VALÈNCIA. 2021 no pinta muy bien de cara a la celebración de regatas en España. Si ya se han pronunciado tres de los grandes eventos que se celebran en nuestro país, como son las Fallas, la Semana Santa y la Feria de Sevilla en su más que probable cancelación, si nuestro deporte rey, el fútbol, va a seguir con las gradas vacías, y si aún no se han pronunciado los dirigentes del Comité Olímpico Internacional sobre sus intenciones para con los Juegos Olímpicos de Tokio, nuestra náutica tiene un futuro inmediato bastante oscuro.
Me estoy refiriendo a las grandes regatas de nuestro país, que según lo demostrado el año pasado, solo hay cuatro con un nivel tal que les impide celebrarse. La Copa del Rey de Palma, el Trofeo S.M. la Reina de Valencia, la PalmaVela y la Ruta de La Sal fueron suspendidas en su momento con muy buen criterio por parte de sus organizadores, dada la peligrosidad que implicaba su celebración.
Solo las regatas con vitola de club son las que se pudieron celebrar. Barcelona intentó organizar el Trofeo Conde de Godó y, tras un día de regatas, tuvo que envainársela y echar marcha atrás demostrando haber hecho un gran ridículo. No solo intentó montar la regata en el agua, sino que alimentó un villaje en tierra que al final no se pudo utilizar porque los regatistas intuían el peligro que eso conllevaba. Se hizo viajar a equipos de otras partes de España —sobre todo de las clases J80 y J70— para luego suspender, por orden gubernativa, el circo que quería montar el Real Club Náutico de Barcelona. Una paletada sin precedentes.