pero no de un  vegano

La tortilla de patata, la salvación de un vegetariano

Así es la vida gastro de una veggie en fases 1 y 2: repleta de huevo, cebolla y patata

| 19/06/2020 | 4 min, 12 seg

Hace una semana mi compañera Almudena Ortuño me preguntó cuál era el primer restaurante que había elegido para salir a comer. Pasé días estrujándome los recuerdos y al final no llegó nada. La realidad, es que me había estado alimentando de pinchos de tortilla por cada esquina del barrio y de la ciudad. La tortilla de patata es la salvación vegetariana más accesible y más cuando después de una pandemia todos los restaurantes vegetarianos (y otros tantos que no son pero tienen opciones) todavía no habían abierto sus puertas.

La primera visita fue al sol de una terraza de un bar cualquiera del que no recuerdo ni el nombre. Después de revisar 4 cartas de los locales abiertos en Ruzafa y no encontrar nada que llevarme al estómago, apareció este mágico bar con una mesa libre y con un pincho de tortilla de patata, mi primer bocado al sol de esta nueva era. No era lo que había imaginado pero me supo a gloria

La tortilla salvó las pocas salidas sociales que hice y que sigo haciendo. Menos mal que existes y que estás tan buena porque no sé qué sería de mi vida sin ti. Nada más lejos que ayer me encontraba sentada en la terraza de un conocido restaurante de Ruzafa con un grupo de 6 recién conocidos juntados por puro azar, entre los que para mi sorpresa, había un vegano y dos vegetarianas. Para picar salen unas papas con una salsa blanca y mientras me la llevo a la boca resulta que es salsa de berberechos, vaya. Revisamos la carta, dos pinchos de tortilla por favor. ¿Te quito el atún de la ensalada de tomate? me propone el camarero muy amable. Mejor el pincho, gracias. Y así como un bucle infinito por la vida en la que aún no me ha dado por eliminar el huevo de mi vida porque sinceramente, la vida social se me iría a pique de golpe. A esta forma de vida la he denominado “comer huevo de forma social”, como el que bebe, pues igual.

La adaptación es complicada. Y partimos de la base de que un restaurante es la casa de su dueño, es su carta, es su propuesta gastronómica y hasta qué punto exigir a nadie lo que tiene que servirte en su casa, ¿no? Yo lo veo de esta forma. Es cierto que hay países como Dinamarca en los que es obligado que en cada carta de cada restaurante haya, al menos, una opción totalmente vegetal, es decir, vegana. Mirándolo por la parte económica, también es una opción bastante inteligente. No hay duda de que el veganismo y la tendencia por el consumo de platos completamente vegetales, es algo que va en alza y no va a parar. Esta es la realidad. Y poner un par de opciones vegetales en las cartas no va a restar calidad al restaurante ni va a ser menos por el hecho de que todos y cada uno de los platos no incluyan carne o pescado. Es más, vas a ganar que un grupo de 8 con un vegano en él decidan sentarse o no en tu mesa. No sé hasta qué punto interesa a un restaurante desprenderse de esta oportunidad solamente por la terquedad de no incluir platos vegetales. Y me enfada porque a veces es por pura inflexibilidad y rigidez, por antipatía. Yo considero que me adapto sin problema, que si quieren que me quiten el atún, que me den pan con tomate y alioli, que ya me nutriré yo en casa luego, que lo importante es pasar un rato bonito con la gente que te rodea, que esto no es cuestión de exigencias, solo de transparencia. Que a vosotros, restaurantes, y a nosotros, nos iría mejor si no solo tuvieseis tortilla en la carta, que está maravillosa, pero seguro que sabéis hacer más cosas. 

Y un gran ejemplo de ello ha sido Ogarenyo, la nueva propuesta para llevar del restaurante Oganyo. Cada vez que aparece una nueva propuesta allá voy a la caza de su carta para escudriñarla y buscar al menos una opción. Y la sorpresa fue cuando en su carta no solo encontré una, sino 4 y si me apuras 5. La empanadilla de pisto Moruno, la mini burger de quinoa, el falafel de boniato o la ensalada satay de remolacha asada. Suenan de vicio y no rompe para nada su concepto. Y lo más probable, que me atrevo a decir que casi nadie de los que no forman parte del mundo “veggie” se habrá dado cuenta.

En fin, que no solo de tortilla vive el hombre.


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