaldesa y no necesitaba los votos de Vox para la investidura. Ceder ahora competencias de menor entidad a cambio de estabilidad cuatro años es una opción que dentro del PP se percibe como lógica.
Fuentes oficiales del partido aseguran que no se ha producido ningún tipo de contacto con Vox en este sentido. Catalá ya avanzó pocas horas después de ocupar la alcaldía que se iba a sentar a hablar con todos los grupos municipales "y ver en qué escenario está cada uno". Una manera de expresar que su intención es comprobar hasta qué punto Compromís y el PSPV se podrían mostrar colaborativos o no a la hora de sacar adelante las políticas municipales.
Aunque es probable que a lo largo de la legislatura gobierno y oposición se pongan de acuerdo en asuntos fundamentales, también parece complicado que la izquierda vaya a echar un capote a Catalá en la gestión ordinaria. De ahí que su socio preferente tendrá que ser Vox. Por el momento, la alcaldesa comenzará a sentarse con este partido hoy jueves. Según señalan desde el PP, para tratar temas de organización y de espacios (es decir, asesores y despachos) del Ayuntamiento. Si más adelante se traduce en algo más resulta una incógnita.
Resulta evidente, en todo caso, que cualquier negociación se llevará –o se está llevando– a cabo de manera discreta, como ha ocurrido para la Generalitat. Y los tiempos los marcará sin lugar a dudas Catalá. Con la imagen centrista que pretende trasladar y con las primeras medidas que quiere poner en marcha en solitario –atribuibles a ella en exclusiva–, es probable que se quiera esperar a después de las elecciones generales del 23 de julio. Máxime cuando el foco está puesto en el Consell. Hay voces que incluso ya hablan de después del verano. Además, el resultado de los comicios condicionará también cómo será la relación entre el PP y Vox a todos los niveles.
Algunas de las primeras medidas de Catalá han sido la de cambiar la denominación de València para que sea bilingüe o que la Senyera regrese a la Catedral para el Te Deum el 9 d'Octubre, ambas aprobadas en la primera Junta de Gobierno Local ordinaria. Catalá también ha logrado rebasar la fecha del Día del Orgullo sin la participación de Vox en el gobierno municipal, para el que ha colgado la bandera LGTBI en el balcón del consistorio e iluminó el pasado fin de semana la fachada del edificio con los colores de la misma. Una medida a la que Vox se ha opuesto a llevar a cabo en ayuntamientos valencianos donde gobierna con el PP, como Náquera.
También está sobre la mesa de la alcaldesa poner el nombre de Rita Barberá al Puente de las Flores antes de que finalice este mes de julio, pero esta sería una cuestión más compleja de acometer en solitario porque no solo estaría en manos de los populares aprobar algo así, ya que antes de que fuese elevada a pleno debería pasar primero por la Comisión de Patrimonio, donde el PP no tiene mayoría absoluta y necesitaría del apoyo de Vox si quisiera verla aprobada.
En cualquier caso, y más allá de las cuestiones que logre sacar adelante en solitario o de si finalmente consigue llegar a un pacto con los concejales de Vox para que apoyaran esta última iniciativa, lo cierto es que no tomar decisiones en ocasiones es también una decisión en sí misma. Y así lo ven los grupos municipales de la oposición estos días, que creen que el hecho de que Catalá todavía no haya definido un reparto de asesores entre la oposición y el ejecutivo local demostraría 'de facto' que existe un pacto soterrado para que Vox acabe participando de una manera u otra en el gobierno municipal.
Por el momento, la alcaldesa estudia mantener la fórmula aplicada por su predecesor, Joan Ribó: 1,7 asesores por concejal para el gobierno y 1,3 para la oposición al que se le sumaría un secretario de grupo. Además, alcaldía tendría la prerrogativa de nombrar tres eventuales más. En total, no podrían rebasar los 54 asesores y, con este reparto, a Compromís le corresponderían 13; al PSPV, 10; a Vox 6; y a los populares 22, que se incrementarían a 25 si se sumaran los 'extras' que podría tener Catalá.
Ahora bien, estas cifras variarían en caso de que Vox entrara en el gobierno municipal, dado que al grupo liderado por Badenas se le aplicaría la fórmula de 1,7 y no la de 1,4 que se le asignaría a la oposición. Ello obligaría a Catalá a cederle alguno de los eventuales que habría asumido el PP de entrada, por lo que llegado ese caso tendría o bien que cesar a algún asesor u optar por la alternativa de no completar el organigrama de fichaje de eventuales, algo que también daría pistas sobre los planes de la popular con los voxistas, dado que dejaría entrever que está dejando huecos por cubrir porque le corresponderían a Vox.
Con todo, en la oposición creen que el hecho de que no haya definido todavía un reparto de eventuales responde a una estrategia para no exhibir cuáles son las intenciones reales con el partido de extrema derecha: dejarle participar de una manera u otra en el ejecutivo local para garantizarse un mandato estable y fácil de transitar en la medida de lo posible.